Historia del hallazgo de la Virgen de los Ángeles
TRANSCRIPCIÓN DEL HALLAZGO DE LA IMAGEN DE LA VIRGEN DE LOS ÁNGELES.
A esas horas dice una piadosa tradición-, que una leñadora, una joven mulatita, llamada Juana Pereira, según parece, salió a buscar leña para su hogar. Encontró con gran regocijo de su alma, sobre una piedra muy grande, una imagencita, como de una cuarta de alto, de color moreno, tallada en piedra, representando a la Santísima Virgen María con el Niño en los brazos. La jovencita, loca de contento, llevó la imagen a su casa, guardándola dentro de una canastilla. Al día siguiente volvió a recoger leña y sobre la misma piedra, encontró la imagen de la víspera. Creyendo que era otra, volvía muy contenta a su casa, pensando que ya tenía dos imágenes, cuando, al abrir la canastilla; con estupefacción de su parte, notó que no estaba; es decir, que ya no estaba la que había traído el día anterior. De esta vez aseguró bien la imagen bajo llave, pensando que alguien se la había llevado al bosque. Al tercer día, volviendo a la selva y sobre la misma piedra, volvió a encontrar por tercera vez la imagen de la “Negrita”. En esta ocasión, turbada y temerosa, corrió con la imagencita a su casa, abrió el cofre y constató que la “otra” ya no estaba. Presurosa se dirigió a casa del señor Cura, le contó lo que pasaba y le entregó la imagen. El señor Cura, sin darle importancia al asunto, la guardó; pero, cuando al siguiente día quiso examinarla con detención, la imagen había desaparecido. Se fue al bosque “Tata Cura” y en la piedra antes dicha, la encontró. Se la trajo y de esta vez la guardó en el propio Sagrario, con Jesús Sacramentado. Pasó ese día. Celebraba el Padre Cura o el Coadjutor la Santa Misa. Cuando fue a dar la Comunión, notó lo de siempre: ¡la imagencita había huido! Después de la Misa acompañado de otros sacerdotes, fue a la piedra; allí estaba la Señora; porque Ella quería que allí mismo le levantaran su iglesia. “La Negrita” quería hacerles ver a “los blancos” que “negros” o “blancos” todos somos hijos de un mismo Dios y, por consiguiente, hermanos. Quería ser el Norte de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Cartago; quería ser Ella “la Reina de los Ángeles”; la Reina también de “los Pardos” y Reina de los ticos.
Cfr. Eladio Prado-Breve Historia. Tomado de: Arrieta, Víctor Manuel. La Basílica de Nuestra Señora de Los Ángeles Consagrada.
TRASCRIPCIÓN DE LA DESCRIPCIÓN DE LA IMAGEN DE NUESTRA SEÑORA DE LOS ÁNGELES.
A primera vista, la imagen venerada de Nuestra Señora de los Ángeles, parece una custodia o uno de esos antiguos y riquísimos relicarios de las catedrales de Europa.
Sobre un pedestal de plata, semejando un medio mundo, se levanta una azucena, también de plata, que tiene en sus pétalos pequeños angelitos de oro; sobre la azucena descansa una media luna y frente a ella un serafín de oro con las manos levantadas en actitud de sostener el manto de oro.
Cuajado de finísimas y valiosas joyas, un manto de oro cubre todo el cuerpo de la Virgen y del Niño Jesús. El rico manto remata en una pequeña corona de oro, rodeada de nueve estrellas de filigrana.
Alrededor del manto, semejando un ostensorio, un conjunto de rayos de oro completan el adorno de la venerable imagen.
Sobre estos rayos, está colocada la valiosa corona de oro y pedrería, con que fue solemnemente coronada la Patrona de Costa Rica. De la corona al pedestal habrá poco más o menos un metro de altura.
La imagen en sí es pequeñísima. Es quizá la más pequeña de las imágenes famosas de María, ¡Qué coincidencia! Pequeña es la imagen como es pequeña Costa Rica en su territorio.
La imagen es de piedra, parece granito, piedra de mina o jade.
Las manos que comenzaron a labrarla no la terminaron y la dejaron tan sólo apenas bosquejada, pero se advierten bien las facciones del moreno rostro; de ahí que se le llame la Negrita; aunque el color es de un verde oscuro, se advierten bien delineados los labios, la nariz y los ojos. Se ve que se le quiso tallar a la imagen una túnica en la misma piedra.
En su brazo izquierdo, la Virgen sostiene al Niño Jesús. Lo mismo se advierte en el Niño: se le comenzó a tallar el vestido en la misma piedra. La Virgen inclina un poco la cabeza hacia el Niño. El Niño, dulcemente se recuesta sobre el brazo amoroso de su Madre y levanta la mano derecha sobre el pecho virginal en actitud de bendecir o de señalar el Corazón Inmaculado de su Santísima Madre, refugio de pecadores.
De la cabeza de la Virgen pende un manto, apenas delineado en la misma piedra y parece cubrir el resto de la antiquísima escultura.
Tomado de: Arrieta, Víctor Manuel.
La Basílica de Nuestra Señora de Los Ángeles Consagrada.
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