diciembre 17, 2024 in Evangelios

Evangelio del 18 de diciembre del santo evangelio según san Mateo 1, 18-24

Primera lectura

Lectura del libro de Jeremías 23, 5-8

 

Mirad que llegan días —oráculo del Señor—
en que daré a David un vástago legítimo:
reinará como monarca prudente,
con justicia y derecho en la tierra.
En sus días se salvará Judá,
Israel habitará seguro.
Y le pondrán este nombre:
«El-Señor-nuestra-justicia».
Así que llegan días —oráculo del Señor— en que ya no se dirá: «Lo juro por el Señor, que sacó a los hijos de Israel de Egipto», sino: «Lo juro por el Señor, que sacó a la casa de Israel del país del norte y de los países por donde los dispersó, y los trajo para que habitaran en su propia tierra».

 

Salmo de hoy

Salmo 71, 1-2. 12-13. 18-19 R/. En sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente

Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R/.

Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R/.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
el único que hace maravillas;
bendito por siempre su nombre glorioso;
que su gloria llene la tierra.
¡Amén, amén! R/.

 

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Mateo 1, 18-24

 

La generación de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que habla dicho el Señor por medio del profeta:
«Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo
y le pondrán por nombre Emmanuel,
que significa “Dios-con-nosotros”».
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer.

Reflexión

Mateo 1, 18-24 nos sumerge en el momento crucial en que José descubre que María, su prometida, espera un hijo. Para un hombre justo como él, que amaba la rectitud y el honor, esta noticia podía parecer incomprensible. Según las normas de su tiempo, José habría tenido derecho a separar públicamente su destino del de María, pero no quiere hacer daño. Su decisión de repudiarla en secreto revela no solo una actitud responsable, sino también un corazón compasivo.

Es en ese instante, cuando José enfrenta la incertidumbre y la tensión entre la ley y el amor, que Dios se hace presente por medio de un ángel. Este mensajero le confirma lo que parece imposible: el hijo que María lleva en su vientre no proviene de una traición, sino del Espíritu Santo. A José se le pide un acto enorme de confianza: acoger a María sin temor, permitir que el plan de Dios se despliegue, incluso si supera su entendimiento. Su obediencia no nace del cálculo ni de la comodidad, sino de la fe profunda que abre espacio a la Palabra divina.

Este pasaje nos enseña que, al igual que en la genealogía y la historia del pueblo de Dios, el Señor actúa a través de personas sencillas, con sus dudas y limitaciones. María y José no son figuras lejanas, sino seres humanos que se dejan conducir por la voz que habla a su corazón. Además, el ángel recuerda la promesa profética: “La virgen concebirá… Emmanuel, Dios-con-nosotros”. No es solo un hijo el que va a nacer, sino la certeza de que el Creador viene a caminar entre nosotros, a compartir nuestras alegrías y dolores, a salvar y renovar.

Cuando José despierta, lleva la obediencia de la noche a la luz del día. Hace lo que el ángel le ha indicado y acoge a María. Su respuesta silenciosa, sin discursos heroicos, nos muestra que la fe auténtica se vive en las decisiones cotidianas. Así, este pasaje no solo relata la humildad y valentía de José, sino que nos invita también a confiar en la presencia de Dios en medio de nuestras encrucijadas. Si aprendemos a escuchar Su voz, a confiar más allá del temor, descubriremos que Aquel que vino a salvarnos es el mismo que nos acompaña, hoy y siempre, como “Dios-con-nosotros”.




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