Evangelio del 17 de julio del 2024
Miércoles de la XV semana del Tiempo ordinario
Lectionary: 391
Primera lectura
“¡Ay Asiria, bastón de mi ira,
vara que mi furor maneja!
Contra una nación impía voy a guiarte,
contra un pueblo que experimenta mi cólera voy a mandarte,
para que lo saquees y lo despojes
y lo pisotees como el lodo de las calles.
Pero Asiria no lo piensa así
ni son éstos sus planes;
su intención es arrasar
y exterminar numerosas naciones,
pues dice: ‘Con el poder de mi mano lo hice
y con mi sabiduría, porque soy inteligente;
he borrado las fronteras de los pueblos,
he saqueado sus tesoros
y, como un gigante, he derribado a sus jefes.
Como un nido al alcance de mi mano
alcancé la riqueza de los pueblos
y como se recogen los huevos abandonados,
así cogí yo toda la tierra
y no hubo quien aleteara ni abriera el pico ni piara’ “.
Pero el Señor dice:
“¿Acaso presume el hacha
frente al que corta con ella?
¿O la sierra se tiene por más grande
que aquel que la maneja?
Como si la vara pudiera mover al que la levanta
y el bastón pudiera levantar a quien no es de madera.
Por eso, el Señor de los ejércitos
hará enflaquecer a los bien alimentados
y le prenderá fuego a su lujo,
como se enciende la leña”.
Salmo Responsorial
Señor, los malvados humillan a tu pueblo
y oprimen a tu heredad;
asesinan a las viudas y a los forasteros
y degüellan a los huérfanos.
R. Escucha, Señor, a tu pueblo.
Y comentan: “El Señor no lo ve,
el Dios de Jacob no se entera”.
Entérense, insensatos;
necios, ¿cuándo van ustedes a entender?
R. Escucha, Señor, a tu pueblo.
El que plantó el oído ¿no va a oír?
El formó el ojo ¿no va a ver?
El que educa a los pueblos ¿no va a castigar?
El que instruye al hombre ¿no va a saber?
R. Escucha, Señor, a tu pueblo.
Jamás rechazará Dios a su pueblo
ni dejará a los suyos sin amparo.
Hará justicia al justo
y dará un porvenir al hombre honrado.
R. Escucha, Señor, a tu pueblo.
Aclamación antes del Evangelio
Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has revelado los misterios del Reino
a la gente sencilla.
R. Aleluya.
Evangelio
El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”.
Reflexión
En el pasaje de Mateo 11, 25-27, Jesús eleva una oración de agradecimiento al Padre, revelando una profunda verdad sobre la naturaleza de la revelación divina. Jesús expresa gratitud porque los secretos del Reino no se han revelado a los sabios y entendidos, sino a los humildes y sencillos. Este acto de agradecimiento nos invita a considerar la humildad como una virtud esencial para comprender la sabiduría divina.
A menudo valoramos el conocimiento académico y la sofisticación intelectual, pero este pasaje nos recuerda que el verdadero entendimiento espiritual no depende de nuestras capacidades intelectuales, sino de la disposición de nuestro corazón. La sabiduría de Dios se revela a quienes se acercan con sencillez y humildad, dispuestos a recibirla como un regalo, no como un logro.
Jesús también habla de la intimidad de su relación con el Padre, una relación única que abre la puerta para que otros también puedan conocer a Dios. Esta comunión entre el Padre y el Hijo nos enseña sobre la importancia de la relación y la conexión genuina en la vida espiritual. No es solo un conocimiento intelectual, sino un conocimiento relacional, una experiencia vivida de amor y confianza.
Al reflexionar sobre este pasaje, somos llamados a examinar nuestras propias vidas. ¿Estamos abiertos a la simplicidad del evangelio? ¿Buscamos entender a Dios con humildad, o nos apoyamos en nuestra propia comprensión? Este es un recordatorio para buscar una relación más profunda y auténtica con Dios, una que esté marcada por la humildad y la apertura al misterio divino revelado a través de Jesús.
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