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octubre 8, 2022 in Actualidad

“En Pastoral Juvenil me sentí acogido”

“Si me das el don del canto te prometo que te voy a cantar y solo a Ti”. Esta fue la promesa que hizo el joven Fabián Paniagua Miranda, animador de Pastoral Juvenil en la Parroquia Nuestra Señora del Carmen, en Miramar, Puntarenas.

El encuentro con el Señor, especialmente a través de la música, ha sido lo más bello que dice haber vivido en el proceso de Pastoral Juvenil (PJ). Precisamente, fue allí donde aprendió a tocar la guitarra, un sueño que tenía.

Llegó a la PJ por medio de su hermana, Jennifer. Ella junto a otros muchachos impulsaron la creación de un grupo juvenil, pues vieron la necesidad que había en la comunidad. Al ver el entusiasmo y la alegría que ella transmitía, Fabián, entonces de 13 años, comenzó a sentirse atraído y quiso participar.

El adolescente llegó con muchas ganas, tanto así, que desde el primer día quería formar parte de la junta directiva. Él mismo se propuso para cada puesto, incluido el de presidente, pero sin mucho éxito, aunque al final obtuvo una plaza de vocal, gracias en parte a que no había más candidatos, cuenta el joven con humor. El deseo de servir estaba ahí.

“Recuerdo que estaba feliz, porque fue el primer grupo al que realmente pertenecí. Me sentí acogido, comprendido. No me sentí juzgado, por eso tenía ganas de formar parte tan de lleno”, comentó.

Era tal su entusiasmo e iniciativa que a los 15 años decidió llevar una formación para animadores de Pastoral Juvenil. “Me sentía tan bien, saber que formaba parte de algo más grande que yo”, contó.

Llevó la formación y un año después no había nadie que asumiera el grupo. De nuevo, Fabián levantó la mano. Este tipo de momentos en su vida, recuerdan la frase que el Papa Juan Pablo II solía decir a los jóvenes: “No tengan miedo”.

“Siempre quise luchar para que otras personas encontraran un grupo del cual pudieran sentirse parte sin ser juzgados, que pudieran vivir lo que yo había vivido. Ha sido una bonita experiencia, cuando preguntaron quién podía hacerse cargo dije: “Yo”, porque esto no podía quedar ahí y si no había quién, pues yo me animaba”, recordó.

Desde entonces ha estado metido en los procesos de Pastoral Juvenil. Aun con las dificultades o limitaciones que el grupo ha enfrentado, él asegura que nunca se rinden. “Aquí he encontrado amistades verdaderas, personas en las que puedo confiar”, afirmó.

Fabián recuerda con cariño los primeros días, cuando vio unos chicos que tocaban música para animar los encuentros. “Pensé, yo quiero aprender a tocar la guitarra, tomé una guitarra vieja que había en mi casa, fui a unos talleres que dieron y aprendí”, relató.

A este joven siempre le gustó cantar, sin embargo, consideraba que no tenía la voz ni la habilidad. De ahí que un día le dijo a Dios: “Si me das el don del canto te prometo que te voy a cantar y solo a Ti”. Tras mucho esfuerzo y paciencia, Fabián se convirtió en animador del canto y además es integrante de una banda llamada Shemá, dedicada a la música católica.

“Hemos sacado “covers” de canciones que nos gustan, hemos hecho conciertos, para navidad preparamos unas cinco piezas, las grabamos y compartimos en las redes sociales, cantamos villancicos, el rezo del niño lo hacemos cantando, aquí en el grupo de pastoral juvenil hay otros talentos, unos que hacen mimo, danza, entonces también hemos combinado presentaciones”, comentó.

Fabián también es consciente que su testimonio de encuentro con el Señor no puede quedarse solo en la pastoral o en iglesia, sino que debe estar presente en todos los ambientes de su vida.

De hecho, como docente de Educación Religiosa, en sus clases a veces toma la guitarra y canta junto a los estudiantes. Actualmente, se prepara como informático y tiene 32 años, sabe que todo proceso llega a un final, por lo que hay una combinación de emociones, sin embargo, está satisfecho por el trabajo realizado.

Fabián también ha tenido la oportunidad de asistir a las Jornadas Mundiales de la Juventud celebradas en Madrid, Polonia y Panamá. “En cada una he tenido una experiencia diferente, en la primera tuve la oportunidad de reconocer la Iglesia de una forma más profunda e identificar jóvenes de todo el mundo que viven la fe”.

“En Polonia tuve la dicha de visitar los santuarios de la divina misericordia, fue algo que superó mi expectativa la verdad. Y en Panamá decidí ir para compartir con mis amigos una JMJ que sentí que era más cercana y tendría posibilidad de vivirla intensamente”, dijo.




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