julio 1, 2024 in Evangelios

Evangelio del 1 de julio del 2024

Lunes de la XIII semana del Tiempo ordinario

Lectionary: 377

Primera lectura

Am 2, 6-10. 13-16
Esto dice el Señor:
“Por sus innumerables pecados
no perdonaré a Israel.
Porque venden al inocente por dinero,
y al pobre, por un par de sandalias.
Aplastan a los pobres contra el suelo
y sacan del camino a los humildes.
Padre e hijo acuden a la misma mujer,
profanando mi santo nombre.
Sobre ropas tomadas como prenda
se sientan a comer en sus santuarios
y se beben las multas de los pobres
en el templo de su Dios.Cuando ustedes llegaron a esta tierra,
yo destruí a los amorreos;
eran altos como los cedros
y fuertes como las encinas;
destruí sus frutos por arriba,
y por abajo, sus raíces.
En cambio, a ustedes yo los saqué de Egipto
y los conduje por el desierto durante cuarenta años,
para darles en posesión la tierra de los amorreos.

Pues bien, ahora yo los aplastaré contra el suelo,
como la carreta tritura las espigas.
El más veloz no logrará escapar,
al más fuerte de nada le servirá su fuerza,
y ni el más valiente salvará su vida.
El arquero no resistirá,
no se librará el más ágil,
el jinete no se salvará,
el soldado más fuerte y valiente
huirá desnudo aquel día”.

Salmo Responsorial

Salmo 49, 16bc-17.18-19. 20-21. 22-23

R. (22a) Perdona a tu pueblo, Señor.
¿Por qué citas mis preceptos
y hablas a toda hora de mi pacto,
tú, que detestas la obediencia
y echas en saco roto mis mandatos?
R. Perdona a tu pueblo, Señor.
Cuando ves un ladrón, corres con él,
te juntas con los adúlteros;
usas tu lengua para el mal,
tu boca trama el engaño.
R. Perdona a tu pueblo, Señor.
Te pones a insultar a tu hermano
y deshonras al hijo de tu madre.
Tú haces esto, ¿y yo tengo que callarme?
¿Crees acaso que yo soy como tú?
No, yo te reprenderé y te echaré en cara tus pecados.
R. Perdona a tu pueblo, Señor.
Quien las gracias me da, ése me honra,
y yo salvaré al que cumple mi voluntad.
Entiendan bien esto los que olvidan a Dios,
no sea que los destroce sin remedio.
R. Perdona a tu pueblo, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Cfr Sal 94, 8
R. Aleluya, aleluya.
Hagámosle caso al Señor, que nos dice:
“No endurezcan su corazón”.
R. Aleluya.

Evangelio

Mt 8, 18-22

En aquel tiempo, al ver Jesús que la multitud lo rodeaba, les ordenó a sus discípulos que cruzaran el lago hacia la orilla de enfrente.

En ese momento se le acercó un escriba y le dijo: “Maestro, te seguiré a dondequiera que vayas”. Jesús le respondió: “Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene en donde reclinar la cabeza”.

Otro discípulo le dijo: “Señor, permíteme ir primero a enterrar a mi padre”. Pero Jesús le respondió: “Tú sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos”.

Reflexión

Mateo 8, 18-22 nos lleva al contexto histórico del pasaje de Jesús revela la importancia de las responsabilidades familiares y las tradiciones en su tiempo. Jesús, al responder de manera directa y aparentemente dura a aquellos que querían seguirlo, no estaba desvalorizando estas responsabilidades, sino subrayando una verdad fundamental: seguirlo requiere un compromiso total y absoluto, sin reservas.

Hoy en día, en nuestro entorno moderno, esta enseñanza nos llama a reflexionar sobre nuestras propias prioridades. A menudo nos encontramos atrapados en el ajetreo diario: las presiones del trabajo, las obligaciones familiares, y las distracciones de la vida moderna. Pero, ¿qué lugar ocupa nuestra fe y nuestra relación con Dios en medio de todo esto?

Imaginemos que en su trabajo, enfrenta un dilema ético. Tal vez te pidan que comprometa sus valores para alcanzar un objetivo profesional. Aquí es donde el mensaje de Jesús nos interpela directamente: seguirlo implica mantener nuestra integridad y actuar con rectitud, aun cuando hacerlo no sea lo más conveniente o lo que esperan los demás.  ¿Es esto correcto? 

En nuestro hogar, las exigencias diarias pueden hacer que olvidemos la importancia de vivir nuestra fe en cada interacción. Jesús nos llama a ser pacientes, compasivos y generosos, incluso cuando estamos cansados o frustrados. Esto puede significar tomarse el tiempo para escuchar a un hijo que necesita apoyo, o mostrar amor y comprensión en momentos de conflicto.

En nuestros momentos de entretenimiento, elegir seguir a Jesús puede significar optar por actividades que edifiquen y fortalezcan nuestra fe y nuestros valores, en lugar de aquellas que nos alejen de ellos. Es una invitación a vivir de manera coherente en todos los aspectos de nuestra vida, reflejando nuestra fe en cada decisión, grande o pequeña.

Seguir a Jesús no es fácil y requiere valentía y determinación. Nos desafía a poner a Dios en el centro de nuestras vidas, reorganizando nuestras prioridades y viviendo de acuerdo a nuestros valores cristianos en cada ámbito. Este compromiso nos ofrece una vida llena de propósito y paz, una paz que viene de saber que estamos viviendo conforme a nuestra fe y nuestras convicciones más profundas.




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