octubre 5, 2023 in Evangelios

Lecturas del día 6 de Octubre de 2023

Primera lectura

Bar 1, 15-22
“Reconocemos que el Señor, Dios nuestro, es justo, y todos nosotros, los habitantes de Judea y de Jerusalén, nuestros reyes y príncipes, nuestros sacerdotes, profetas y padres, nos sentimos hoy llenos de vergüenza, porque hemos pecado contra el Señor y no le hemos hecho caso; lo hemos desobedecido y no hemos escuchado su voz ni hemos cumplido los mandamientos que él nos dio.

Desde el día en que el Señor sacó de Egipto a nuestros padres hasta el día de hoy, no hemos obedecido al Señor, nuestro Dios, y nos hemos obstinado en no escuchar su voz.

Por eso han caído ahora sobre nosotros las desgracias y la maldición que el Señor anunció por medio de Moisés, su siervo, el día en que sacó de Egipto a nuestros padres, para darnos una tierra que mana leche y miel.

No hemos escuchado la voz del Señor, nuestro Dios, conforme a las palabras de los profetas que nos ha enviado y todos nosotros, siguiendo las inclinaciones de nuestro perverso corazón, hemos adorado a dioses extraños y hemos hecho lo que el Señor, nuestro Dios, reprueba”.

Salmo Responsorial

Salmo 78, 1-2. 3-5. 8. 9

R. (9b) Sálvanos, Señor, y perdona nuestros pecados.
Dios mío, los paganos han invadido tu propiedad,
han profanado tu santo templo,
y han convertido a Jerusalén en ruinas.
R. Sálvanos, Señor, y perdona nuestros pecados.
Han echado los cadáveres de tus siervos
a las aves de rapiña,
y la carne de tus fieles
a los animales feroces.
R. Sálvanos, Señor, y perdona nuestros pecados.
Hemos sido el escarnio de nuestros vecinos
la irrisión y la burla de los que nos rodean.
¿Hasta cuándo, Señor, vas a estar enojado
y arderá como fuego tu ira?
R. Sálvanos, Señor, y perdona nuestros pecados.
No recuerdes, Señor, contra nosotros
las culpas de nuestros padres.
Que tu amor venga pronto a socorrernos,
porque estamos totalmente abatidos.
R. Sálvanos, Señor, y perdona nuestros pecados.
Para que sepan quién eres,
socórrenos, Dios y salvador nuestro.
Para que sepan quién eres,
sálvanos y perdona nuestros pecados.
R. Sálvanos, Señor, y perdona nuestros pecados.

Aclamación antes del Evangelio

Cfr Sal 94, 8
R. Aleluya, aleluya.
Hagámosle caso al Señor, que nos dice:
“No endurezcan su corazón”.
R. Aleluya.

Evangelio

Lc 10, 13-16
En aquel tiempo, Jesús dijo: “¡Ay de ti, ciudad de Corozaín! ¡Ay de ti, ciudad de Betsaida! Porque si en las ciudades de Tiro y de Sidón se hubieran realizado los prodigios que se han hecho en ustedes, hace mucho tiempo que hubieran hecho penitencia, cubiertas de sayal y de ceniza. Por eso el día del juicio será menos severo para Tiro y Sidón que para ustedes. Y tú, Cafarnaúm, ¿crees que serás encumbrada hasta el cielo? No. Serás precipitada en el abismo”.

Luego, Jesús dijo a sus discípulos: “El que los escucha a ustedes, a mí me escucha; el que los rechaza a ustedes, a mí me rechaza y el que me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado”.

Palabra de Dios, te alabamos Señor.

Reflexión

…haciendo lo que el Señor, nuestro Dios, reprueba

El libro de Baruc fue escrito en los primeros años de la deportación del pueblo hebreo a Babilonia. Son tiempos dolorosos los que el pueblo vive lejos de su tierra, aparentemente abandonados de Dios y sometiéndose a las costumbres y prácticas religiosas de los babilonios. En este ambiente aparece Baruc y escribe este libro admonitorio, condenando el pecado cometido por el pueblo hebreo contra su Dios al someterse a los dioses de los pueblos captores.

Baruc nos presenta un Dios celoso y castigador de los desvíos del pueblo. La desobediencia es notoria y el castigo de Dios parece proporcionado a las faltas cometidas. Se diría que Baruc esté escribiendo la historia del momento del pueblo, ciertamente condenando la forma de actuar del pueblo.

Baruc presenta a un Dios celoso, exigente y vengativo. El pueblo le ha ofendido y el castigo es inmediato. Es el Dios del Antiguo Testamento que Jesús va a humanizar, va a quitar la carga negativa que implica al Dios castigador, para descubrirnos el rostro de un Dios que es capaz de hacerse hombre para ponerse al nivel de sus criaturas. El Dios que da premio o castigo inmediato de acuerdo con las obras de su criatura, de su obediencia o desobediencia, va a ser presentado por Jesús como un Padre que espera paciente, con la luz encendida para que el hijo díscolo pueda orientarse al volver, y perdona sin medida, una y otra vez sin descanso.

Quien a mí me rechaza, rechaza al que me ha enviado

Los setenta y dos discípulos enviados, regresan de la misión, en general contentos con los resultados, pero en algunas ciudades no fueron bien recibidos. De ahí nacen los improperios que Jesús dedica a los pueblos que se han negado a recibir el mensaje, el anuncio del Reino.

Y podríamos quedarnos ahí: Jesús lanza sus maldiciones contra tres ciudades, y a nosotros no nos afecta para nada; pero seguramente tendríamos que escuchar un poco más, oír un poco menos, y buscar la forma en que el mensaje se hace presente para nosotros. Cuantas veces nosotros, que hemos sido educados en un ambiente cristiano, desoímos las peticiones del Maestro y nos alejamos de sus caminos. Como hicieran en su día Corozaín y Betsaida, nosotros cerramos los ojos, los oídos, el corazón, al mensaje que Jesús nos dirige y nos vamos por otros derroteros que merecen las condenas de Jesús, sobre todo las que recibe Cafarnaúm.

¿Cuántas veces, pagados de nuestra importancia y seguros de estar en posesión de la verdad, pensamos, hablamos y actuamos en contra del verdadero mensaje de Jesús? ¿Con cuánta frecuencia seguimos los pasos que nos alejan de los verdaderos mensajeros de Jesús? ¿No estaremos tratando de escalar el cielo hasta merecer la condena de Jesús?

Abramos nuestro espíritu al mensaje que nos pregona el Evangelio, sigámoslo y busquemos el aplauso de nuestra propia conciencia. Prestemos nuestra atención a Dios y dejemos de escuchar a tantos falsos profetas que nos rodean, y a veces nos aturden con sus mensajes puede que cargados de maldad bien disimulada con un ropaje de piedad falsa.

¿Estará Dios aún entre nosotros? Afortunadamente Él no nos va a dejar abandonados. Aunque nosotros fallemos Él no puede fallar. ¡Confiemos siempre en Él y lo encontraremos en nuestra vida!




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