agosto 7, 2023 in San Ignacio de Loyola

La oración Contemplativa a la Luz de San Ignacio

La vida espiritual de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, nos proporciona una guía invaluable para el desarrollo de nuestra propia espiritualidad. Sus enseñanzas, en particular sobre la oración contemplativa, aportan una luz única sobre cómo podemos profundizar nuestra relación con Dios y nuestro entendimiento de nosotros mismos.

La oración contemplativa, tal y como la entendía San Ignacio, es un compromiso intencional y consciente para profundizar nuestra relación con Dios a través de la reflexión tranquila y la observación cuidadosa de nuestra vida interior y exterior. No es simplemente un acto de pensamiento, sino un acto de amor, una forma de buscar una unión más profunda con Dios.

San Ignacio nos invita a entrar en la oración contemplativa con un espíritu de apertura y expectación. Nos alienta a liberarnos de las distracciones y a concentrarnos en la presencia de Dios en nosotros y en el mundo que nos rodea. Esto puede implicar la meditación sobre un pasaje de las Escrituras, la reflexión sobre los eventos de nuestra vida cotidiana, o simplemente el silencio y la quietud.

Uno de los aspectos más distintivos de la oración contemplativa ignaciana es el Examen, una práctica diaria en la que revisamos conscientemente nuestras experiencias del día bajo la guía del Espíritu Santo. El Examen nos ayuda a ver cómo Dios ha estado presente y activo en nuestras vidas, y cómo podemos responder mejor a esa presencia y acción en el futuro.

La oración contemplativa también se trata de notar y responder a los movimientos interiores que se producen dentro de nosotros durante la oración. San Ignacio describió estos movimientos como consolación (cuando nos sentimos atraídos hacia Dios) y desolación (cuando nos sentimos alejados de Dios). Al prestar atención a estos movimientos, podemos aprender más sobre nosotros mismos y sobre cómo Dios está trabajando en nuestras vidas.

Hoy en día, en un mundo que a menudo está lleno de ruido y distracciones, la oración contemplativa a la luz de San Ignacio puede ser un bálsamo sanador. Nos ofrece un espacio para la quietud, la reflexión y el encuentro con Dios. Nos invita a una mayor conciencia de nosotros mismos y de nuestra relación con Dios, y nos reta a vivir más plenamente en respuesta al amor de Dios.

San Ignacio nos enseña que la oración contemplativa no es un lujo, sino una necesidad para una vida espiritual saludable. A través de la oración contemplativa, podemos abrirnos a la presencia y acción de Dios en nuestras vidas de maneras que transforman nuestro corazón y nos ayudan a vivir más plenamente en el amor de Dios.




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