junio 3, 2024 in Evangelios

Evangelio del 3 de junio del 2024

Memoria de San Carlos Lwanga y compañeros, mártires

Lectionary: 353

Primera lectura

2 Ped 1, 1-7
Yo, Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, les escribo a ustedes, los que han obtenido una fe tan preciosa como la nuestra, gracias a la justicia de Jesucristo, nuestro Dios y Salvador. Que abunden entre ustedes la gracia y la paz, por el conocimiento de Jesucristo, nuestro Señor.

Su acción divina nos ha otorgado todo lo necesario para llevar una vida de santidad, mediante el conocimiento profundo del que nos ha llamado con su propia gloria y poder. Por medio de los cuales nos han sido otorgados también los grandes y maravillosos bienes prometidos, para que por ellos puedan ustedes escapar de la corrupción que las pasiones desordenadas provocan en el mundo, y lleguen a participar de la naturaleza divina. Por eso, esfuércense en añadir a su fe, buena conducta; a la buena conducta, el conocimiento; al conocimiento, el dominio propio; al dominio propio, la paciencia; a la paciencia, la piedad; a la piedad, el amor fraterno, y al amor fraterno, la caridad.

Salmo Responsorial

Salmo 90, 1-2. 14-15AB. 15C-16
R. (2b) Tú eres mi Dios y en ti confío.
Tú, que vivas al amparo del Altísimo,
y descansas a la sombra del todopoderoso,
dile al Señor: “Tú eres mi refugio y fortaleza;
tú eres mi Dios y en ti confío”.
R. Tú eres mi Dios y en ti confío.
“Puesto que tú me conoces y me amas, dice el Señor,
yo te libraré y te pondré a salvo.
Cuando tú me invoques, yo te escucharé
y en tus angustias estaré contigo”.
R. Tú eres mi Dios y en ti confío.
“A quien se acoge a mí, dice el Señor,
yo lo defenderé y colmaré de honores;
lo haré disfrutar de larga vida
y haré que pueda ver mi salvación”.
R. Tú eres mi Dios y en ti confío.

Aclamación antes del Evangelio

Cfr Apoc 1, 5
R. Aleluya, aleluya.
Señor Jesús, testigo fiel, primogénito de entre los muertos,
tu amor por nosotros es tan grande,
que has lavado nuestras culpas con tu sangre.
R. Aleluya.

Evangelio

Mc 12, 1-12
En aquel tiempo, Jesús comenzó a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, a los escribas y a los ancianos y les dijo:

“Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar, construyó una torre para el vigilante, se la alquiló a unos viñadores y se fue de viaje al extranjero.

A su tiempo, les envió a los viñadores un criado para recoger su parte del fruto de la viña. Ellos se apoderaron de él, lo golpearon y lo devolvieron sin nada. Les envió otro criado, pero ellos lo descalabraron y lo insultaron. Volvió a enviarles otro y lo mataron. Les envió otros muchos y los golpearon o los mataron.

Ya sólo le quedaba por enviar a uno, su hijo querido, y finalmente también se lo envió, pensando: ‘A mi hijo sí lo respetarán’. Pero al verlo llegar, aquellos viñadores se dijeron: ‘Éste es el heredero; vamos a matarlo y la herencia será nuestra’. Se apoderaron de él, lo mataron y arrojaron su cuerpo fuera de la viña.

¿Qué hará entonces el dueño de la viña? Vendrá y acabará con esos viñadores y dará la viña a otros. ¿Acaso no han leído en las Escrituras: La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente?”

Entonces los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, quisieron apoderarse de Jesús, porque se dieron cuenta de que por ellos había dicho aquella parábola, pero le tuvieron miedo a la multitud, dejaron a Jesús y se fueron de ahí.

Reflexión

El pasaje de hoy de Marcos 12, 1-12 nos hace pensar en nuestra rutina diaria, a menudo nos encontramos cuidando cosas que no son completamente nuestras. Pensemos en nuestro trabajo, nuestras relaciones o incluso nuestro entorno. Todo esto es como una viña que se nos ha confiado, no para poseerla, sino para cultivarla y hacerla prosperar.

El Evangelio de hoy nos invita a reflexionar sobre cómo manejamos estas responsabilidades. ¿Actuamos con amor y cuidado, o nos dejamos llevar por el egoísmo y la complacencia? En la historia, los labradores fallaron porque se olvidaron de su verdadero rol. Nosotros también, a veces, podemos caer en la trampa de actuar como si todo nos perteneciera, olvidando que somos simplemente administradores.

En el trabajo, podemos sentirnos tentados a tomar atajos o a actuar de manera deshonesta para obtener un beneficio personal. En nuestras relaciones, podríamos descuidar a las personas que nos rodean, olvidando mostrarles el respeto y el amor que merecen. Incluso en nuestra comunidad, podríamos pasar por alto las necesidades de los demás, centrados solo en nuestros propios intereses.

Jesús nos llama a una vida de servicio y responsabilidad. Nos recuerda que lo que realmente importa es cómo tratamos a los demás y cómo manejamos lo que se nos ha confiado. No se trata de ser perfectos, sino de esforzarnos por ser mejores cada día, actuando con integridad y compasión en todo lo que hacemos.

Así que hoy, mientras navegamos por nuestras tareas y responsabilidades, pensemos en cómo podemos ser mejores administradores de nuestra “viña”. Cada pequeña acción de bondad, cada esfuerzo por ser justos y cada momento de gratitud nos acerca más a vivir de acuerdo con el mensaje de amor y servicio de Jesús.




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