septiembre 18, 2023 in Evangelios

Lecturas del día 23 de setiembre de 2023

Primera lectura

1 Tm 6, 13-16
Querido hermano: En presencia de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Cristo Jesús, que dio tan admirable testimonio ante Poncio Pilato, te ordeno que cumplas fiel e irreprochablemente todo lo mandado, hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo, la cual dará a conocer a su debido tiempo Dios, el bienaventurado y único soberano, Rey de los reyes y Señor de los señores, el único que posee la inmortalidad, el que habita en una luz inaccesible y a quien ningún hombre ha visto ni puede ver. A él todo honor y poder para siempre.

Salmo Responsorial

Salmo 99, 2. 3. 4. 5
R. (2c) Sirvamos al Señor con alegría.
Reconozcamos que el Señor es Dios,
que él fue quien nos hizo y somos suyos,
que somos su pueblo a su rebaño.
R. Sirvamos al Señor con alegría.
Entremos por sus puertas dando gracias,
crucemos por sus atrios entre himnos,
alabando al Señor y bendiciéndolo.
R. Sirvamos al Señor con alegría.
Porque el Señor es bueno, bendigámoslo,
porque es eterna su misericordia,
y su fidelidad nunca se acaba.
R. Sirvamos al Señor con alegría.

Aclamación antes del Evangelio

Cfr Lc 8, 15
R. Aleluya, aleluya.
Dichosos los que cumplen la palabra del Señor
con un corazón bueno y sincero
y perseveran hasta dar fruto.
R. Aleluya.

Evangelio

Lc 8, 4-15
En aquel tiempo, mucha gente se había reunido alrededor de Jesús, y al ir pasando por los pueblos, otros más se le unían. Entonces les dijo esta parábola:

“Salió un sembrador a sembrar su semilla. Al ir sembrando, unos granos cayeron en el camino, la gente los pisó y los pájaros se los comieron. Otros cayeron en terreno pedregoso, y al brotar, se secaron por falta de humedad. Otros cayeron entre espinos, y al crecer éstos, los ahogaron. Los demás cayeron en tierra buena, crecieron y produjeron el ciento por uno”. Dicho esto, exclamó: “¡El que tenga oídos para oír, que oiga!”

Entonces le preguntaron los discípulos: “¿Qué significa esta parábola?” Y él les respondió: “A ustedes se les ha concedido conocer claramente los secretos del Reino de Dios; en cambio, a los demás, sólo en parábolas para que viendo no vean y oyendo no entiendan.

La parábola significa esto: la semilla es la palabra de Dios. Lo que cayó en el camino representa a los que escuchan la palabra, pero luego viene el diablo y se la lleva de sus corazones, para que no crean ni se salven. Lo que cayó en terreno pedregoso representa a los que, al escuchar la palabra, la reciben con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba, fallan. Lo que cayó entre espinos representa a los que escuchan la palabra, pero con los afanes, riquezas y placeres de la vida, se van ahogando y no dan fruto. Lo que cayó en tierra buena representa a los que escuchan la palabra, la conservan en un corazón bueno y bien dispuesto, y dan fruto por su constancia”.

Palabra de Dios, te alabamos Señor.

Reflexión

Salió el sembrador a sembrar

El relato del evangelio de hoy puede integrarse en una unidad literaria – y, por tanto, de sentido – mayor, a saber, incluyendo los relatos de la lámpara y el candelero y el de la verdadera familia de Jesús. Comenzaría esta unidad de parábolas con la indicación de la audiencia: “en una ocasión se reunió mucha gente venida de las ciudades” y concluiría con la conocida sentencia de que “mi madre y mis hermanos son los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica”.

Esta sentencia final nos ayuda a penetrar en el sentido del relato de esta parábola de hoy. La lectura de la misma nos induce a plantearnos la cuestión de qué es más importante, si el mensaje en sí – su contenido – o la actitud del receptor del mensaje. El tenor del relato nos daría a entender – así lo suelen interpretar los biblistas – que la clave es precisamente esta actitud del que escucha. En la misma línea se situaría la continuación de la parábola cuando se advierte en Lc 8,18 “prestad atención a cómo escucháis: al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará incluso lo que cree tener”.

Pero si esto es así, siempre nos puede quedar la inquietud de que el mensaje en sí, el contenido del mismo, es secundario o relativo, y por tanto, indiferente para la vida. Aquí nos hace falta introducir una clave de interpretación de estos relatos: la compresión de que del reino de Dios se tenga, o lo que es lo mismo, la idea de salvación que implica la interpretación de esta categoría del reino.  Tanto la actitud ante el mensaje como el contenido del mismo son relativos y subordinados a esta idea del reino, esto es, a lo que se entienda por salvación.

Entendido de forma global – esto es, en una lectura de conjunto de los textos neotestamentarios y su interpretación canónica  posterior –  Jesús mismo es el reino; Jesús mismo es la salvación, y por tanto el contenido del mensaje se cifra en Jesús mismo, y la actitud del receptor ante el mensaje es la actitud del receptor ante la persona de Jesús.

En consecuencia, la exhortación de hoy no es distinta a la del conjunto evangélico: la clave está en creer o no en Jesús.  Creer es la actitud necesaria del que escucha y el que escucha no sólo cumple, sino que vive el mensaje, y lo hace práctica en su vida.

Los frutos de esa práctica vital son los que 1Tim 6, 11-12 (la primera lectura de ayer) concretan para la vida del creyente, y a cuya fidelidad vital exhorta con fuerza el subsecuente texto de 1Tim que hoy leemos.




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