Evangelio del 26 de diciembre del 2024 según Mateo 10, 17-22
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 6, 8-10; 7, 54-59
En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga llamada de los libertos, oriundos de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba.
Oyendo sus palabras se recomían en sus corazones y rechinaban los dientes de rabia. Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijando la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo:
«Veo los cielos abiertos y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios».
Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos dejaron sus capas a los pies de un joven llamado Saulo y se pusieron a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación:
«Señor Jesús, recibe mi espíritu».
Salmo de hoy
Salmo 30, 3cd-4. 6 y 8ab. 16bc-17 R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu
Sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame. R/.
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás;
tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.
Te has fijado en mi aflicción. R/.
Líbrame de los enemigos que me persiguen.
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 10, 17-22
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuidado con la gente!, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes por mi causa, para dar testimonio ante ellos y ante los gentiles.
Cuando os entreguen, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en aquel momento se os sugerirá lo que tenéis que decir, porque no seréis vosotros los que habléis, sino que el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.
El hermano entregará al hermano a la muerte, el padre al hijo; se rebelarán los hijos contra sus padres y los matarán.
Y seréis odiados por todos a causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el final, se salvará».
Reflexión
Mateo 10, 17-22 no pinta paisajes color de rosa. Es un pasaje que sacude y deja claro que habrá persecución, traición e incluso familia que se convertirá en amenaza. Suena crudo, pero no se puede disfrazar la realidad. De vez en cuando toca salir del refugio y mirar de frente lo que acecha. La vida no siempre viene con la etiqueta de “amable”. Sin embargo, este texto nos asegura que no todo es tan sombrío: “No se preocupen por lo que van a decir, pues el Espíritu de su Padre hablará por ustedes”.
Puede que el mundo le arrolle con sus críticas y se sienta acorralado por quienes no comprenden su visión. Esa experiencia que describe Mateo no es ajena a nuestro día a día: amistades que dudan de sus propósitos, colegas que cuchichean a sus espaldas o incluso familiares que subestiman sus valores. Es incómodo, hasta hiriente, pero no es el fin. El compromiso con sus creencias implica aceptar que habrá sacudidas. La parte optimista es la certeza de que usted no está solo: si su convicción es firme y está bien cimentada, tendrá las palabras adecuadas en el momento oportuno.
Este texto no promueve la resignación ni el llanto inconsolable. Más bien, invita a mantener la cabeza en alto, sin caer en la tentación de rebajarse al juego de la venganza. Claro que hay que defender lo que uno cree, pero sin perder la compostura ni la dignidad. Gente ponzoñosa siempre habrá, y esa advertencia bíblica lo subraya con un toque de realismo que raya lo incómodo. ¿La buena noticia? Nada dura para siempre, y la resistencia que demuestre será la confirmación de su coraje.
A veces buscamos la aprobación de todo el mundo, pero esta lectura deja claro que no siempre sucede. Le juzgarán, calumniarán y hasta le tacharán de iluso. No es mala señal que el camino sea difícil. Al contrario, indica que lo que usted emprende vale la pena. Al final, esa “prueba de fuego” fortalece el carácter y le convierte en alguien más audaz.
Tener fe en Dios, no es sentarse a ver pasar la vida con la ilusión de que todo se resuelva por arte de magia. Es ponerse en marcha, sabiendo que habrá quien quiera ponerle la zancadilla. Lo importante es seguir avanzando, sin callar la verdad, confiado en que el respaldo que necesita vendrá en el momento perfecto. Al final, cuando se atreve a perseverar, descubre que incluso la hostilidad más aguda no tiene la última palabra.
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