mayo 23, 2024 in Evangelios

Evangelio del 24 de mayo del 2024

Viernes de la VII semana del Tiempo ordinario

Lectionary: 345

Primera lectura

San 5, 9-12
Hermanos míos: No murmuren los unos de los otros, para que en el día del juicio no sean condenados. Miren que el juez ya está a la puerta. Tomen como ejemplo de paciencia en el sufrimiento a los profetas, los cuales hablaron en nombre del Señor. Llamamos dichosos a los que supieron soportar el sufrimiento. Ustedes han oído hablar de la paciencia de Job y ya ven el final que le dio el Señor, porque el Señor es compasivo y misericordioso.

Pero sobre todo, hermanos míos, no juren ni por el cielo ni por la tierra, ni por ninguna otra cosa; que el sí de ustedes sea sí, y el no de ustedes sea no, para que no queden expuestos a ser condenados en el juicio.

Salmo Responsorial

Salmo 102, 1-2. 3-4. 9-10. 11-12
R. (8a) El Señor es compasivo y misericordioso.
Bendice, al Señor, alma mía,
que todo mi ser bendiga su santo nombre.
Bendice, al Señor, alma mía,
y no te olvides de sus beneficios.
R. El Señor es compasivo y misericordioso.
El Señor perdona tus pecados
y cura tus enfermedades;
él rescata tu vida del sepulcro
y te colma de amor y de ternura.
R. El Señor es compasivo y misericordioso.
El Señor es compasivo y misericordioso,
Lento para enojarse y generoso para perdonar.
El Señor no estará siempre enojado.
ni durará para siempre su rencor.
R. El Señor es compasivo y misericordioso.
Como desde la tierra hasta el cielo.
así es de grande su misericordia;
como un padre es compasivo con sus hijos,
así es compasivo el Señor con quien lo ama.
R. El Señor es compasivo y misericordioso.

Aclamación antes del Evangelio

Cfr Jn 17, 17
R. Aleluya, aleluya.
Tu palabra, Señor, es la verdad;
santifícanos en la verdad.
R. Aleluya.

Evangelio

Mc 10, 1-12
En aquel tiempo, se fue Jesús al territorio de Judea y Transjordania, y de nuevo se le fue acercando la gente; él los estuvo enseñando, como era su costumbre. Se acercaron también unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: “¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su esposa?”

Él les respondió: “¿Qué les prescribió Moisés?” Ellos contestaron: “Moisés nos permitió el divorcio mediante la entrega de un acta de divorcio a la esposa”. Jesús les dijo: “Moisés prescribió esto, debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio, al crearlos, Dios los hizo hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su esposa y serán los dos una sola cosa. De modo que ya no son dos, sino una sola cosa. Por eso, lo que Dios unió, que no lo separe el hombre”.

Ya en casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre el asunto. Jesús les dijo: “Si uno se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio”.

Reflexión

En el Evangelio de Marcos 10, 1-12, Jesús nos habla sobre el matrimonio y su valor sagrado. Cuando los fariseos le preguntan si es correcto que un hombre se divorcie de su esposa, Jesús responde recordando que Dios creó el matrimonio como una unión indisoluble: “Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”.

Sin embargo, en nuestra realidad, muchos enfrentan situaciones difíciles en sus matrimonios, incluyendo violencia y abuso. Jesús no está diciendo que debemos soportar el abuso. Él nos llama a vivir en amor y respeto mutuo. Cuando la violencia entra en una relación, se rompe ese propósito divino.

Dios desea que nuestras relaciones sean saludables y seguras. La violencia intrafamiliar no es parte del plan de Dios. Él nos llama a cuidarnos y respetarnos unos a otros. En situaciones de abuso, es fundamental buscar ayuda y protección. No es voluntad de Dios que nadie sufra maltrato.

Muchas veces, estas agresiones surgen de una falta de conocimiento de Dios y sus caminos. Cuando nos alejamos de sus enseñanzas, perdemos la guía que nos lleva a vivir en armonía y paz. Conocer y seguir a Dios nos ayuda a construir relaciones basadas en el amor verdadero, el respeto y la comprensión.

Jesús nos invita a recordar el propósito original del matrimonio: una relación de amor y compromiso, donde ambos se apoyan mutuamente y crecen juntos. Si enfrentamos violencia, debemos recordar que Dios nos ama y quiere lo mejor para nosotros. Buscar su guía y ayuda puede llevarnos a relaciones más sanas y felices.

Que este Evangelio nos inspire a promover relaciones basadas en el amor y el respeto, y a recordar que Dios siempre está con nosotros, guiándonos hacia la paz y la armonía.




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