junio 1, 2024 in Evangelios

Evangelio del 1 de junio del 2024

Memoria de San Justino, mártir

Lectionary: 352

Primera lectura

Judas 17. 20-25
Queridos hermanos: Recuerden las palabras que les predicaron los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo. Consolídense sobre el cimiento de su fe santa, oren movidos por el Espíritu Santo, conserven en ustedes el amor a Dios, en espera de que la misericordia de nuestro Señor Jesucristo les dé la vida eterna.

A los indecisos traten de convencerlos, para arrancarlos del fuego de la condenación; a los otros, manifiéstenles compasión, pero con cautela, aborreciendo aun la ropa contaminada por su mala vida.

Al Dios único, nuestro Salvador, que puede preservarlos a ustedes de todo pecado y hacer que se presenten ante su gloria gozosos y sin mancha, honor y gloria, fuerza y poder, por Jesucristo, nuestro Señor, desde siempre, ahora y por todos los siglos. Amén.

Salmo Responsorial

Salmo 62, 2. 3-4. 5-6. 8-9
R. (2b) Señor, mi alma tiene sed de ti.
Señor, tú eres mi Dios, a ti te busco;
de ti sedienta está mi alma.
Señor, todo mi ser te añora
como el suelo reseco añora del agua.
R. Señor, mi alma tiene sed de ti.
Para admirar tu gloria y tu poder,
con este afán te busco en tu santuario.
Pues mejor es tu amor que la existencia;
siempre, Señor, te alabarán mis labios.
R. Señor, mi alma tiene sed de ti.
Podré así bendecirte mientras viva
y levantar en oración mis manos.
De lo mejor se saciará mi alma;
te alabaré con jubilosos labios.
R. Señor, mi alma tiene sed de ti.

Aclamación antes del Evangelio

Cfr Col 3, 16. 17
R. Aleluya, aleluya.
Que la palabra de Cristo habite en ustedes abundantemente.
Háganlo todo dando gracias a Dios Padre, por medio de Cristo.
R. Aleluya.

Evangelio

Mc 11, 27-33
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron de nuevo a Jerusalén, y mientras Jesús caminaba por el templo, se le acercaron los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, y le preguntaron: “¿Con qué autoridad haces todo esto? ¿Quién te ha dado autoridad para actuar así?”

Jesús les respondió: “Les voy a hacer una pregunta. Si me la contestan yo les diré con qué autoridad hago todo esto. El bautismo de Juan, ¿era cosa de Dios o de los hombres? Contéstenme”.

Ellos se pusieron a razonar entre sí: “Si le decimos que de Dios, nos dirá: ‘Entonces ¿por qué no le creyeron?’, y ¿si le decimos que de los hombres…?” Pero, como le tenían miedo a la multitud, pues todos consideraban a Juan como verdadero profeta, le respondieron a Jesús: “No lo sabemos”. Entonces Jesús les replicó: “Pues tampoco yo les diré con qué autoridad hago todo esto”.

Reflexión

En nuestra vida cotidiana, a menudo nos encontramos con situaciones que nos desafían a cuestionar la autoridad y las decisiones que se toman. El fragmento del Evangelio de Marcos 11, 27-33, nos presenta una escena donde la autoridad de Jesús es cuestionada por los líderes religiosos de su tiempo. Este pasaje nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de la autoridad y la humildad necesaria para reconocer la verdad.

En el contexto actual, esta reflexión nos recuerda que en nuestras familias, comunidades y lugares de trabajo, a menudo enfrentamos diferentes dilemas donde debemos discernir quién tiene la legitimidad para guiar y tomar decisiones. No se trata simplemente de posiciones de poder, sino de la autenticidad y el compromiso con el bienestar común.

Podemos aplicar esta enseñanza a nuestro entorno familiar, social y personal. A menudo, las verdaderas autoridades son aquellas que actúan con integridad y desinterés, buscando siempre el bien de los demás antes que el propio. Es crucial cultivar una actitud de discernimiento y humildad, reconociendo que la verdadera sabiduría puede provenir de fuentes inesperadas y que todos estamos llamados a contribuir al bien común con nuestras acciones y decisiones diarias.

Además, este pasaje nos lleva  a reflexionar sobre nuestra capacidad de escucha y apertura al cambio. A menudo, nuestras propias ideas y prejuicios pueden nublar nuestro juicio, impidiéndonos ver la verdad y aceptar la guía de aquellos que verdaderamente actúan con sabiduría y compasión. Es vital que, en nuestro día a día, practiquemos la empatía y la capacidad de escuchar a los demás, reconociendo que la verdad y la justicia pueden manifestarse de maneras que no esperamos y a través de personas que, quizás, no hubiéramos considerado como autoridades. En este sentido, el Evangelio nos desafía a ser tanto líderes como seguidores humildes, siempre dispuestos a aprender y crecer en comunidad.




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