Evangelio del 31 de mayo del 2024
Fiesta de la Visitación de la Santísima Virgen María
Lectionary: 572
Primera Lectura
Canta, hija de Sión,
da gritos de júbilo, Israel,
gózate y regocíjate de todo corazón, Jerusalén.
El Señor ha levantado su sentencia contra ti,
ha expulsado a todos tus enemigos.
El Señor será el rey de Israel en medio de ti
y ya no temerás ningún mal.
Aquel día dirán a Jerusalén:
“No temas, Sión,
que no desfallezcan tus manos.
El Señor, tu Dios, tu poderoso salvador,
está en medio de ti.
Él se goza y se complace en ti;
él te ama y se llenará de júbilo por tu causa,
como en los días de fiesta”.
Aparté de ti la desgracia
y el oprobio que pesa sobre ti”.
O bien:
Rom 12, 9-16
Hermanos: Que el amor de ustedes sea sincero. Aborrezcan el mal y practiquen el bien; ámense cordialmente los unos a los otros, como buenos hermanos; que cada uno estime a los otros más que a sí mismo. En el cumplimiento de su deber, no sean negligentes y mantengan un espíritu fervoroso al servicio del Señor. Que la esperanza los mantenga alegres; sean constantes en la tribulación y perseverantes en la oración. Ayuden a los hermanos en sus necesidades y esmérense en la hospitalidad.
Bendigan a los que los persiguen; bendíganlos, no los maldigan. Alégrense con los que se alegran; lloren con los que lloran. Que reine la concordia entre ustedes. No sean, pues, altivos; más bien pónganse al nivel de los humildes.
Salmo Responsorial
R. (6b) El Señor ha hecho maravillas con nosotros.
El Señor es mi Dios y salvador,
con él estoy seguro y nada temo.
El Señor es mi protección y mi fuerza
y ha sido mi salvación.
Sacarán agua con gozo
de la fuente de la salvación. R.
R. El Señor ha hecho maravillas con nosotros.
Den gracias al Señor
invoquen su nombre,
cuenten a los pueblos sus hazañas,
proclamen que su nombre es sublime. R.
R. El Señor ha hecho maravillas con nosotros.
Alaben al Señor por sus proezas,
anúncienlas a toda la tierra.
Griten jubilosos, habitantes de Sión,
porque el Dios de Israel
ha sido grande con nosotros. R.
R. El Señor ha hecho maravillas con nosotros.
Aclamación antes del Evangelio
R. Aleluya, aleluya.
Dichosa tú, santísima Virgen María, que has creído,
porque se cumplirá cuanto te fue anunciado
de parte del Señor.
R. Aleluya.
Evangelio
En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea y, entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno.
Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”.
Entonces dijo María:
“Mi alma glorifica al Señor
y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador,
porque puso sus ojos en la humildad de su esclava.
Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones,
porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede.
Santo es su nombre
y su misericordia llega de generación en generación
a los que lo temen.
Ha hecho sentir el poder de su brazo:
dispersó a los de corazón altanero,
destronó a los potentados
y exaltó a los humildes.
A los hambrientos los colmó de bienes
y a los ricos los despidió sin nada.
Acordándose de su misericordia,
vino en ayuda de Israel, su siervo,
como lo había prometido a nuestros padres,
a Abraham y a su descendencia,
para siempre”.
María permaneció con Isabel unos tres meses, y luego regresó a su casa.
Reflexión
En el relato de hoy de Lucas 1,39-56, María visita a su prima Isabel, quien está esperando a Juan el Bautista. Al encontrarse, el bebé en el vientre de Isabel salta de alegría, y ella, llena del Espíritu Santo, proclama bendiciones sobre María. En respuesta, María entona el Magnificat, una canción de alabanza y gratitud a Dios.
Este encuentro entre María e Isabel nos enseña el valor de la solidaridad y el apoyo mutuo. María, al enterarse del milagro en la vida de Isabel, se apresura a visitarla. Este gesto de amor y cercanía es un recordatorio de la importancia de estar presentes para los demás, especialmente en momentos de alegría y dificultad.
El Magnificat de María es una proclamación poderosa que celebra la grandeza de Dios y su intervención en la historia humana. María reconoce su humildad y se maravilla de cómo Dios ha obrado en su vida, exaltando a los humildes y derribando a los poderosos. Este canto nos desafía a reconocer las bendiciones en nuestras propias vidas y a vivir con gratitud y humildad.
En nuestras comunidades, somos llamados a ser como María e Isabel: a celebrar juntos las maravillas de Dios y a apoyarnos mutuamente en nuestras jornadas. Este pasaje nos recuerda que la verdadera grandeza no reside en el poder o la riqueza, sino en la humildad y el servicio.
María y su Magnificat también nos inspiran a ser agentes de cambio en nuestro entorno. Al proclamar las maravillas de Dios y su justicia, estamos llamados a actuar con compasión y justicia, buscando siempre el bienestar de los demás. La Visitación nos muestra que nuestras acciones, por pequeñas que sean, pueden tener un impacto profundo y duradero en la vida de quienes nos rodean.
En esta Fiesta de la Visitación, reflexionemos sobre cómo podemos ser un signo de esperanza y alegría para los demás, siguiendo el ejemplo de María. Que nuestra fe y acciones sean un reflejo de la misericordia y el amor de Dios, llevando luz a cada rincón de nuestras vidas y comunidades.
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