En el Sendero de la Fe: El encuentro personal con Jesucristo y la guía del Espíritu Santo
La esencia de la vida espiritual, independientemente de la complejidad que pueda asumir en sus diversas expresiones, se fundamenta en dos pilares esenciales: un encuentro personal con Jesucristo y la dirección del Espíritu Santo.
Jesucristo no es simplemente una figura histórica o el fundador de una religión; es, ante todo, una persona viva que nos llama a tener una relación personal y viva con Él. Este encuentro con Cristo no es un acontecimiento aislado, sino que se desarrolla a lo largo de toda nuestra vida. Jesucristo es, como bien decimos, el modelo y el horizonte de nuestra existencia. Él es el camino por el que debemos recorrer, la verdad que debemos buscar y la vida que anhelamos vivir.
El encuentro con Jesucristo no es un evento que se puede programar o forzar. Es un regalo divino que llega cuando menos lo esperamos, pero siempre cuando más lo necesitamos. Es el encuentro que cambia nuestra vida, que le da un nuevo significado y dirección. Una vez que hemos encontrado a Cristo, nunca somos los mismos. Somos transformados, renovados, y llevados a una vida de amor, servicio y auténtica libertad.
Por otro lado, el Espíritu Santo es el protagonista de la historia de nuestra salvación. Es Él quien nos guía en la vida espiritual, nos ayuda a discernir el bien del mal, nos da la fuerza para resistir la tentación y nos inspira a hacer el bien. La vida en el Espíritu no es simplemente seguir un conjunto de reglas o cumplir con ciertas prácticas religiosas. Es vivir en sintonía con la voluntad de Dios, permitiendo que Él nos moldee según Su voluntad.
El Espíritu Santo es nuestro Consejero, nuestro Guía, nuestro Consolador. Él es quien nos conduce por el camino que nos lleva a Dios. La vida en el Espíritu es una vida de paz, alegría y amor. Es una vida de libertad, porque el Espíritu nos libera de nuestros miedos, nuestras inseguridades y nuestros pecados.
La combinación de estos dos pilares fundamentales de la vida espiritual —un encuentro personal con Jesucristo y la dirección del Espíritu Santo— es lo que nos permite vivir una vida plena, una vida en la que experimentamos la alegría del Evangelio y el amor transformador de Dios. Al final del día, es la relación que tenemos con Dios la que realmente importa. Es el encuentro con Cristo y la guía del Espíritu Santo lo que nos da la fuerza y la inspiración para vivir nuestra vida de fe de la manera más auténtica y significativa posible.
San Pedro Fabro: Un Camino de Fe desde Ovejero hasta Santo Jesuita
San Pedro Fabro, destacado por su fe inquebrantable y humildad extraordinaria, desempeñó un papel principal en la historia de la Iglesia Católica como uno de los tres primeros jesuitas, junto con San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier. Nacido el 13 de abril de 1506 en Villaret, Saboya, Francia, la llamada divina resonó en el corazón de Fabro desde su temprana juventud, forjando un camino destinado hacia la santidad.
Desde sus inicios como ovejero, Fabro siempre tuvo un deseo insaciable de conocimiento. Aprovechaba cada momento para leer y estudiaba bajo la tutela de un sacerdote en Thones, antes de continuar su educación en un colegio cercano. Con una mente abierta y sin planes concretos para su futuro, decidió viajar a París con el apoyo de sus padres. En 1525, Fabro llegó a la capital francesa, entonces epicentro de los estudios, y allí fue donde descubrió su verdadera vocación.
Mientras se adentraba en la disciplina académica parisina, Fabro, por su situación económica, debió buscar una institución que le permitiera estudiar sin coste. La oportunidad se presentó cuando el Colegio de Santa Bárbara lo acogió, permitiéndole compartir alojamiento con un joven navarro que más tarde sería conocido como San Francisco Javier. Esta convivencia forjó una fuerte amistad entre ambos, que incluso culminó en su simultánea graduación como Maestros en Artes.
En la Universidad, Fabro se cruzó tempranamente con San Ignacio de Loyola, convirtiéndose en uno de sus discípulos más destacados. Fue en este entorno académico donde Fabro y Loyola detectaron la influencia negativa de Lutero y Farel. Fabro fue ordenado sacerdote en 1534, permitiéndole en agosto de ese mismo año recibir los votos de Ignacio y sus cinco compañeros en Montmartre. Este hecho marcó el inicio del grupo del que más adelante nacería formalmente la Compañía de Jesús.
Tras Ignacio, considerado por todos como el líder, Fabro era visto como el más sobresaliente del grupo, quien había comprendido y asimilado de mejor manera las enseñanzas de San Ignacio. De hecho, en 1541, al elegir al Superior de la recién nacida Compañía, tanto San Francisco Javier como Simón Rodríguez, el fundador en Portugal, propusieron: “Ignacio, y si no se pudiese Pedro Fabro”. Los demás jesuitas compartían este parecer, considerando a Fabro como el discípulo más maduro y adelantado de Ignacio, y creían que él debería suceder a Ignacio como prepósito general de la incipiente orden.
En su labor misionera, Fabro fue enviado a una Alemania dividida para participar en la Dieta de Worms en 1540, y luego en la Dieta de Ratisbona en 1541. Aquí, Fabro percibió las desastrosas consecuencias que el protestantismo había ocasionado en Alemania, y el estado de decadencia del catolicismo, especialmente entre el clero. Concluyó que la solución no estaba en la confrontación, sino en una reforma radical de los fieles, especialmente del clero.
Llamado a España y Portugal por San Ignacio, Fabro contrastó notablemente la realidad religiosa de la península ibérica con las tierras donde había trabajado inicialmente. En estos nuevos lugares, observó cómo la reforma que alcanzaría su esplendor en Trento ya había comenzado a germinar. Fabro, un hombre de incansable actividad, es testimonio del lema que otro discípulo de Ignacio acuñó: “contemplativo en la acción”.
Después de defender la fe a través de múltiples desafíos, Fabro retornó a la península ibérica, a Portugal y luego a España, donde se mantuvo en las cortes de ambos países. En todas las localidades que visitaba, se dedicaba a predicar, impartir catequesis y despertar vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa.
Agotado físicamente por las polémicas contra los adversarios de la fe y por un apostolado tan intenso en diversos países, Fabro, a los 40 años, llegó enfermo de unas fiebres a Roma, el 17 de julio de 1546, donde finalmente falleció cerca de San Ignacio.
A pesar de su muerte, la historia de su vida y santidad continuó extendiéndose. El Papa Pío IX decretó el 5 de septiembre de 1872 la confirmación de su culto como Beato. Finalmente, el 17 de diciembre de 2013, el Papa Francisco, con su autoridad de Pontífice, inscribió en el libro de los Santos al sacerdote jesuita Pedro Fabro.
Iinformación completa con la inclusión de los Papas que emitieron las respectivas encíclicas:
- Cuidado de la Creación – “Laudato Si” (Papa Francisco)
- Cambio Climático y la Iglesia – “Laudato Si” (Papa Francisco)
- Ecología Integral – “Laudato Si” (Papa Francisco)
- Fraternidad Universal – “Fratelli Tutti” (Papa Francisco)
- Diálogo Interreligioso – “Fratelli Tutti” (Papa Francisco)
- Cultura del Descarte – “Evangelii Gaudium” (Papa Francisco)
- Desarrollo Sostenible – “Laudato Si” (Papa Francisco)
- La Luz de la Fe en el Mundo Contemporáneo – “Lumen Fidei” (Papa Francisco)
- Relación entre Razón y Fe – “Fides et Ratio” (Papa Juan Pablo II)
- Evangelización en el Siglo XXI – “Evangelii Gaudium” (Papa Francisco)
- Renovación de la Iglesia – “Evangelii Gaudium” (Papa Francisco)
- La Alegría del Evangelio – “Evangelii Gaudium” (Papa Francisco)
- La Naturaleza del Amor Cristiano – “Deus Caritas Est” (Papa Benedicto XVI)
- Justicia Social y Caridad – “Caritas in Veritate” (Papa Benedicto XVI)
- El Concepto Cristiano de Esperanza – “Spe Salvi” (Papa Benedicto XVI)
- Desarrollo Humano Integral – “Populorum Progressio” (Papa Pablo VI)
- Economía de Comunión – “Fratelli Tutti” (Papa Francisco)
- El Papel de María en la Redención – “Redemptoris Mater” (Papa Juan Pablo II)
- María y el Misterio de la Iglesia – “Lumen Gentium” (Concilio Vaticano II)
- Enseñanza Moral de la Iglesia – “Veritatis Splendor” (Papa Juan Pablo II)
- Dignidad Humana – “Gaudium et Spes” (Concilio Vaticano II)
- Pro-Vida y los Desafíos Actuales – “Evangelium Vitae” (Papa Juan Pablo II)
- Contra la Cultura de la Muerte – “Evangelium Vitae” (Papa Juan Pablo II)
- La Pena de Muerte y la Iglesia – “Fratelli Tutti” (Papa Francisco)
- Aborto y Enseñanza Católica – “Evangelium Vitae” (Papa Juan Pablo II)
- Eutanasia y Dignidad al Final de la Vida – “Evangelium Vitae” (Papa Juan Pablo II)
- Paz y Justicia – “Pacem in Terris” (Papa Juan XXIII)
- Bien Común y Bienestar Social – “Mater et Magistra” (Papa Juan XXIII)
- Familia y Sociedad – “Familiaris Consortio” (Papa Juan Pablo II)
- Educación para la Paz – “Pacem in Terris” (Papa Juan XXIII)
- Migración y Derechos Humanos – “Fratelli Tutti” (Papa Francisco)
- Crisis de Refugiados – “Fratelli Tutti” (Papa Francisco)
- La Iglesia y la Política – “Gaudium et Spes” (Concilio Vaticano II)
- Trabajo Digno y Justo – “Laborem Exercens” (Papa Juan Pablo II)
- Desigualdad Económica – “Sollicitudo Rei Socialis” (Papa Juan Pablo II)
- Solidaridad Global – “Fratelli Tutti” (Papa Francisco)
- La Iglesia y los Medios de Comunicación – “Inter Mirifica” (Concilio Vaticano II)
- Ética en la Ciencia y Tecnología – “Veritatis Splendor” (Papa Juan Pablo II)
- Consumismo y Espiritualidad – “Centesimus Annus” (Papa Juan Pablo II)
- Multiculturalismo y Evangelización – “Evangelii Gaudium” (Papa Francisco)
- Secularismo y Fe – “Gaudium et Spes” (Concilio Vaticano II)
- Ecumenismo y la Unidad de los Cristianos – “Unitatis Redintegratio” (Concilio Vaticano II)
- El Rol de los Laicos en la Iglesia – “Apostolicam Actuositatem” (Concilio Vaticano II)
- El Futuro de la Juventud en la Iglesia – “Christus Vivit” (Papa Francisco)
- Vocaciones y Formación Sacerdotal – “Pastores Dabo Vobis” (Papa Juan Pablo II)
- Educación Religiosa y Catequesis – “Catechesi Tradendae” (Papa Juan Pablo II)
- La Eucaristía en la Vida Diaria – “Ecclesia de Eucharistia” (Papa Juan Pablo II)
- Misericordia y Perdón – “Misericordia et Misera” (Papa Francisco)
- La Liturgia y la Vida Espiritual – “Sacrosanctum Concilium” (Concilio Vaticano II)
- La Belleza de la Santidad – “Gaudete et Exsultate” (Papa Francisco)
Especiales basado en la enseñanza de los Santos
- El cuidado de la creación – inspirado por San Francisco de Asís
- La defensa de los pobres y marginados – San Vicente de Paúl
- Los derechos de los trabajadores – San Juan Bosco
- La paz y la reconciliación – San Francisco de Asís
- La educación y el aprendizaje – San Ignacio de Loyola
- La atención a los enfermos y moribundos – Santa Teresa de Calcuta
- La justicia social y la liberación – Óscar Romero
- La igualdad de género – Santa Teresa de Ávila
- La dignidad humana – San Juan Pablo II
- El respeto por las culturas y tradiciones indígenas – San Juan Diego
- El servicio y la humildad – San Martín de Porres
- El respeto a los migrantes y refugiados – Santa Francesca Cabrini
- La oración y la contemplación como respuesta a la prisa de la sociedad – San Juan de la Cruz
- El desafío de la soledad y el aislamiento social – San Benito de Nursia
- El desapego de los bienes materiales – San Francisco de Asís
- La aceptación y amor hacia los leprosos – San Damián de Molokai
- El combate a la esclavitud – San Pedro Claver
- La promoción de la justicia racial – Santa Josefina Bakhita
- El apoyo a las madres solteras y niños huérfanos – Santa Margarita de Cortona
- La educación de los jóvenes en la fe – San Juan Bosco
- El cuidado de los ancianos – Santa Teresa de Calcuta
- La lucha contra la adicción – San Maximiliano Kolbe
- La defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte natural – San Juan Pablo II
- La conservación de la belleza en el arte y la música – San Cecilia
- La resistencia contra la guerra y la violencia – San Francisco de Asís
- La valoración del trabajo manual y la vida sencilla – San José
- El apoyo a las personas con discapacidades – Santa Teresa de Ávila
- La prevención de la explotación infantil – Santa Teresa de Calcuta
- La reconciliación entre ciencia y fe – San Alberto Magno
- La lucha contra la pobreza extrema – Santa Teresa de Calcuta
- El amor y respeto por los animales – San Francisco de Asís
- El compromiso con la verdad – San Agustín de Hipona
- La lucha contra la corrupción – San Tomás Moro
- La importancia de la oración en la vida diaria – San Ignacio de Loyola
- El cuidado y respeto por los difuntos – Santa Mónica
- La promoción de la alfabetización – San Juan Bautista de la Salle
- La lucha contra el racismo – Santa Josefina Bakhita
- La defensa del matrimonio y la familia – San Francisco de Sales
- El desafío del consumismo – San Francisco de Asís
- La defensa de la libertad religiosa – San Tomás Moro
- La acogida a los marginados y excluidos – San Damián de Molokai
- La protección de los niños y jóvenes – Santa María Goretti
- El respeto a la diversidad cultural – San Juan Diego
- La denuncia de la injusticia y la opresión – Óscar Romero
- La lucha contra la desigualdad social – San Vicente de Paúl
- La importancia de la unidad cristiana – San Juan XXIII
- La promoción de la salud mental – Santa Dymphna
- La atención pastoral en las cárceles – San Juan Bosco
- El cuidado de la viudas y los huérfanos – San Vicente de Paúl
- La defensa del medio ambiente – San Francisco de Asís
Deja una respuesta