octubre 23, 2023 in Evangelios

Lecturas del día 26 de octubre de 2023

Primera lectura

Rom 6, 19-23
Hermanos: Por la dificultad natural que tienen ustedes para entender estas cosas, voy a seguir utilizando una comparación de la vida ordinaria. Así como en otros tiempos pusieron sus miembros al servicio de la impureza y de la maldad, hasta llegar a la degradación, así ahora pónganlos al servicio del bien, a fin de que alcancen su santificación.

Cuando ustedes eran esclavos del pecado, no estaban al servicio del bien. ¿Y qué frutos recogieron entonces de aquello que ahora los llena de vergüenza? Ninguno, pues son cosas que conducen a la muerte.

Pero ahora, libres ya del pecado y entregados al servicio de Dios, dan frutos de santidad, que conducen a la vida eterna. En una palabra, el pecado nos paga con la muerte; en cambio, Dios nos da gratuitamente la vida eterna, por medio de Cristo Jesús, Señor nuestro.

Salmo Responsorial

Salmo 1, 1-2. 3. 4 y 6

R. Dichoso el hombre que confía en el Señor.
Dichoso aquel que no se guía
Por mundanos criterios,
que no anda en malos pasos
ni se burla del bueno,
que ama la ley de Dios
y se goza en cumplir sus mandamientos.
R. Dichoso el hombre que confía en el Señor.
Es como un árbol plantado junto al río,
que da fruto a su tiempo
y nunca se marchita.
En todo tendrá éxito.
R. Dichoso el hombre que confía en el Señor.
En cambio, los malvados
serán como la paja barrida por el viento.
Porque el Señor protege el camino del justo
y al malo sus caminos acaban por perderlo.
R. Dichoso el hombre que confía en el Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Cfr Flp 3, 8-9
R. Aleluya, aleluya.
Todo lo considero una pérdida y lo tengo por basura,
para ganar a Cristo y vivir unido a él.
R. Aleluya.

Evangelio

Lc 12, 49-53
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “He venido a traer fuego a la tierra, ¡y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un bautismo, ¡y cómo me angustio mientras llega!

¿Piensan acaso que he venido a traer paz a la tierra? De ningún modo. No he venido a traer la paz, sino la división. De aquí en adelante, de cinco que haya en una familia, estarán divididos tres contra dos y dos contra tres. Estará dividido el padre contra el hijo, el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra”.

Palabra de Dios, te alabamos Señor.

Reflexión

El evangelio nos presenta palabras impactantes de Jesús que, a primera vista, podrían parecer desconcertantes. Jesús dice: “He venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo!”, y prosigue hablando sobre las divisiones familiares que traerá su mensaje. Es una sección que requiere un discernimiento profundo y una comprensión amplia desde el ámbito histórico, teológico y espiritual.

La Palestina del primer siglo estaba imbuida de tensiones políticas, religiosas y socioeconómicas. El dominio romano, la esperanza de un Mesías liberador, las disputas entre diferentes grupos judíos y las expectativas apocalípticas formaban el telón de fondo de la enseñanza de Jesús. En este contexto, cualquier mensaje radical o revolucionario, especialmente uno que desafiara el statu quo, causaría inevitablemente divisiones. Jesús era consciente de que su mensaje, centrado en el amor, la justicia y el Reino de Dios, no sería fácilmente aceptado por todos y que generaría conflictos.

El “fuego” que Jesús menciona no debe ser entendido literalmente, sino simbólicamente. En las Escrituras, el fuego a menudo representa purificación, juicio, y la presencia divina. Cuando Jesús dice que ha venido a traer fuego, está señalando la transformación radical y la purificación que su mensaje y su sacrificio traerán a la humanidad. Es un fuego que consume lo viejo para dar paso a lo nuevo, un fuego que purifica el corazón y renueva el espíritu.

En cuanto a las divisiones familiares, no es que Jesús desee activamente causar discordia entre los seres queridos. Más bien, está reconociendo que la decisión de seguirle puede, y a menudo lo hace, llevar a desacuerdos y tensiones, especialmente en una sociedad donde la fe y la vida cotidiana estaban intrínsecamente entrelazadas. Elegir el camino de Jesús podría ir en contra de las expectativas culturales, sociales o familiares, y por lo tanto, podría causar conflictos.

Desde un enfoque espiritual, este pasaje nos invita a una profunda introspección. ¿Estamos dispuestos a enfrentar los desafíos y las tensiones que surgen al seguir a Cristo? El fuego que Jesús trae es también un fuego interno, un ardor que busca consumir todo lo que no es auténtico en nosotros, todo lo que se interpone en el camino de una relación más profunda con Dios. Es un fuego que nos purifica, que quema nuestras inseguridades, nuestros miedos y nuestras falsas identidades, llevándonos a una autenticidad y libertad espirituales.

A veces, esta transformación interior puede llevarnos a tomar decisiones que no son populares o entendidas por aquellos a nuestro alrededor, incluso por aquellos que amamos. En este sentido, el fuego de Cristo nos desafía a priorizar nuestra relación con Dios, incluso si eso significa enfrentar la incomprensión o el rechazo de otros.

El pasaje de Lucas es un llamado de atención y al compromiso. Jesús, con su estilo directo y provocador, nos recuerda que la vida cristiana no es siempre un camino fácil. Puede estar lleno de desafíos y sacrificios, y puede llevarnos a enfrentarnos a decisiones difíciles. Sin embargo, el fuego purificador de Cristo tiene el poder de transformar nuestras vidas, llevándonos a una mayor autenticidad, libertad y profunda unión con Dios. Es una invitación a abrazar ese fuego, a permitir que nos purifique y a seguir a Cristo con todo nuestro ser, sin importar los obstáculos que enfrentemos en el camino.




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