mayo 2, 2022 in Evangelios

Lecturas del 2 de Mayo de 2022

Primera Lectura

Hch 6, 8-15

En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y de poder, realizaba grandes prodigios y signos entre la gente.

Algunos judíos de la sinagoga llamada “de los Libertos”, procedentes de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no podían refutar la sabiduría y al Espíritu con que hablaba.

Entonces sobornaron a algunos hombres para que dijeran: “Nosotros hemos oído a este hombre blasfemar contra Moisés y contra Dios”.

Alborotaron al pueblo, a los ancianos y a los escribas; cayeron sobre Esteban, se apoderaron de él por sorpresa y lo llevaron ante el sanedrín. Allí presentaron testigos falsos, que dijeron: “Este hombre no deja de hablar contra el lugar santo del templo y contra la ley. Lo hemos oído decir que ese Jesús de Nazaret va a destruir el lugar santo y a cambiar las tradiciones que recibimos de Moisés”.

Los miembros del sanedrín miraron a Esteban y su rostro les pareció tan imponente como el de un ángel.

Salmo Responsorial

Salmo 118, 23-24. 26-27. 29-30

R. (1b) Dichoso el que cumple en la voluntad del Señor. Aleluya.
Aunque los poderosos se burlen de mí,
yo seguiré observando fielmente tu ley.
Tus mandamientos, Señor, son mi alegría;
ellos son también mis consejeros.
R. 
Dichoso el que cumple en la voluntad del Señor. Aleluya.
Te conté mis necesidades y me escuchaste;
enséñame, Señor, tu voluntad.
Dame nueva luz para conocer tu ley
y para meditar las maravillas de tu amor.
R. 
Dichoso el que cumple en la voluntad del Señor. Aleluya.
Apártame de los caminos falsos,
y dame la gracia de cumplir tu voluntad.
He escogido el camino de la lealtad
a tu voluntad y a tus mandamientos.
R. 
Dichoso el que cumple en la voluntad del Señor. Aleluya.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 4, 4

R. Aleluya, aleluya.
No sólo de pan vive el hombre,
sino también de toda palabra
que sale de la boca de Dios.
R. Aleluya.

Evangelio

Jn 6, 22-29

Después de la multiplicación de los panes, cuando Jesús dio de comer a cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el lago. Al día siguiente, la multitud, que estaba en la otra orilla del lago, se dio cuenta de que allí no había más que una sola barca y de que Jesús no se había embarcado con sus discípulos, sino que éstos habían partido solos. En eso llegaron otras barcas desde Tiberíades al lugar donde la multitud había comido el pan. Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaúm para buscar a Jesús.

Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo llegaste acá?” Jesús les contestó: “Yo les aseguro que ustedes no me andan buscando por haber visto signos, sino por haber comido de aquellos panes hasta saciarse. No trabajen por ese alimento que se acaba, sino por el alimento que dura para la vida eterna y que les dará el Hijo del hombre; porque a éste, el Padre Dios lo ha marcado con su sello”.

Ellos le dijeron: “¿Qué necesitamos para llevar a cabo las obras de Dios?” Respondió Jesús: “La obra de Dios consiste en que crean en aquel a quien él ha enviado”.

Palabra de Dios, te alabamos Señor

Reflexión

Hermanos y hermanas

El libro de los Hechos de los Apóstoles nos presenta -tras la unción de los siete discípulos como Diáconos para la ayuda de los Apóstoles-, hombres de profunda fe y respetados en la comunidad. Uno de ellos, Esteban, iluminado por el Espíritu, predicaba y realizaba grandes prodigios.

Esta situación provocó que unos cuantos de la sinagoga de “los libertos” -que eran descendientes de los que Pompeyo esclavizó y llevó a Roma en el año 63 a. C., y que, tras su liberación, habían recibido una cierta educación helenística y procedían de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia-; al no poder rebatir la sabiduría y espíritu con que hablaba Esteban, comenzaron a difamarle y, buscando falsos testigos, lo denunciaron ante el Sanedrín, pero él, ante los miembros del Consejo, permaneció tranquilo y su rostro se iluminó como a Moisés cuando bajó del Sinaí, pareciéndoles que fuera el rostro de un ángel.

Cuantas veces, cuando no se tienen argumentos para rebatir una verdad evangélica, se recurre a la difamación y la calumnia y, mucho peor, cuando estas proceden de tu mismo ámbito religioso.

¡Qué difícil es aceptar que el otro tiene razón! Nos creemos que nuestros argumentos son los verdaderos y, ni tan siquiera, intentamos escuchar los argumentos de los demás. Nuestra reacción es desacreditar al contrario, sin pararse a pensar en las consecuencias de nuestros actos y en el daño que podemos producir.

En el caso de Esteban finalizó en el martirio, siendo lapidado por sus propios conciudadanos, porque no supieron o no quisieron asumir las verdades con las que les habló en el desigual juicio.

Él fue fiel y constante en su fe y cumplió lo que nos dice el salmo 118: “Dichoso el que camina en la ley del Señor. Apártame del camino falso y dame la gracia de tu voluntad”

El evangelio nos indica la siguiente frase

No trabajen por ese alimento que se acaba, sino por el alimento que dura para la vida eterna

Jesús, el día anterior al fragmento que hemos contemplado, había bendecido los cinco panes y dos peces, con los que alimentó a la multitud que lo seguía y que habían acudido a escucharlo.

La gente, admirada, pretendía, según Juan, hacerlo rey, pero Él se escabulló y se retiró a orar; los discípulos tomaron una barca para dirigirse a Cafarnaúm, soplaba un viento fuerte que encrespó el mar. En plena tormenta ven a Jesús andando sobre el mar, acercándose, tuvieron miedo, pero Él les tranquilizó: “Soy yo, no temáis”, y enseguida tocaron tierra.

La gente buscaba a Jesús y al final lo encontraron en Cafarnaúm enseñando, y le preguntaron que cómo había llegado allí. La respuesta de Jesús fue taxativa: “me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis hasta saciaros”, como reprochándoles que les interesaba más la satisfacción de sus necesidades materiales, que lo que realmente significaba el signo del que habían sido testigos; por eso les invita a que trabajen no por el alimento perecedero, sino por el que permanece y da la vida, insistiendo en el sentido eucarístico del pan que comieron.

Jesús con este diálogo está orientando a aquellos que le escuchan y le buscan, para que nos olvidemos de nuestros intereses materiales, mundanos y transformemos nuestra vida para tener como meta el adherirnos totalmente a Él, como enviado del Padre, lo cual nos llevará a una auténtica plenitud y así poner a disposición de nuestros semejantes, todo el potencial de humanidad que llevamos en nuestro interior.

Muchas veces cerramos los ojos a los signos que Dios pone ante nosotros, y nos interesa más ocuparnos de lo inmediato, que de lo realmente transcendente.

San Atanasio no cerró sus ojos, se dejó empapar de la gracia de Dios, y dedicó su vida a la predicación de la Buena Noticia, y luchar fervientemente contra el arrianismo

¿Estamos abiertos a las opiniones de los demás? ¿Ante lo que es contrario a lo que pensamos, respondemos desacreditando? ¿Nos importa más lo transcendente o lo meramente inmediato y material?

Que Dios los bendiga y los proteja. 




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