agosto 7, 2024 in Evangelios

Evangelio del 7 de agosto del 2024 según san Mateo 15, 21-28

Miércoles de la XVIII semana del Tiempo ordinario

Lectionary: 409

Primera lectura

Jer 31, 1-7

“En aquel tiempo, dice el Señor,
yo seré el Dios de todas las tribus de Israel
y ellos serán mi pueblo.

El pueblo de Israel, que se libró de la espada,
halló misericordia en el desierto
y camina hacia el descanso;
el Señor se le apareció de lejos’’.

Esto dice el Señor:
“Yo te amo con amor eterno,
por eso siempre me apiado de ti.
Volveré, pues, a construirte
y serás reconstruida, capital de Israel.
Volverás a tocar tus panderos
y saldrás a bailar entre músicos y coros;
volverás a plantar viñas en los montes de Samaria
y los que las planten, las disfrutarán.
En la montaña de Efraín gritarán los centinelas:
‘¡Ya es de día! ¡Levántense y vayamos a Sión,
hacia el Señor, nuestro Dios!’ ”

Esto dice el Señor:
“Griten de alegría por Jacob,
regocíjense por el mejor de los pueblos;
proclamen, alaben y digan:
‘El Señor ha salvado a su pueblo,
al grupo de los sobrevivientes de Israel’ ”.

Salmo Responsorial

Jeremías 31, 10. 11-12ab. 13

R. (cf. 10d) El Señor será nuestro pastor.
Escuchen, pueblos, la palabra del Señor,
y anúncienla aun es las islas más remotas:
“El que dispersó a Israel lo reunirá
y lo cuidará como el pastor a su rebaño”. R.
R. El Señor será nuestro pastor.
Porque el Señor redimió a Jacob
y lo rescató de las manos del poderoso.
Ellos vendrán para aclamar al monte Sión,
Y vendrán a gozar de los bienes del Señor. R.
R. El Señor será nuestro pastor.
Entonces se alegrarán los jóvenes, danzando;
se sentirán felices jóvenes y viejos,
porque yo convertiré su tristeza en alegría,
los llenaré de gozo y aliviaré sus penas. R.
R. El Señor será nuestro pastor.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 7, 16

R. Aleluya, aleluya.
Un gran profeta ha surgido entre nosotros.
Dios ha visitado a su pueblo.
R. Aleluya.

Evangelio

Mt 15, 21-28

En aquel tiempo, Jesús se retiró a la comarca de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea le salió al encuentro y se puso a gritar: “Señor, hijo de David, ten compasión de mí. Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio”. Jesús no le contestó una sola palabra; pero los discípulos se acercaron y le rogaban: “Atiéndela, porque viene gritando detrás de nosotros”. Él les contestó: “Yo no he sido enviado sino a las ovejas descarriadas de la casa de Israel”.

Ella se acercó entonces a Jesús y postrada ante él, le dijo: “¡Señor, ayúdame!” El le respondió: “No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos”. Pero ella replicó: “Es cierto, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos”. Entonces Jesús le respondió: “Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas”. Y en aquel mismo instante quedó curada su hija.

Reflexión

El Evangelio de Mateo 15, 21-28 nos presenta el encuentro de Jesús con la mujer cananea, un pasaje que resalta la fe y la perseverancia. La mujer cananea, a pesar de ser una extranjera y de enfrentar obstáculos, muestra una fe inquebrantable al pedir la ayuda de Jesús para su hija. Jesús, inicialmente, parece rechazarla, pero su insistencia y humildad finalmente resultan en la curación de su hija. Este pasaje nos enseña que la fe verdadera y la perseverancia pueden superar cualquier barrera.

 

La primera lección que podemos extraer de este evangelio se refiere a la fe y la perseverancia en nuestra vida espiritual. A menudo enfrentamos obstáculos y momentos en los que parece que nuestras oraciones no son escuchadas. Sin embargo, la mujer cananea nos muestra que debemos perseverar en nuestra fe, confiando en que Dios escucha nuestras súplicas y actúa en su tiempo perfecto. En nuestras vidas, esto se traduce en una actitud de confianza constante en Dios, incluso cuando las circunstancias parecen adversas. Nos invita a no rendirnos, a mantener nuestra esperanza y a seguir buscando la ayuda divina con humildad y persistencia.

En el ámbito social, este pasaje nos enseña sobre la inclusión y la compasión. Jesús, al final, reconoce la fe de una persona que, según las normas culturales de la época, sería considerada una extranjera y una marginada. Esto nos lleva a examinar nuestras propias actitudes hacia aquellos que son diferentes a nosotros. 

El Evangelio nos invita a reflexionar sobre la humildad y la apertura al cambio. La mujer cananea muestra una profunda humildad al aceptar su posición y al persistir en su súplica, incluso cuando parece ser rechazada. Jesús mismo, a través de su interacción con ella, muestra una apertura al cambio en su ministerio, reconociendo la fe de una persona fuera del pueblo de Israel. En nuestra vida personal, esto nos enseña la importancia de ser humildes y de estar abiertos a nuevas perspectivas y experiencias que pueden desafiar nuestras creencias y actitudes preestablecidas. La humildad nos permite crecer y transformarnos, reconociendo que siempre hay espacio para aprender y para acoger la novedad que Dios puede traer a nuestras vidas a través de las personas y situaciones que encontramos. Este evangelio, por lo tanto, nos llama a una vida de fe dinámica, inclusiva y siempre en busca del bien común, reflejando el amor incondicional de Dios.

En nuestras comunidades y lugares de trabajo, estamos llamados a ser inclusivos, a reconocer y valorar la dignidad de cada persona, independientemente de su origen o estatus. La compasión y la apertura hacia los demás son fundamentales para construir sociedades más justas y solidarias. Este evangelio nos recuerda que la fe auténtica siempre se expresa en actos de amor y aceptación hacia todos.




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