Evangelio del 12 de julio del 2024
Viernes de la XIV semana del Tiempo ordinario
Lectionary: 387
Primera lectura
Esto dice el Señor Dios:
“Israel, conviértete al Señor, Dios tuyo,
pues tu maldad te ha hecho sucumbir.
Arrepiéntanse y acérquense al Señor para decirle:
‘Perdona todas nuestras maldades,
acepta nuestro arrepentimiento sincero,
que solemnemente te prometemos.
Ya no nos salvará Asiria,
ya no confiaremos en nuestro ejército,
ni volveremos a llamar “dios nuestro”
a las obras de nuestras manos,
pues sólo en ti encuentra piedad el huérfano’.
Yo perdonaré sus infidelidades, dice el Señor;
los amaré, aunque no lo merezcan,
porque mi cólera se ha apartado de ellos.
Seré para Israel como rocío;
mi pueblo florecerá como el lirio,
hundirá profundamente sus raíces, como el álamo,
y sus renuevos se propagarán;
su esplendor será como el del olivo
y tendrá la fragancia de los cedros del Líbano.
Volverán a vivir bajo mi sombra,
cultivarán los trigales y las viñas,
que serán tan famosas como las del Líbano.
Ya nada tendrá que ver Efraín con los ídolos.
Yo te he castigado, pero yo también te voy a restaurar,
pues soy como un ciprés verde,
y gracias a mí, tú das frutos.
Quien sea sabio, que comprenda estas cosas
y quien sea prudente, que las conozca.
Los mandamientos del Señor son rectos
y los justos los cumplen;
los pecadores, en cambio, tropiezan en ellos y caen’’.
Salmo Responsorial
R. (17b) Abre, Señor, mis labios y te alabaré.
Por tu inmensa compasión y misericordia,
Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas.
Lávame bien de todos mis delitos
y purifícame de mis pecados. R.
R. Abre, Señor, mis labios y te alabaré.
Enséñame, Señor,
La rectitud de corazón que quieres.
Lávame tú, Señor, y purifícame
y quedaré más blanco que la nieve. R.
R. Abre, Señor, mis labios y te alabaré.
Crea en mí, Señor, un corazón puro,
un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos.
No me arrojes, Señor, lejos de ti
ni retires de mí tu santo espíritu. R.
R. Abre, Señor, mis labios y te alabaré.
Devuélveme tu salvación, que regocija,
y mantén en mí un alma generosa.
Señor, abre mis labios
y cantará mi boca tu alabanza. R.
R. Abre, Señor, mis labios y te alabaré.
Aclamación antes del Evangelio
R. Aleluya, aleluya.
Cuando venga el Espíritu de verdad,
él les enseñará toda la verdad
y les recordará todo cuanto yo les he dicho, dice el Señor.
R. Aleluya.
Evangelio
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: “Yo los envío como ovejas entre lobos. Sean, pues, precavidos como las serpientes y sencillos como las palomas.
Cuídense de la gente, porque los llevarán a los tribunales, los azotarán en las sinagogas, los llevarán ante gobernadores y reyes por mi causa; así darán testimonio de mí ante ellos y ante los paganos. Pero, cuando los enjuicien, no se preocupen por lo que van a decir o por la forma de decirlo, porque en ese momento se les inspirará lo que han de decir. Pues no serán ustedes los que hablen, sino el Espíritu de su Padre el que hablará por ustedes.
El hermano entregará a su hermano a la muerte, y el padre a su hijo; los hijos se levantarán contra sus padres y los matarán; todos los odiarán a ustedes por mi causa, pero el que persevere hasta el fin, se salvará.
Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra. Yo les aseguro que no alcanzarán a recorrer todas las ciudades de Israel, antes de que venga el Hijo del hombre’’.
Reflexión
En el Evangelio de Mateo 10, 16-23, Jesús advierte a sus discípulos sobre las dificultades y persecuciones que enfrentarán al llevar su mensaje. Los compara con ovejas en medio de lobos, instándolos a ser astutos como serpientes y sencillos como palomas.
La historia de la Iglesia está llena de ejemplos de creyentes que, enfrentando adversidades, se han mantenido firmes. Desde los mártires de los primeros siglos hasta aquellos que en tiempos modernos sufren persecución por su fe, el mensaje de Jesús ha sido una fuente de fortaleza y esperanza.
En nuestra vida, también encontramos situaciones que ponen a prueba nuestra integridad y valores. A menudo se celebra la astucia sin ética y la simplicidad puede ser vista como debilidad, las palabras de Jesús nos llaman a mantener un equilibrio. Ser astutos como serpientes significa ser sagaces, tener discernimiento y actuar con prudencia. La sencillez de las palomas nos recuerda la importancia de la honestidad, la pureza de intención y la paz.
Aplicar estas enseñanzas hoy puede implicar tomar decisiones éticas en nuestros trabajos, siendo honestos en nuestras relaciones y manteniéndonos firmes en nuestras convicciones, incluso cuando es difícil. La astucia y la sencillez no son características opuestas; más bien, juntas forman un carácter cristiano balanceado que es sabio y prudente.
Jesús también promete que el Espíritu Santo nos guiará y nos dará las palabras necesarias en momentos de tribulación. Esta promesa nos consuela y nos da valor, recordándonos su presencia en nuestras luchas. Enfrentar los obstáculos de la vida con esta confianza puede transformar nuestras dificultades en testimonios de fe y resistencia.
El mensaje sigue siendo una guía relevante para vivir con integridad y valor en medio de un mundo complejo y a veces hostil.
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