agosto 9, 2024 in Evangelios

Evangelio del 10 de agosto del 2024 según san Juan 12, 24-26

Fiesta de san Lorenzo, diácono y mártir

Lectionary: 618

Primera lectura

2 Co 9, 6-10

Hermanos: Recuerden que el que poco siembra, cosecha poco, y el que mucho siembra cosecha mucho. Cada cual dé lo que su corazón le diga y no de mala gana ni por compromiso, pues Dios ama al que da con alegría. Y poderoso es Dios para colmarlos de toda clase de favores, a fin de que, teniendo siempre todo lo necesario, puedan participar generosamente en toda obra buena. Como dice la Escritura: Repartió a manos llenas a los pobres; su justicia permanece eternamente.

Dios, que proporciona la semilla al sembrador y le da pan para comer, les proporcionará a ustedes una cosecha abundante y multiplicará los frutos de su justicia.

Salmo Responsorial

Salmo 111, 1-2. 3-4. 5-7a. 7b-8. 9

R. (5a) Dichoso el hombre honrado, que se compadece y presta.
Dichosos los que temen al Señor
y aman de corazón sus mandamientos;
poderosos serán sus descendientes.,
Dios bendice a los hijos de los buenos.
R. Dichoso el hombre honrado, que se compadece y presta.
Quienes, compadecidos, prestan
y llevan su negocio honradamente
jamás se desviarán;
vivirá su recuerdo para siempre.
R. Dichoso el hombre honrado, que se compadece y presta.
No temerán malas noticias,
puesto que en el Señor viven confiados.
Firme está y sin temor su corazón,
pues vencidos verán a sus contrarios.
R. Dichoso el hombre honrado, que se compadece y presta.
Al pobre dan limosna,
obran siempre conforme a la justicia;
su frente se alzará llena de gloria.
R. Dichoso el hombre honrado, que se compadece y presta.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 8, 12

R. Aleluya, aleluya.
El que me sigue no caminará en la oscuridad,
y tendrá la luz de la vida, dice el Señor.
R. Aleluya.

Evangelio

Jn 12, 24-26

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Yo les aseguro que si el grano de trigo sembrado en la tierra no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde; el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se asegura para la vida eterna.

El que quiera servirme que me siga, para que donde yo esté, también esté mi servidor. El que me sirve será honrado por mi Padre’’.

Reflexión

En Juan 12, 24-26 Jesús estaba preparando a sus discípulos para su inminente pasión y muerte. Él sabía que su sacrificio en la cruz sería el comienzo de una nueva vida para todos los que creyeran en Él. Esta enseñanza fue radical para sus oyentes, quienes no estaban acostumbrados a ver el sacrificio como un camino hacia la vida plena.

Parte de este llamado a morir como el grano de trigo incluye la necesidad de dejar atrás nuestros viejos hábitos y costumbres que nos perjudicaban y no aportaban nada positivo a nuestras vidas. Estos hábitos, a menudo arraigados en comportamientos egoístas y destructivos, nos alejaban de la vida plena que Dios quiere para nosotros. Renunciar a ellos puede ser doloroso y desafiante, pero es un paso esencial para vivir de manera correcta y fructífera. Al permitir que estos viejos hábitos mueran, abrimos espacio para que crezcan nuevas virtudes y comportamientos que nos acercan más a Dios y nos permiten vivir en paz y armonía con nosotros mismos y con los demás.

El llamado de Jesús a perder la vida para encontrarla es un desafío constante a nuestra naturaleza humana, que busca la comodidad y el control. Sin embargo, es a través del sacrificio y la entrega donde encontramos la verdadera vida, una vida que lleva fruto abundante. Esta enseñanza no solo es relevante en el contexto histórico de los discípulos de Jesús, sino también en nuestras vidas diarias y en cada etapa que atravesamos. 

La promesa de que aquellos que sirven a Jesús estarán con Él y serán honrados por el Padre es una fuente de consuelo y motivación. Nos recuerda que los sacrificios que hacemos no son en vano, sino que llevan a una vida más rica y significativa, que esta enseñanza nos inspire a vivir con propósito, a invertir en lo que tiene valor eterno y a confiar en que, al seguir a Jesús, encontraré la verdadera vida.

Confiemos en que donde Él está, nosotros también estaremos, y seremos honrados por el Padre por nuestra fidelidad y servicio.




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