Evangelio del 19 de de junio del 2024
Miércoles de la XI semana del Tiempo ordinario
Lectionary: 367
Primera lectura
Los acompañaban cincuenta hombres de la comunidad de los profetas, los cuales, al llegar Elías y Eliseo a la orilla del Jordán, se detuvieron a cierta distancia de ellos. Elías tomó su manto, lo enrolló y con él golpeó las aguas; éstas se separaron a un lado y a otro, y ambos pasaron el río sin mojarse.
Después de cruzar, Elías le dijo a Eliseo: “Pídeme lo que quieras que haga por ti, antes de que sea arrebatado de tu lado”. Respondió Eliseo: “Que sea el heredero principal de tu espíritu”. Le dijo Elías: “Es difícil lo que pides; pero si alcanzas a verme, cuando sea arrebatado de tu lado, lo obtendrás; si no, no lo obtendrás”.
Siguieron caminando y conversando, cuando un carro de fuego, con caballos de fuego, se interpuso entre ellos, y Elías subió al cielo en un remolino. Eliseo lo veía alejarse y le gritaba: “¡Padre mío, padre mío, carro y auriga de Israel!”
Y ya no lo volvió a ver. Entonces se rasgó las vestiduras, recogió el manto que se le había caído a Elías, regresó y se detuvo en la orilla del Jordán. Tomó el manto de Elías y golpeó con él las aguas, y no se separaron. Entonces dijo: “¿Dónde está el Señor, el Dios de Elías?” Volvió a golpear las aguas y entonces se separaron a un lado y a otro, y pasó Eliseo.
Salmo Responsorial
R. (25) Amemos al Señor todos sus fieles.
¡Qué grande es la bondad que has reservado,
Señor, para tus fieles!
Con quien se acoge a ti,
Señor, ¡que bueno eres!
R. Amemos al Señor todos sus fieles.
Tu presencia lo ampara
de todas las intrigas de los hombres,
y lo pone a resguardo
de las burlas y las murmuraciones.
R. Amemos al Señor todos sus fieles.
Que amen al Señor todos sus fieles,
Pues protege a los leales
y a los soberbios da lo que merecen.
R. Amemos al Señor todos sus fieles.
Aclamación antes del Evangelio
El que me ama cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará
y haremos en él nuestra morada, dice el Señor.
R. Aleluya.
Evangelio
Por lo tanto, cuando des limosna, no lo anuncies con trompeta, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, para que los alaben los hombres. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes hagan oración, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora ante tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como esos hipócritas que descuidan la apariencia de su rostro, para que la gente note que están ayunando. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que no sepa la gente que estás ayunando, sino tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará’’.
Reflexión
En Mateo 6:1-6, 16-18 nos habla del judaísmo del primer siglo, la práctica de la justicia incluía actos de piedad como la limosna, la oración y el ayuno. Estos actos eran vistos como fundamentales para la vida espiritual, pero Jesús advierte contra la ostentación y la hipocresía en su práctica.
“Cuídense de no practicar su justicia delante de otros para ser vistos por ellos. Si lo hacen, no tendrán recompensa de su Padre que está en los cielos.” Aquí, Jesús nos llama a examinar nuestras motivaciones. ¿Por qué hacemos lo que hacemos? ¿Buscamos la aprobación de los demás o el reconocimiento de Dios?
En nuestra vida diaria, es fácil caer en la trampa de buscar validación externa. Podríamos dar a los necesitados, orar o ayunar, pero si nuestras acciones están motivadas por el deseo de ser vistos y al abados, hemos perdido el verdadero propósito de estas prácticas.
Jesús continúa diciendo: “Cuando des a los necesitados, no lo anuncies con trompeta… para ser honrados por otros.” Este principio nos invita a la humildad y a realizar actos de bondad en secreto, sabiendo que Dios ve y recompensará lo que hacemos en privado.
Pongamos un ejemplo, participamos en una obra benéfica. En lugar de publicar cada detalle en las redes sociales para obtener elogios, podríamos optar por mantenerlo en privado, enfocándonos en el impacto real que estamos teniendo en las vidas de los demás. Este enfoque nos ayuda a cultivar una actitud de servicio genuino.
Jesús también habla sobre la oración y el ayuno, diciendo: “Cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en secreto… Y cuando ayunes, no pongas cara triste.” Estas prácticas son entre nosotros y Dios, y no deben ser utilizadas para ganar reconocimiento humano.
En lugar de hacer alarde de nuestras disciplinas espirituales, podemos encontrar un lugar tranquilo para orar y dedicar tiempo a Dios en secreto. Cuando ayunemos, podemos hacerlo con alegría y discreción, enfocándonos en nuestra relación con Dios y en el propósito del ayuno y no en lo que los demás piensan.
De esta manera, Mateo nos desafía a vivir una vida de integridad y autenticidad. Además nos hace reflexionar sobre nuestras motivaciones y a realizar nuestras prácticas de piedad con humildad y sinceridad. Porque a l hacerlo, encontramos una recompensa mucho mayor que la aprobación humana: una relación profunda y sincera con nuestro Padre celestial.
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