diciembre 20, 2024 in Evangelios

Evangelio del 21 de diciembre del 2024 según Lucas 1,39-45

Primera lectura

Lectura del libro del Cantar de los Cantares 2, 8-14:

 

¡La voz de mi amado!
Vedlo, aquí llega,
saltando por los montes,
brincando por las colinas.

Es mi amado un gamo,
parece un cervatillo.

Vedlo parado tras la cerca,
mirando por la ventana,
atisbando por la celosía.

Habla mi amado y me dice:
«Levántate, amada mía,
hermosa mía y ven.

Mira, el invierno ya ha pasado,
las lluvias cesaron, se han ido.

Brotan las flores en el campo,
llega la estación de la poda,
el arrullo de la tórtola
se oye en nuestra tierra.

En la higuera despuntan las yemas,
las viñas en flor exhalan su perfume.

Levántate, amada mía,
hermosa mía, y vente.

Paloma mía, en las oquedades de la roca,
en el escondrijo escarpado,
déjame ver tu figura,
déjame escuchar tu voz:
es muy dulce tu voz
y fascinante tu figura».

 

Salmo de hoy

Salmo 32, 2-3. 11-12. 20-21 R/. Aclamad, justos, al Señor, cantadle un cántico nuevo

 

Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas;
cantadle un cántico nuevo,
acompañando los vítores con bordones. R/.

El plan del Señor subsiste por siempre;
los proyectos de su corazón, de edad en edad.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad. R/.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
con él se alegra nuestro corazón,
en su santo nombre confiamos. R/.

 

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 39-45

 

En aquellos días, María se levantó y puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.

Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del

Espíritu Santo y, levantando la voz exclamó:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!

¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».

Reflexión

En el pasaje según Lucas (1,39-45), contemplamos un breve episodio donde dos mujeres se encuentran en circunstancias extraordinarias. María, sin demora, decide emprender la marcha hacia la casa de Isabel. Esta acción no es un simple viaje, sino un gesto cargado de fe y solidaridad. Al llegar, el saludo de la joven provoca un acontecimiento asombroso: la criatura en el vientre de Isabel se estremece de júbilo ante la presencia de quien porta al Mesías prometido.

La escena resalta la grandeza del reconocimiento silencioso. Aquí no hay discursos complejos, tan solo la alegría profunda que brota del interior. Isabel, llena del Espíritu Santo, alaba a María por su confianza en la palabra divina, y proclama bienaventurada a quien supo abrir su corazón sin reservas. Esta espontánea bendición subraya la importancia de creer sin pretender entenderlo todo de antemano.

Así, este encuentro nos enseña el valor de la cercanía y el acompañamiento sincero en las etapas cruciales de la existencia. María no se queda encerrada en sí misma, sino que va al encuentro de su pariente, llevando con ella el germen de la Salvación. Esa visita se convierte en un signo luminoso: la promesa ya está actuando entre las personas sencillas que acogen el plan de Dios sin exigir pruebas.

Hoy, cuando la agitación cotidiana y las distracciones superficiales nos alejan del sentido profundo, este pasaje nos inspira a recrear espacios de encuentro auténtico. Nos invita a compartir nuestra fe con otros, a generar lazos que transmitan esperanza, a saborear la alegría del servicio discreto, la palabra oportuna, la escucha paciente. Allí, en esos gestos humildes, reverbera la acción divina que transforma la historia, tal como sucedió aquel día en que dos mujeres se hallaron ante el alba de una nueva etapa para la humanidad.




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