julio 25, 2024 in Evangelios

Evangelio del 25 de julio del 2024 según San Mateo 20, 20-28

Fiesta de Santiago, Apóstol

Lectionary: 605

Primera lectura

2 Cor 4, 7-15
Hermanos: Llevamos un tesoro en vasijas de barro, para que se vea que esta fuerza tan extraordinaria proviene de Dios y no de nosotros mismos. Por eso sufrimos toda clase de pruebas, pero no nos angustiamos. Nos abruman las preocupaciones, pero no nos desesperamos. Nos vemos perseguidos, pero no desamparados; derribados, pero no vencidos.

Llevamos siempre y por todas partes la muerte de Jesús en nuestro cuerpo, para que en este mismo cuerpo se manifieste también la vida de Jesús. Nuestra vida es un continuo estar expuestos a la muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. De modo que la muerte actúa en nosotros, y en ustedes, la vida.

Y como poseemos el mismo espíritu de fe que se expresa en aquel texto de la Escritura: Creo, por eso hablo, también nosotros creemos y por eso hablamos, sabiendo que aquel que resucitó a Jesús nos resucitará también a nosotros con Jesús y nos colocará a su lado con ustedes. Y todo esto es para bien de ustedes, de manera que, al extenderse la gracia a más y más personas, se multiplique la acción de gracias para gloria de Dios.

Salmo Responsorial

Salmo 125, 1-2ab. 2cd-3. 4-5. 6

R. (5) Entre gritos de júbilo cosecharán
aquellos que siembran con dolor.
Cuando el Señor nos hizo volver del cautiverio,
creíamos soñar;
entonces no cesaba de reír nuestra boca,
ni se cansaba entonces la lengua de cantar.
R. Entre gritos de júbilo cosecharán
aquellos que siembran con dolor.
Aun los mismos paganos con asombro decían:
“¡Grandes cosas ha hecho por ellos el Señor!”
Y estábamos alegres,
pues ha hecho grandes cosas por su pueblo el Señor.
R. Entre gritos de júbilo cosecharán
aquellos que siembran con dolor.
Como cambian los ríos la suerte del desierto,
cambia también ahora nuestra suerte, Señor,
y entre gritos de júbilo
cosecharán aquellos que siembran con dolor.
R. Entre gritos de júbilo cosecharán
aquellos que siembran con dolor.
Al ir, iban llorando, cargando la semilla;
al regresar, cantando vendrán con sus gavillas.
R. Entre gritos de júbilo cosecharán
aquellos que siembran con dolor.

Aclamación antes del Evangelio

Cfr Jn 15, 16
R. Aleluya, aleluya.
Yo los he elegido del mundo, dice el Señor,
para que vayan y den fruto y su fruto permanezca.
R. Aleluya.

Evangelio

Mt 20, 20-28
En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los hijos de Zebedeo, junto con ellos, y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: “¿Qué deseas?” Ella respondió: “Concédeme que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, en tu Reino”. Pero Jesús replicó: “No saben ustedes lo que piden. ¿Podrán beber el cáliz que yo he de beber?” Ellos contestaron: “Sí podemos”. Y él les dijo: “Beberán mi cáliz; pero eso de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; es para quien mi Padre lo tiene reservado”.

Al oír aquello, los otros diez discípulos se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: “Ya saben que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. Que no sea así entre ustedes. El que quiera ser grande entre ustedes, que sea el que los sirva, y el que quiera ser primero, que sea su esclavo; así como el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar la vida por la redención de todos”.

Reflexión

El Evangelio de Mateo 20, 20-28 nos ofrece una lección valiosa sobre la humildad y el verdadero servicio. En este pasaje, la madre de Santiago y Juan se acerca a Jesús para pedirle un lugar privilegiado para sus hijos en su reino. Jesús, con paciencia y sabiduría, les explica que no saben lo que están pidiendo y que estos lugares no los concede Él, sino el Padre celestial. Luego, Jesús aprovecha la oportunidad para enseñar a sus discípulos sobre la verdadera grandeza.

En nuestra sociedad, a menudo buscamos posiciones de poder y reconocimiento, creyendo que estas nos traerán satisfacción y éxito. Sin embargo, Jesús nos muestra un camino diferente: el camino del servicio. Él dice claramente que quien desee ser grande entre nosotros debe ser servidor, y quien quiera ser el primero, debe ser esclavo de todos. 

El ejemplo supremo de servicio lo encontramos en el mismo Jesús, quien “no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.” Aquí, Jesús redefine la grandeza, no como un estatus que se alcanza a través del poder o la dominación, sino como una virtud que se cultiva mediante el servicio desinteresado a los demás. 

¿Cómo estamos sirviendo a los demás? ¿Buscamos reconocimiento o actuamos con un espíritu de humildad y generosidad? Estas son preguntas importantes que debemos considerar. La verdadera grandeza no se mide por nuestros logros personales o por los títulos que ostentamos, sino por nuestra capacidad de amar y servir a los demás sin esperar nada a cambio.

Al aplicar esta enseñanza a nuestro contexto actual, podemos encontrar muchas formas de servir a nuestra comunidad y a nuestros seres queridos. Ya sea a través de actos sencillos de bondad, como escuchar a alguien que necesita consuelo, o mediante esfuerzos más grandes, como participar en obras de caridad, cada acto de servicio cuenta y refleja el amor de Dios.




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