Lecturas del día 29 de Abril de 2022
Primera Lectura
En aquellos días, los guardias condujeron a los apóstoles ante el sanedrín, y el sumo sacerdote los reprendió, diciéndoles: “Les hemos prohibido enseñar en nombre de ese Jesús; sin embargo, ustedes han llenado a Jerusalén con sus enseñanzas y quieren hacernos responsables de la sangre de ese hombre”.
Pedro y los otros apóstoles replicaron: “Primero hay que obedecer a Dios y luego a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien ustedes dieron muerte colgándolo de la cruz. La mano de Dios lo exaltó y lo ha hecho jefe y Salvador, para dar a Israel la gracia de la conversión y el perdón de los pecados. Nosotros somos testigos de todo esto y también lo es el Espíritu Santo, que Dios ha dado a los que lo obedecen”.
Esta respuesta los exasperó y decidieron matarlos.
Salmo Responsorial
R. (7a) Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor. Aleluya.
Bendeciré al Señor a todas horas;
no cesará mi boca de alabarlo.
Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.
Dichoso el hombre que se refugia en él.
R. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor. Aleluya.
En contra del malvado está el Señor
para borrar de la tierra su recuerdo;
escucha, en cambio, al hombre justo
y lo libra de todas sus angustias.
R. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor. Aleluya.
El Señor no está lejos de sus fieles
y levanta a las almas abatidas.
Muchas tribulaciones pasa el justo,
pero de todas ellas Dios lo libra.
R. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor. Aleluya.
Aclamación antes del Evangelio
R. Aleluya, aleluya.
Tomás, tú crees porque me has visto.
Dichosos los que creen sin haberme visto, dice el Señor.
R. Aleluya.
Evangelio
“El que viene de lo alto está por encima de todos; pero el que viene de la tierra pertenece a la tierra y habla de las cosas de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. Da testimonio de lo que ha visto y oído, pero nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz. Aquel a quien Dios envió habla las palabras de Dios, porque Dios le ha concedido sin medida su Espíritu.
El Padre ama a su Hijo y todo lo ha puesto en sus manos. El que cree en el Hijo tiene vida eterna. Pero el que es rebelde al Hijo no verá la vida, porque la cólera divina perdura en contra de él’’.
Palabra de Dios, te alabamos Señor
Reflexión
Hermanas y hermanos
Del diálogo de Jesús con Nicodemo, que nos presentaba una catequesis sobre el bautismo, pasamos en el evangelio de hoy a la multiplicación de los panes, donde comienza una nueva catequesis; ésta vez sobre la Eucaristía. Como bautizados, como creaturas que hemos nacido de nuevo, la Eucaristía es el centro de nuestra vida y el lugar por excelencia donde nos encontramos con Cristo resucitado.
La escena del evangelio de hoy comienza señalando tres elementos significativos: como el nuevo Moisés, Jesús atraviesa el mar; es acompañado por una multitud y sube a la montaña. Una nueva Pascua se prefigura. Así como el paso del Mar Rojo, seguido por la multitud de israelitas, llevó a Moisés a la montaña del Sinaí y se constituyó el pueblo de Dios, esas mismas acciones lleva a Jesús a constituir el nuevo pueblo de Dios.
La primera preocupación de Jesús es la gente y movido por la compasión le pregunta a Felipe: “¿cómo compraremos pan para que coman éstos?” Jesús no desaprovecha la oportunidad para instruir a sus discípulos y a nosotros. Por eso es importante poner atención a la reacción y a las actitudes de los discípulos. Mientras que Felipe en tono frío no cree que haya solución, Andrés se aferra a una esperanza en aquello que parece poco pero que puede ser el comienzo de la solución. Por su parte, el muchacho, dueño de los panes y los pescados, no se aferra egoístamente a lo que tiene sino que lo pone al servicio de todos. Aquí podríamos detenernos un momento y preguntarnos, ¿con cuál de estos tres personajes nos identificamos?
La presencia de Jesús y la actitud de Andrés y aquel muchacho desencadena una reacción milagrosa: el alimento se multiplica. “Tomó Jesús los panes, y después de dar gracias, se los fue repartiendo a los que se habían sentado a comer”. El milagro estaba hecho; no porque Jesús sacara su “varita mágica” y multiplicara el pan, sino porque la actitud de aquellas personas había cambiado. Habían compartido lo que tenían y con ello hubo comida suficiente y hasta sobró.
Con esta escena de Jesús tomando el pan y dándolo a sus discípulos para alimentar a la gente, comienza una catequesis sobre la Eucaristía. Efectivamente, la Eucaristía es presentada por el evangelio de san Juan en este pasaje, no en la última cena. Es un banquete para todos, donde nadie queda al margen, donde todos son saciados, alcanzados por la acción de gracias “multiplicadora” de Jesús.
El evangelio de san Juan no contiene el relato de la Cena Eucarística, pero describe la multiplicación de los panes como símbolo de lo que debe acontecer en las comunidades a través de la celebración de la Cena Eucarística. Si entre los pueblos cristianos hubiese un verdadero compartir, habría comida abundante para todos, nadie pasaría necesidad (como nos decía la primera lectura del domingo anterior) y hasta sobrarían doce canastas ¡para mucha más gente!
Y este milagro sirve para introducir el llamado discurso del Pan de Vida, donde Jesús mismo nos explicará el significado de la Eucaristía. Por eso la liturgia nos lo pone en este tiempo pascual, pues la presencia de Cristo resucitado la descubrieron en el partir y compartir el pan, es decir en la Eucaristía.
El evangelio de hoy, pues, es una catequesis y una experiencia de vida. Jesús invita a sus discípulos a que descubran lo que tienen, no solo ellos, sino todos los que están reunidos. Parece, aparentemente poco, pero cuando se comparte entre todos, llega para todos y sobra. Muchas veces en nuestra vida hemos experimentado esta realidad. Poner en común lo que se tiene para el servicio de los demás tiene efecto multiplicador, sobre todo cuando se hace movido por la compasión. Y en el compartir, se hace presente Jesús para multiplicar.
Que Dios los bendiga y los proteja.
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