agosto 12, 2024 in Evangelios

Evangelio del 12 de agosto del 2024 según San Mateo 17, 22-27

Lunes de la XIX semana del Tiempo ordinario

Lectionary: 413

Primera lectura

Ez 1, 2-5. 24-28
El día cinco del mes cuarto (era el año quinto de la deportación del rey Joaquín), me fue dirigida la palabra del Señor a mí, Ezequiel, sacerdote, hijo de Buzí, en el país de los caldeos, a orillas del río Kebar, y fui arrebatado en éxtasis.

Vi venir del norte un viento huracanado, una gran nube rodeada de resplandores y relámpagos, y en su centro, algo parecido al brillo del ámbar. En medio aparecían cuatro seres vivientes, que tenían forma humana. Oí el ruido de sus alas cuando se movían: era como el estruendo de un río caudaloso, como el trueno del Altísimo, como la gritería de una multitud o como el estruendo de un ejército en batalla. Cuando se detenían, plegaban sus alas.

Encima de la plataforma había una especie de zafiro en forma de trono y de esta especie de trono sobresalía una figura, que parecía un hombre. Vi luego una luz, como brillo de ámbar, como un fuego que envolvía al hombre, desde la cintura para arriba; desde la cintura para abajo, vi también algo como fuego, que difundía su resplandor, parecido al del arco iris que se ve en las nubes, cuando llueve.

Tal era la apariencia visible de la gloria del Señor. Cuando yo la vi, caí rostro en tierra.

Salmo Responsorial

Salmo 148, 1-2. 11-12ab. 12c-14a. 14bcd

R. El cielo y la tierra están llenos de tu gloria.
Alaben al Señor en las alturas,
alábenlo en el cielo;
que alaben al Señor todos sus ángeles;
celestiales ejércitos.
R. El cielo y la tierra están llenos de tu gloria.
Reyes y pueblos todos de la tierra.
gobernantes y jueces de este mundo;
hombres, mujeres, jóvenes y ancianos,
alaben al Señor y denle culto.
R. El cielo y la tierra están llenos de tu gloria.
El nombre del Señor alaben todos,
pues su nombre es excelso;
su gloria sobrepasa cielo y tierra,
y ha hecho fuerte a su pueblo.
R. El cielo y la tierra están llenos de tu gloria.
Que alaben al Señor todos sus fieles,
los hijos de Israel,
el pueblo que ha gozado siempre
de familiaridad con él.
R. El cielo y la tierra están llenos de tu gloria.

Aclamación antes del Evangelio

Cfr 2 Tes 2, 14
R. Aleluya, aleluya.
Dios nos ha llamado, por medio del Evangelio,
a participar de la gloria de nuestro Señor Jesucristo.
R. Aleluya.

Evangelio

Mt 17, 22-27
En aquel tiempo, se hallaba Jesús con sus discípulos en Galilea y les dijo: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo van a matar, pero al tercer día va a resucitar”. Al oír esto, los discípulos se llenaron de tristeza.

Cuando llegaron a Cafarnaúm, se acercaron a Pedro los recaudadores del impuesto para el templo y le dijeron: “¿Acaso tu maestro no paga el impuesto?” El les respondió: “Sí lo paga”.

Al entrar Pedro en la casa, Jesús se adelantó a preguntarle: “¿Qué te parece, Simón? ¿A quiénes les cobran impuestos los reyes de la tierra, a los hijos o a los extraños?” Pedro le respondió: “A los extraños”. Entonces Jesús le dijo: “Por lo tanto, los hijos están exentos. Pero para no darles motivo de escándalo, ve al lago y echa el anzuelo, saca el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda. Tómala y paga por mí y por ti”.

Reflexión

En el fragmento del evangelio de Mateo 17, 22-27, que nos propone la liturgia nos invita a profundizar en varios aspectos esenciales de nuestra vida cristiana. En primer lugar, observamos cómo Jesús anuncia su entrega, su pasión y su resurrección. Este anuncio no solo prepara a sus discípulos para los eventos que están por venir, sino que también nos recuerda la centralidad del misterio pascual en nuestra fe. La cruz no es el final, sino el paso necesario para la gloriosa resurrección.

La reacción de los discípulos, llenos de tristeza, refleja nuestra propia dificultad para comprender y aceptar el sufrimiento como parte del plan divino. En nuestra vida cotidiana, a menudo nos resistimos a aceptar el dolor, las pruebas y las dificultades. Sin embargo, Jesús nos muestra que a través de estos momentos oscuros, se revela la luz de la resurrección y n os invita a confiar en su promesa de vida nueva y esperanza.

El segundo aspecto de este pasaje es la cuestión del impuesto del templo. Aquí, Pedro y Jesús abordan una preocupación práctica: el pago del tributo. Jesús, con una enseñanza profunda y sencilla, nos muestra que, aunque Él es el Hijo de Dios y está por encima de todas las leyes humanas, elige cumplir con las normas establecidas para no causar escándalo. Esta acción de Jesús nos enseña sobre la importancia de la obediencia y el respeto a las autoridades, siempre y cuando no contradigan la voluntad de Dios.

La forma en que Jesús resuelve el asunto del impuesto es verdaderamente asombrosa. Instruye a Pedro para que vaya al mar y saque un pez, en cuya boca encontrará una moneda suficiente para pagar el tributo por ambos. Este milagro nos recuerda que Dios siempre provee. En medio de nuestras preocupaciones y necesidades, podemos confiar en que Dios cuidará de nosotros de maneras inesperadas y maravillosas.

Lo que es importante recordar es aceptar y comprender el sufrimiento y las dificultades como parte del plan divino, confiando en la promesa de la resurrección.Vivir en obediencia y respeto hacia las autoridades y las normas, siempre que no contradigan nuestra fe. Confiar en la providencia divina, sabiendo que Dios cuidará de nuestras necesidades de formas sorprendentes.

Que el Señor nos conceda la gracia de profundizar en estos aspectos y vivir con mayor fidelidad y confianza en su amor y providencia.




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