Lecturas del 4 de diciembre del 2023
Lunes de la primera semana de Adviento
Lectionary: 175
Primera lectura
En días futuros, el monte de la casa del Señor
será elevado en la cima de los montes,
encumbrado sobre las montañas,
y hacia él confluirán todas las naciones.Acudirán pueblos numerosos, que dirán:
“Vengan, subamos al monte del Señor,
a la casa del Dios de Jacob,
para que él nos instruya en sus caminos
y podamos marchar por sus sendas.
Porque de Sión saldrá la ley,
de Jerusalén, la palabra del Señor”.Él será el árbitro de las naciones
y el juez de pueblos numerosos.
De las espadas forjarán arados
y de las lanzas, podaderas;
ya no alzará la espada pueblo contra pueblo,
ya no se adiestrarán para la guerra.
¡Casa de Jacob, en marcha!
Caminemos a la luz del Señor.
Salmo Responsorial
¡Qué alegría sentí, cuando me dijeron:
“Vayamos a la casa del Señor”!
Y hoy estamos aquí, Jerusalén,
jubilosos, delante de tus puertas.
R. Vayamos con alegría al encuentro del Señor.
A ti, Jerusalén, suben las tribus,
las tribus del Señor,
según lo que a Israel se le ha ordenado,
para alabar el nombre del Señor.
R. Vayamos con alegría al encuentro del Señor.
Digan de todo corazón: “Jerusalén,
que haya paz entre aquellos que te aman,
que haya paz dentro de tus murallas
y que reine la paz en cada casa”.
R. Vayamos con alegría al encuentro del Señor.
Por el amor que tengo a mis hermanos,
voy a decir: “La paz esté contigo”.
Y por la casa del Señor, mi Dios,
pediré para ti todos los bienes.
R. Vayamos con alegría al encuentro del Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Señor y Dios nuestro, ven a salvarnos;
míranos con bondad y estaremos a salvo.
R. Aleluya.
Evangelio
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un oficial romano y le dijo: “Señor, tengo en mi casa un criado que está en cama, paralítico, y sufre mucho”. Él le contestó: “Voy a curarlo”.
Pero el oficial le replicó: “Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa; con que digas una sola palabra, mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; cuando le digo a uno: ‘¡Ve!’, él va; al otro: ‘¡Ven!’, y viene; a mi criado: ‘¡Haz esto!’, y lo hace”.
Al oír aquellas palabras, se admiró Jesús y dijo a los que lo seguían: “Yo les aseguro que en ningún israelita he hallado una fe tan grande. Les aseguro que muchos vendrán de oriente y de occidente y se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos”.
Reflexión
El Evangelio de Mateo 8:5-11 nos ofrece una historia rica en simbolismo y enseñanzas, llevándonos al encuentro entre Jesús y el centurión, cuya fe es elogiada por Jesús como un ejemplo para todos. Este encuentro no solo pone de relieve la naturaleza inclusiva del mensaje de Jesús, sino que también nos habla sobre la fe y la humildad, temas tan relevantes hoy como en aquel tiempo.
La historia comienza con el centurión, un oficial romano, quien se acerca a Jesús buscando ayuda para su sirviente enfermo. La figura del centurión es notable por varias razones. Primero, como romano, él representa una autoridad opresora en la sociedad judía. Sin embargo, su actitud hacia Jesús es una de respeto y humildad. Él no solo reconoce la autoridad espiritual de Jesús, sino que también muestra una fe sorprendente, creyendo que Jesús puede sanar a distancia. Su famosa frase, “no soy digno de que entres bajo mi techo”, es un reconocimiento de su propia humildad frente a la grandeza de Jesús.
La respuesta de Jesús es igualmente sorprendente. Él elogia la fe del centurión, afirmando que no ha encontrado una fe tan grande en Israel. Jesús usa este encuentro para enseñar una lección importante a quienes lo rodean: la fe verdadera trasciende las barreras culturales y sociales. El Reino de Dios está abierto para todos los que creen, sin importar su origen o estatus social.
Esta historia nos desafía a reflexionar sobre nuestra propia fe. ¿Reconocemos, como el centurión, nuestra propia necesidad de Dios y nuestra indignidad ante Su grandeza? ¿Tenemos la misma confianza en el poder y la misericordia de Jesús? En un mundo donde a menudo se valora el poder y el estatus, la historia del centurión nos invita a adoptar una postura de humildad y fe.
Además, la lectura de Mateo nos inspira a considerar cómo acogemos a los “otros” en nuestra vida. El centurión, un extranjero y parte de una fuerza ocupante, es un ejemplo improbable de fe. Jesús nos muestra que la fe y la gracia de Dios están disponibles para todos, independientemente de nuestro origen o nuestras acciones pasadas. Esto es un llamado a la inclusión y al amor incondicional en nuestras propias comunidades.
Este pasaje también nos recuerda que la fe tiene un poder transformador. La fe del centurión no solo resulta en la sanación de su sirviente, sino que también transforma la perspectiva de quienes están alrededor de Jesús. En nuestra vida cotidiana, nuestra fe puede ser una fuente de fuerza, consuelo y guía. Nos puede ayudar a enfrentar desafíos, a superar barreras y a cambiar nuestras vidas para mejor.
El evangelio es una poderosa lección sobre la fe, la humildad y la inclusión. Nos muestra que la verdadera fe no depende de nuestra posición o poder, sino de nuestra disposición a reconocer nuestra necesidad de Dios y a confiar plenamente en Él. Nos invita a reflexionar sobre nuestra propia fe y cómo podemos vivirla de manera más plena y auténtica en nuestro día a día. Nos alienta a abrir nuestros corazones y nuestras comunidades a todos, siguiendo el ejemplo de Jesús de amor incondicional y aceptación.
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