Vive el tiempo de Cuaresma con la JMJ Lisboa 2023
La Cuaresma “nos orienta hacia la Pascua: el “retiro” no es un fin en sí mismo, sino que nos prepara a vivir -con fe, esperanza y amor- la pasión y la cruz, para llegar a la resurrección”, nos dice el Papa Francisco en su Mensaje para la Cuaresma 2023.
En este sentido, para que vivamos juntos un camino, os dejamos una reflexión para cada domingo de Cuaresma. Estas reflexiones fueron escritas por el Padre Tiago Melo, del Departamento de Comunicación del Comité Organizador Local (COL) de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) Lisboa 2023.
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Primer Domingo de Cuaresma
La persona humana desea alimentarse de cosas que no son buenas. La tentación del primer hombre continúa hasta hoy, pues desea ver, tener y consumir innumerables cosas, pero olvida lo esencial: la Palabra de Dios.
Jesús en el Evangelio nos invita a superar nuestros deseos primarios y a entregarnos a los deseos más profundos, a entregarnos a quien verdaderamente nos alimenta: Dios. Si nos fijamos en los planes de Dios, seremos capaces de superar los deseos más pequeños y abrazar algo que trasciende, que supera las pequeñas realidades y nos impulsa a las cosas de arriba, a la comunión con Dios y con los hermanos.
Segundo Domingo de Cuaresma
Siempre es importante establecer una diferencia teológica entre dos acciones: mirar y ver. A menudo miramos muchas cosas, pero no logramos ver lo que representan y las situaciones en las que se encuentran. Hoy, el Evangelio nos invita a ver sólo a Jesús, que se transfiguró para revelar a sus discípulos la grandeza de la gloria. Esta iluminación también será posible para nosotros cuando sigamos fielmente a Cristo. Nuestra transfiguración se da en dos momentos: en el primero, cuando hacemos resplandecer nuestra luz en el mundo (cf. Mt 5,14), siendo reflejo de Cristo; la segunda será cuando estemos con Él.
Tercer Domingo de Cuaresma
El pecado no acaba con la vida de una persona, pero la conversión sí. Jesús llama la atención sobre esto cuando enseña que la mujer samaritana no puede ser el instrumento expiatorio del pecado, pero puede ser un signo de salvación. Al expresar su sed, Jesús está dirigiendo un mensaje a la mujer ya nosotros: Dios tiene sed, pero tiene sed de nosotros. Él satisface el corazón humano derramando su amor (cf. Rm 5,5) y nos invita a renovar nuestras fuerzas en la verdadera Agua Viva que fluye hacia la Vida Eterna. En este Evangelio, se expresa la intención de Jesús en revelar a un Dios que infunde vida nueva para hacernos adoradores en Espíritu y Verdad.
Cuarto Domingo de Cuaresma
El ciego de nacimiento que aparece en el Evangelio es la figura de la persona que necesita que Cristo ilumine su vida. Todo aquel que experimenta el encuentro con El Señor recibe tal gracia que su vida ya no puede ser la misma, se ilumina ante las dificultades y ante las grandes decisiones. El cristiano está llamado a ser luz para los que no ven; así como Cristo fue luz para el ciego y para nosotros, porque nos sacó de las tinieblas, venciéndolas (cf. Efesios 5, 8). La consagración del cristiano es real, porque todos fuimos iluminados en el Bautismo y debemos cumplir la misión profética y ministerial.
Quinto Domingo de Cuaresma
La muerte es la experiencia extrema del dolor humano. Jesús lloró cuando vio que Su amigo había muerto. La muerte estremece al mismo Dios. Es importante destacar: estremece, pero no frena. Jesús es el Dios que promueve y sostiene la vida, por eso Su mensaje es claro: “el que vive y cree en Mí, no morirá jamás” (Juan 11:26). Jesús tiene la experiencia de llorar para mostrar a sus discípulos ya nosotros que Él es el Dios consolador. Siendo seguidores de este Dios, debemos ser consoladores del dolor de todos los que lloran y buscan promover la Vida.
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