Evangelio del 10 de setiembre del 2024 según Lucas 6, 12-19
Martes de la XXIII semana del Tiempo ordinario
Lectionary: 438
Primera lectura
Sin embargo, ustedes, cuando tienen que resolver asuntos de esta vida, se los llevan a los que no tienen ninguna autoridad sobre la comunidad cristiana. ¿No les da vergüenza? ¿De modo que no hay entre ustedes ninguna persona competente, que pueda ser juez de ustedes, y van a pleitear, hermano contra hermano, ante los infieles? El mismo hecho de que haya pleitos entre ustedes ya es una desgracia. ¿Por qué mejor no soportan la injusticia? ¿Por qué mejor no se dejan robar? Pero no, ustedes son los que hacen injusticias y despojan a los demás, que son sus propios hermanos.
¿Acaso no saben que los injustos no tendrán parte en el Reino de Dios? No se engañen: ni los impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores, ni los estafadores tendrán parte en el Reino de Dios.
Y eso eran algunos de ustedes. Pero han sido lavados, consagrados y justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por medio del Espíritu de nuestro Dios.
Salmo Responsorial
Entonen al Señor un canto nuevo,
en la reunión litúrgica proclámenlo.
En su creador y rey, en el Señor,
alégrese Israel, su pueblo santo.
R. El Señor es amigo de su pueblo.
En honor de su nombre, que haya danzas,
alábenlo con arpa y tamboriles.
El Señor es amigo de su pueblo
y otorga la victoria a los humildes.
R. El Señor es amigo de su pueblo.
Que se alegren los fieles en el triunfo,
que inunde el regocijo sus hogares,
que alaben al Señor con sus palabras,
porque en esto su pueblo complace.
R. El Señor es amigo de su pueblo.
Aclamación antes del Evangelio
Yo los he elegido del mundo, dice el Señor,
para que vayan y den fruto y su fruto permanezca.
R. Aleluya.
Evangelio
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, eligió a doce de entre ellos y les dio el nombre de apóstoles. Eran Simón, a quien llamó Pedro, y su hermano Andrés; Santiago y Juan; Felipe y Bartolomé; Mateo y Tomás; Santiago, el hijo de Alfeo, y Simón, llamado el Fanático; Judas, el hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Al bajar del monte con sus discípulos y sus apóstoles, se detuvo en un llano. Allí se encontraba mucha gente, que había venido tanto de Judea y Jerusalén, como de la costa, de Tiro y de Sidón. Habían venido a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; y los que eran atormentados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.
Reflexión
El pasaje de Lucas 6, 12-19 relata un momento decisivo en la vida de Jesús: la elección de los doce apóstoles, seguida de su predicación y sanación de multitudes. Este pasaje tiene una profunda resonancia tanto teológica como histórica, y nos ofrece una rica fuente de reflexión espiritual.
En primer lugar, la teología del llamado se pone de manifiesto en este texto. Jesús no elige a sus discípulos al azar, sino que pasa toda la noche orando antes de tomar esta trascendental decisión. Este detalle subraya la importancia de la comunión con el Padre antes de emprender cualquier misión. La oración, en este sentido, no es una actividad periférica en la vida cristiana, sino el núcleo desde el cual fluye la voluntad divina. Nos invita a preguntarnos: ¿Cómo discernimos nosotros las decisiones importantes en nuestras vidas? ¿Buscamos ese momento de intimidad con Dios, tal como lo hizo Jesús?
Históricamente, la elección de los doce apóstoles refleja la nueva estructura que Cristo está construyendo, una nueva Israel compuesta por doce pilares, que representan a las doce tribus del pueblo de Dios. Esta imagen nos habla de la continuidad y renovación. Jesús no rompe con la historia de la salvación que comenzó con Abraham, sino que la lleva a su cumplimiento. Al formar este círculo íntimo, Jesús establece la base de la comunidad eclesial, llamada a expandir el mensaje de salvación hasta los confines de la tierra.
Podemos imaginar este pasaje como un farol en la oscuridad. La noche de oración representa la búsqueda de claridad, una luz interior que solo puede encenderse en el encuentro con Dios. Cuando Jesús desciende de la montaña, es como si llevara consigo ese farol, cuya luz ilumina a los apóstoles y luego a las multitudes. Así como el farol no brilla para sí mismo, sino para alumbrar el camino de otros, también Jesús no se reservó el fruto de su oración, sino que lo compartió generosamente en forma de sanación y enseñanza.
Este farol también simboliza la llamada a ser luz para el mundo. Nosotros, como cristianos, estamos llamados a subir esa “montaña de oración”, no para quedarnos ahí, sino para bajar y llevar luz a los demás. ¿Cómo encendemos y mantenemos ese farol de la fe en nuestras propias vidas?
Finalmente, la elección de los apóstoles y la sanación de las multitudes nos muestran que, cuando permitimos que la luz de Dios nos guíe, nuestra misión no solo tiene un impacto personal, sino comunitario. La luz que recibimos en la oración debe brillar hacia aquellos que necesitan sanación, consuelo y dirección.
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