agosto 1, 2024 in Evangelios

Evangelio del 1 de agosto del 2024 según san Mateo 13, 47-53

Memoria de San Alfonso María de Ligorio, obispo y doctor de la Iglesia

Lectionary: 404

Primera lectura

Jer 18, 1-6

Esto es lo que el Señor me dijo: “Jeremías, ve a la casa del alfarero y ahí te haré oír mis palabras”.

Fui, pues, a la casa del alfarero y lo hallé trabajando en su torno. Cuando se le estropeaba la vasija que estaba modelando, volvía a hacer otra con el mismo barro, como mejor le parecía.

Entonces el Señor me dijo: “¿Acaso no puedo hacer yo con ustedes, casa de Israel, lo mismo que hace este alfarero? Como está el barro en las manos del alfarero, así ustedes, casa de Israel, están en mis manos”.

Salmo Responsorial

Salmo 145, 2abc. 2d-4. 5-6

R. (5a) Dichoso el que espera en el Señor.
Alaba, alma mía, al Señor:
alabaré al Señor toda mi vida;
tocaré y cantaré para mi Dios,
mientras yo exista. R.
R. Dichoso el que espera en el Señor.
No pongas tu confianza en los que mandan
Ni en el mortal, que no puede salvarte;
pues cuando mueren, se convierten en polvo
y ese mismo día se acaban sus proyectos. R.
R. Dichoso el que espera en el Señor.
Dichoso aquel que es auxiliado
por el Dios de Jacob
y pone su esperanza
en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto el mar encierra. R.
R. Dichoso el que espera en el Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Cf. Hch 16, 14

R. Aleluya, aleluya.
Abre, Señor, nuestros corazones
para que comprendamos las palabras de tu Hijo.
R. Aleluya.

Evangelio

Mt 13, 47-53

En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: “El Reino de los cielos se parece también a la red que los pescadores echan en el mar y recoge toda clase de peces. Cuando se llena la red, los pescadores la sacan a la playa y se sientan a escoger los pescados; ponen los buenos en canastos y tiran los malos. Lo mismo sucederá al final de los tiempos: vendrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los arrojarán al horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación.

¿Han entendido todo esto?’’ Ellos le contestaron: “Sí”. Entonces él les dijo: “Por eso, todo escriba instruido en las cosas del Reino de los cielos es semejante al padre de familia, que va sacando de su tesoro cosas nuevas y cosas antiguas”.

Y cuando acabó de decir estas parábolas, Jesús se marchó de allí.

Reflexión

El evangelio de Mateo 13, 47-53 nos presenta la parábola de la red, una enseñanza profunda y significativa sobre el Reino de los Cielos. En esta parábola, Jesús compara el Reino de los Cielos con una red que se lanza al mar y recoge peces de toda clase. Una vez llena, los pescadores la sacan a la orilla, se sientan y separan los peces buenos de los malos. Los buenos se ponen en cestas y los malos se desechan.

La imagen de la red que captura peces de toda clase simboliza la inclusividad del Reino de Dios. Todos somos llamados a formar parte de este Reino, sin importar nuestras diferencias. Esta llamada universal nos recuerda que la salvación y el amor de Dios están disponibles para todos, sin excepción.

El acto de separar los peces buenos de los malos representa el juicio final. Este juicio no debe ser visto con temor, sino como una oportunidad para examinar nuestras vidas y esforzarnos por vivir de acuerdo con los principios del Evangelio. Nos lleva a una introspección y a una conversión constante, buscando siempre mejorar y crecer en nuestra fe.

Además, esta parábola nos muestra la importancia de nuestras acciones y decisiones diarias. Los peces buenos representan las acciones y decisiones que están en consonancia con la voluntad de Dios, mientras que los peces malos simbolizan aquellas que nos alejan de Él. Esta enseñanza nos motiva a vivir de manera consciente, buscando siempre hacer el bien y evitar el mal.

Jesús concluye su enseñanza diciendo que todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es como un dueño de casa que saca de su tesoro cosas nuevas y viejas. Nos recalca la importancia de valorar tanto las enseñanzas antiguas como las nuevas, integrándolas en nuestra vida diaria para construir una fe sólida y auténtica.

En resumen, la parábola de la red nos llama a una vida de inclusividad, introspección, acción consciente y valoración de las enseñanzas divinas, para vivir de acuerdo con los principios del Reino de Dios, sabiendo que nuestras acciones y decisiones tienen un impacto eterno.




Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Al navegar por este sitio web, aceptas nuestras políticas de privacidad.
Acepto