enero 3, 2025 in Evangelios

Evangelio del 04 de enero 2025 según san Juan 1, 35-42

Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 3, 7-10

 

Hijos míos, que nadie os engañe. Quien obra la justicia es justo, como él es justo.

Quien comete el pecado es del Diablo, pues el Diablo peca desde el principio. El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del Diablo.

Todo el que ha nacido de Dios no comete pecado, porque su germen permanece en él, y no puede pecar, porque ha nacido de Dios.

En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del Diablo: todo el que no obra la justicia no es de Dios, ni tampoco el que no ama a su hermano.

 

Salmo de hoy

Salmo 97, 1bcde. 7-8. 9 R/. Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios

 

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.

Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos,
aclamen los montes. R/.

Al Señor, que llega
para regir la tierra.
Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud. R/.

 

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Juan 1, 35-42

 

En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice:
«Este es el Cordero de Dios».

Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta:
«¿Qué buscáis?».

Ellos le contestaron:
«Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?».

Él les dijo:
«Venid y veréis».

Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; era como la hora décima.

Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice:
«Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)».

Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo:
«Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce: Pedro)».

Reflexión

El Evangelio muestra a Juan el Bautista reconociendo a Jesús que pasa frente a él. Esta escena evoca las múltiples ocasiones en que la vida nos presenta oportunidades de cambio y renovación. Cada vez que brota una posibilidad distinta, puede ser Jesús invitándonos a transitar un camino nuevo, menos enrevesado y más pleno de sentido. No se trata únicamente de prosperar en lo económico o profesional, sino de encontrar una forma más sabia y sencilla de afrontar las circunstancias cotidianas.

Algunos tropiezan siempre con la misma piedra de la impulsividad, responden con dureza ante cualquier contratiempo o se encierran en el círculo vicioso de la crítica y el resentimiento. El texto, sin embargo, insinúa un cambio de actitud: en lugar de caer en la réplica hiriente, conviene dar paso a una respuesta pensada y constructiva, que aporte serenidad allí donde todo arde en confrontaciones y suspicacias. Andrés y el otro discípulo decidieron seguir a Jesús al instante, manifestando esa docilidad que nace cuando perciben la valía de lo que se les ofrece.

Este pasaje no es un simple recuerdo histórico; plasma la invitación constante de Dios a replantear el modo en que gestionamos conflictos y relaciones. Quien capta la propuesta de Jesús opta por no empantanarse en la vieja costumbre de contestar al primer impulso. En cambio, recurre a la reflexión, al discurso ponderado y a la búsqueda de soluciones que pacifiquen en lugar de avivar tensiones. Así, cada uno descubre que el verdadero éxito espiritual se mide por la capacidad de mantener la calma, respetar al otro y crecer en humanidad. Esa es la gran transformación que se gesta cuando se acepta la llamada del Maestro, al igual que hicieron aquellos primeros discípulos que lo siguieron sin titubear.




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