Evangelio del 30 de agosto del 2024 según san Mateo 25, 1-13
Viernes de la XXI semana del Tiempo ordinario
Lectionary: 429
Primera lectura
¿Acaso hay entre ustedes algún sabio, algún erudito, algún filósofo? ¿Acaso no ha demostrado Dios que tiene por locura la sabiduría de este mundo? En efecto, puesto que mediante su propia sabiduría, el mundo no reconoció a Dios en las obras de su divina sabiduría, quiso Dios salvar a los creyentes mediante la predicación de la locura del Evangelio.
Por su parte, los judíos exigen señales milagrosas y los paganos piden sabiduría. Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, que es escándalo para los judíos y locura para los paganos; en cambio, para los llamados, sean judíos o paganos, Cristo es la fuerza y la sabiduría de Dios. Porque la locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres y la debilidad de Dios es más fuerte que la fuerza de los hombres.
Salmo Responsorial
Que los justos aclamen al Señor;
es propio de los justos alabarlo.
Demos gracias a Dios al son del arpa,
que la lira acompañe nuestros cantos.
R. El amor del Señor llena la tierra.
Sincera es la palabra del Señor
y todas sus acciones son leales.
El ama la justicia y el derecho,
la tierra llena está de sus bondades.
R. El amor del Señor llena la tierra.
Frustra el Señor los planes de los pueblos
y hace que se malogren sus designios.
Los proyectos de Dios duran por siempre,
los planes de su amor, todos los siglos.
R. El amor del Señor llena la tierra.
Aclamación antes del Evangelio
Velen y oren,
para que puedan presentarse sin temor
ante el Hijo del hombre.
R. Aleluya.
Evangelio
A medianoche se oyó un grito: ‘¡Ya viene el esposo! ¡Salgan a su encuentro!’ Se levantaron entonces todas aquellas jóvenes y se pusieron a preparar sus lámparas, y las descuidadas dijeron a las previsoras: ‘Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando’. Las previsoras les contestaron: ‘No, porque no va a alcanzar para ustedes y para nosotras. Vayan mejor a donde lo venden y cómprenlo’.
Mientras aquéllas iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban listas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras jóvenes y dijeron: ‘Señor, señor, ábrenos’. Pero él les respondió: ‘Yo les aseguro que no las conozco’.
Estén pues, preparados, porque no saben ni el día ni la hora”.
Reflexión
El pasaje de Mateo 25, 1-13 nos lleva a conocer profundamente sobre la importancia de la preparación espiritual en nuestra vida cotidiana. La parábola de las diez vírgenes nos presenta a un grupo de mujeres que esperan la llegada del esposo, símbolo de Cristo. La diferencia crucial entre las vírgenes prudentes y las necias radica en su nivel de preparación; las primeras, previsoras, llevan aceite adicional para sus lámparas, mientras que las segundas, despreocupadas, no se anticipan a posibles contratiempos.
Este relato nos recuerda que la vida cristiana exige una vigilancia constante y una preparación continua. No se trata solo de tener fe, sino de nutrirla, cultivarla y estar siempre listos para el encuentro con el Señor. Las lámparas representan nuestras almas, y el aceite simboliza las virtudes y las buenas obras que realizamos en nuestra vida. No basta con conocer la fe o haber sido iniciados en ella; es necesario alimentarla con acciones concretas que reflejen nuestra dedicación a Dios.
En nuestra vida diaria, esta enseñanza nos impulsa a reflexionar sobre nuestras prioridades y cómo estamos invirtiendo nuestro tiempo y esfuerzo en lo que verdaderamente importa. Así como las vírgenes prudentes, debemos ser previsoras en nuestra vida espiritual, asegurándonos de que estamos acumulando ese “aceite” de virtudes y buenas obras que mantendrá nuestra luz encendida hasta el momento del encuentro definitivo con Cristo.
Aplicar esta enseñanza implica vivir con conciencia, sin dejar para mañana lo que podemos hacer hoy en términos de nuestra relación con Dios. Cada día es una oportunidad para crecer en la fe, para amar más a nuestro prójimo y para fortalecer nuestro espíritu. Al igual que las vírgenes prudentes, debemos estar preparados para cualquier eventualidad, sabiendo que la venida del Señor es inesperada, y solo aquellos que estén listos podrán entrar en el banquete de la vida eterna.
Este pasaje nos desafía a revisar nuestra vida y a preguntarnos: ¿estamos verdaderamente preparados para el encuentro con el Señor? ¿Estamos cultivando nuestras virtudes y viviendo de acuerdo con la voluntad de Dios? La respuesta a estas preguntas determinará si, como las vírgenes prudentes, entraremos en la alegría del Reino o, como las necias, quedaremos fuera. Es un llamado urgente a la vigilancia y a la perseverancia en nuestra vida cristiana.
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