Evangelio del 7 de enero 2025 según Marcos 6, 34-44
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan
1 Jn 4, 7-10
Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.
En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Unigénito, para que vivamos por medio de él.
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial
Sal 71, 1-2. 3-4ab. 7-8 (R.: cf. 11)
R/. Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra.
Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R/.
Que los montes traigan paz,
y los collados justicia;
defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre. R/.
En sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. R/.
Aclamación antes del Evangelio
Lc 4, 18
Aleluya, aleluya.
El Señor me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad. Aleluya.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos
Mc 6, 34-44
En aquel tiempo, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas.
Cuando se hizo tarde se acercaron sus discípulos a decirle: «Estamos en despoblado y ya es muy tarde. Despídelos, que vayan a los cortijos y aldeas de alrededor y se compren de comer».
Él les replicó: «Dadles vosotros de comer».
Ellos le preguntaron: «¿Vamos a ir a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?».
Él les dijo: «¿Cuántos panes tenéis? Id a ver».
Cuando lo averiguaron le dijeron: «Cinco, y dos peces».
Él les mandó que la gente se recostara sobre la hierba verde en grupos. Ellos se acomodaron por grupos de cien y de cincuenta.
Y tomando los cinco panes y los dos peces, alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los iba dando a los discípulos para que se los sirvieran. Y repartió entre todos los dos peces.
Comieron todos y se saciaron, y recogieron las sobras: doce cestos de pan y de peces.
Los que comieron eran cinco mil hombres.
Palabra del Señor.
Reflexión
El evangelista describe a Jesús contemplando a una multitud conmovido por su necesidad, pues los ve como ovejas sin pastor. No se detiene en lamentaciones ni se retrae ante el reto: les ofrece enseñanza y, posteriormente, un alimento que sacia físicamente. Sus discípulos, perplejos, creen que no es viable atender a tantas personas con tan pocos recursos. Sin embargo, la realidad cambia cuando se pone en juego la compasión y la colaboración.
El relato de los panes y los peces evidencia que la generosidad auténtica no consiste solo en la abundancia material; emerge de la disposición a compartir lo poco o mucho que se tenga. El problema no radica en la escasez, sino en la falta de empatía y confianza. Cuando alguien da el primer paso y se atreve a ofrecer lo disponible, el espíritu de Dios multiplica las posibilidades de servicio y de bondad.
En la cultura actual, la competitividad y la indiferencia pueden endurecer los corazones, convirtiendo a los demás en simples números. El pasaje sugiere una visión alternativa: identificar la necesidad ajena y responder desde la solidaridad. Así como Jesús no relegó la responsabilidad a otros, sino que invitó a sus discípulos a ser parte activa de la solución, hoy se sigue necesitando quienes, en lugar de huir ante el cansancio o la complejidad de los problemas, busquen implicarse y compartir lo que tengan a mano.
El milagro no se limita a la multiplicación del pan, sino que alcanza la transformación de la lógica humana. Pasar de la queja al ofrecimiento es un acto valiente que puede impactar positivamente a muchas vidas. Jesús demuestra que el Reino de Dios comienza cuando se superan las barreras del individualismo y se establece una dinámica basada en la compasión, la fe y la entrega sincera. Al final, todos quedan saciados, con restos de pan en abundancia que subrayan la sobreabundancia del amor divino para quienes confían y se solidarizan con el prójimo.
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