Evangelio del 16 de junio del 2024
XI Domingo Ordinario
Lectionary: 92
Primera lectura
“Yo tomaré un renuevo de la copa de un gran cedro,
de su más alta rama cortaré un retoño.
Lo plantaré en la cima de un monte excelso y sublime.
Lo plantaré en la montaña más alta de Israel.
Echará ramas, dará fruto
y se convertirá en un cedro magnífico.
En él anidarán toda clase de pájaros
y descansarán al abrigo de sus ramas.Así, todos los árboles del campo sabrán que yo, el Señor,
humillo los árboles altos
y elevo los árboles pequeños;
que seco los árboles lozanos
y hago florecer los árboles secos.
Yo, el Señor, lo he dicho y lo haré”.
Salmo Responsorial
R. (cf. 2a) ¡Que bueno es darte gracias Señor!
¡Que bueno es darte gracias, Dios altísimo
y celebrar tu nombre,
pregonando tu amor cada mañana
y tu fidelidad, todas las noches.
R. ¡Que bueno es darte gracias Señor!
Los justos crecerán como las palmas,
como los cedros en los altos montes;
plantados en la casa del Señor,
en medio de sus atrios darán flores.
R. ¡Que bueno es darte gracias Señor!
Seguirán dando fruto en su vejez,
frondosos y lozanos como jóvenes,
para anunciar que en Dios, mi protector,
ni maldad ni injusticia se conocen.
R. ¡Que bueno es darte gracias Señor!
Segunda lectura
Aclamación antes del Evangelio
La semilla es la palabra de Dios y el sembrador es Cristo;
todo aquel que lo encuentra vivirá para siempre.
R. Aleluya.
Evangelio
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: “El Reino de Dios se parece a lo que sucede cuando un hombre siembra la semilla en la tierra: que pasan las noches y los días, y sin que él sepa cómo, la semilla germina y crece; y la tierra, por sí sola, va produciendo el fruto: primero los tallos, luego las espigas y después los granos en las espigas. Y cuando ya están maduros los granos, el hombre echa mano de la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha”.
Les dijo también: “¿Con qué compararemos el Reino de Dios? ¿Con qué parábola lo podremos representar? Es como una semilla de mostaza que, cuando se siembra, es la más pequeña de las semillas; pero una vez sembrada, crece y se convierte en el mayor de los arbustos y echa ramas tan grandes, que los pájaros pueden anidar a su sombra”.
Y con otras muchas parábolas semejantes les estuvo exponiendo su mensaje, de acuerdo con lo que ellos podían entender. Y no les hablaba sino en parábolas; pero a sus discípulos les explicaba todo en privado.
Reflexión
El pasaje de Marcos 4:26-34 nos presenta dos parábolas de Jesús sobre el reino de Dios: la parábola de la semilla que crece por sí sola y la parábola del grano de mostaza. Ambas parábolas nos ofrecen una visión del crecimiento del reino de Dios de una manera sorprendente y alentadora.
Jesús enseñaba a menudo en parábolas, utilizando imágenes y situaciones familiares para quienes le escuchaban. La agricultura era una parte fundamental de la vida diaria en la Palestina del primer siglo, por lo que las parábolas sobre semillas y crecimiento resonaban profundamente con su audiencia.
La parábola de la semilla que crece por sí sola nos muestra que el reino de Dios crece de manera misteriosa e independiente de nuestros esfuerzos. “El hombre siembra la semilla… y la semilla brota y crece, aunque él no sabe cómo.” Nos recuerda que, aunque debemos ser fieles en sembrar la palabra de Dios, el verdadero crecimiento y fruto dependen de Dios.
A menudo nos sentimos frustrados por la falta de resultados visibles en nuestros esfuerzos espirituales o ministeriales. Podemos trabajar arduamente sin ver un cambio inmediato. Pero esta parábola nos enseña a confiar en el proceso y en el poder de Dios para hacer crecer las semillas que hemos plantado.
La parábola del grano de mostaza complementa esta enseñanza al mostrar cómo algo tan pequeño puede crecer y convertirse en algo grande y significativo. “Es la más pequeña de todas las semillas, pero cuando crece, se convierte en la mayor de todas las hortalizas.” Esto nos anima a no menospreciar los comienzos humildes y a reconocer el potencial en las pequeñas acciones de fe.
Un pequeño acto de bondad, como ayudar a un vecino en necesidad. Aunque pueda parecer insignificante, puede tener un impacto duradero y generar un cambio positivo en la vida de esa persona. De manera similar, nuestras oraciones, palabras de aliento y testimonios de fe.
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