junio 15, 2024 in Evangelios

Evangelio del 15 de junio del 2024

Sábado de la X semana del Tiempo ordinario

Lectionary: 364

Primera lectura

1 Reyes 9, 19-21
Por aquel entonces, Elías partió luego y encontró a Eliseo, hijo de Safat, que estaba arando. Delante de él trabajaban doce yuntas de bueyes y él trabajaba con la última. Elías pasó junto a él y le echó encima su manto. Entonces Eliseo abandonó sus bueyes, corrió detrás de Elías y le dijo: “Déjame dar a mis padres el beso de despedida y te seguiré”. Elías le contestó: “Ve y vuelve, porque bien sabes lo que ha hecho el Señor contigo”.

Se fue Eliseo, se llevó los dos bueyes de la yunta, los sacrificó, asó la carne en la hoguera que hizo con la madera del arado y la repartió a su gente para que se la comieran. Luego se levantó, siguió a Elías y se puso a su servicio.

Salmo Responsorial

Salmo 15, 1-2a y 5. 7-8. 9-10
R. (cf. 5a) Señor, mi vida está en tus manos.
Protégeme, Dios mío, pues eres mi refugio.
Yo siempre he dicho que tú eres mi Señor.
El Señor es la parte que me ha tocado en herencia:
mi vida está en tus manos.
R. Señor, mi vida está en tus manos.
Bendeciré al Señor, que me aconseja;
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor
y con él a mi lado, jamás tropezaré.
R. Señor, mi vida está en tus manos.
Por eso se me alegran el corazón y el alma
y mi cuerpo vivirá tranquilo,
porque tú no me abandonarás a la muerte
ni dejarás que sufra yo la corrupción.
R. Señor, mi vida está en tus manos.

Aclamación antes del Evangelio

Sal 118, 36. 29
R. Aleluya, aleluya.
Inclina, Dios mío, mi corazón a tus preceptos
y dame la gracia de cumplir tu voluntad.
R. Aleluya.

Evangelio

Mt 5, 33-37
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Han oído ustedes que se dijo a los antiguos: No jurarás en falso y le cumplirás al Señor lo que le hayas prometido con juramento. Pero yo les digo: No juren de ninguna manera, ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es donde él pone los pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del gran Rey.

Tampoco jures por tu cabeza, porque no puedes hacer blanco o negro uno solo de tus cabellos. Digan simplemente sí, cuando es sí; y no, cuando es no. Lo que se diga de más, viene del maligno’’.

Reflexión

Mateo 5:33-37 nos invita a reflexionar sobre la honestidad y la integridad en nuestras palabras, un aspecto primordial para construir confianza y credibilidad en nuestras relaciones.

En tiempos de Jesús, los juramentos eran una forma común de garantizar la veracidad de una afirmación. Sin embargo, muchas veces estos juramentos se utilizaban de manera superficial o para engañar, lo que erosionaba la confianza en la sociedad.

Jesús dice: “No juren en absoluto… Que su ‘sí’ sea ‘sí’, y su ‘no’ sea ‘no’; cualquier cosa más allá de esto proviene del maligno.” Con estas palabras, Él nos llama a una honestidad radical, donde nuestras palabras sean fiables y no necesiten adornarse con juramentos para ser creídas.

Hoy día, la tentación de manipular la verdad puede ser fuerte. Podríamos sentir la necesidad de exagerar para impresionar a otros o minimizar ciertos detalles para evitar problemas. Pero Jesús nos enseña que la verdadera integridad se encuentra en la simplicidad y transparencia de nuestras palabras.

En muchos trabajos, estudios o casa se cometen errores que afectan a los demás. En ocasiones la tentación podría ser culpar a otra persona o encubrir lo sucedido. Sin embargo, optar por ser honestos y asumir la responsabilidad refleja integridad y a la vez confianza con nuestros colegas y superiores. A largo plazo, esta actitud es mucho más beneficiosa para nuestra reputación y nuestras  relaciones laborales.

Jesús nos desafía a ser personas de palabra, a construir una cultura de confianza donde lo que decimos tenga peso y credibilidad. Esto no solo se aplica a nuestras relaciones personales, sino también en nuestras interacciones profesionales y sociales.

En la antigua sociedad judía, los juramentos se consideraban sagrados y vinculantes, pero con el tiempo, la práctica se había corrompido. Jesús, al rechazar el uso de juramentos, restauraba el valor de la simple verdad.  Actualmente, a menudo encontramos promesas rotas y palabras vacías en la política, los negocios y hasta en nuestras propias relaciones. Volver a la integridad en nuestras palabras es un llamado a transformar nuestra cultura desde la base.

Vivamos de manera auténtica para recuperar la confianza. Al permitir que nuestro ‘sí’ sea ‘sí’ y nuestro ‘no’ sea ‘no’, construimos relaciones más fuertes y reflejamos el carácter de Cristo en cada aspecto de nuestra vida.




Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Al navegar por este sitio web, aceptas nuestras políticas de privacidad.
Acepto