MENSAJE DE NAVIDAD DE LOS OBISPOS DE LA CECOR
La celebración de la Navidad es motivo de gozo y asombro. Cristo nace en un pequeño pesebre y ahí lo descubrimos cercano.
Llega para tocarnos el corazón y decirnos que la única fuerza que cambia el curso de la historia es el amor. No permanece distante, sino que se hace próximo y humilde.
El pesebre nos recuerda que Dios está con nosotros, nos ama y nos busca. Él nos conoce, sabe lo que vivimos, sufre las injusticias y conoce nuestras miserias.
Jesús no tuvo a nadie alrededor, sino a aquellos que lo querían: María, José y los pastores; todos eran pobres, unidos por el afecto y el asombro; y por su fe en el Dios de Israel.
El pesebre muestra cuáles son las verdaderas riquezas de la vida: no el dinero ni el poder, sino la paz, la familia y el amor.
Podemos preguntarnos, ¿qué regalar un día como hoy? Y muchos corren para comprar regalos caros, pero lo mejor que podemos dar es nuestro tiempo y cariño a quienes sufren la soledad, están enfermos o viven en necesidad.
Jesús opta por una vida pobre y austera. Él no hizo muchos discursos sobre la pobreza, sino que la vivió hasta las últimas consecuencias por nosotros. Su amor lo demostró con hechos, tal y como debemos hacerlo nosotros hoy y siempre.
Él, que se hizo carne, espera de nosotros un corazón abierto y confiado para revelarnos quiénes somos realmente: hijos amados de Dios.
Este año, la navidad marca, además, el inicio del Año Jubilar. Se trata de un tiempo de gracia para encontrar a Dios. Un gran regalo para el renacimiento espiritual, para el perdón y para construir juntos la paz.
Tal y como nos pide el Santo Padre, hemos de compartir con el mundo la auténtica razón de nuestra esperanza: Jesucristo nuestro Dios y Salvador.
Él que vino al mundo para liberar de toda esclavitud, abrir los ojos a los ciegos y poner en libertad a los oprimidos (Lc 4,18-19). Esto incluye a quienes, muchas veces, vivimos en la cárcel del pecado, de la resignación y de la desesperación.
Él sana nuestra ceguera interior para despertar de nuevo la alegría de encontrarle en los pobres y en todos los que, por alguna razón han perdido la fe.
“La esperanza no defrauda” (Rm 5,5), Cristo no defrauda, Él es el único capaz de dar sentido a nuestra vida porque nada ni nadie podrá separarnos nunca de su amor.
Pidamos la gracia de ser, en esta Navidad, signos de esperanza frente a un mundo marcado por la indiferencia y el egoísmo. Y que el Niño Dios nazca en cada corazón y en cada hogar de nuestro querido país.
Deseamos a todos una feliz y santa Navidad.
Javier Román Arias, Obispo de Limón, Presidente de la Conferencia Episcopal de Costa Rica
Mario Enrique Quirós Quirós, Obispo de Cartago, Vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Costa Rica
Bartolomé Buigues Oller, Obispo de Alajuela, Secretario General de la Conferencia Episcopal de Costa Rica
José Rafael Quirós Quirós, Arzobispo Metropolitano de San José, Tesorero de la Conferencia Episcopal de Costa Rica
José Manuel Garita Herrera, Obispo de Ciudad Quesada
Daniel Francisco Blanco Méndez, Obispo Auxiliar de San José
Juan Miguel Castro Rojas, Obispo de San Isidro de El General
Manuel Eugenio Salazar Mora, Obispo de Tilarán-Liberia
Óscar Fernández Guillén, Obispo de Puntarenas
Fuente:iglesiacr.org
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