diciembre 15, 2024 in Evangelios

Evangelio del 15 de diciembre del 2024 según según San Lucas 3, 10-18

Primera lectura

Lectura del Profeta Sofonías 3, 14-18a

 

Alégrate, hija de Sión, grita de gozo Israel; regocíjate y disfruta con todo tu ser, hija de Jerusalén.
El Señor ha revocado tu sentencia, ha expulsado a tu enemigo.

El rey de Israel, el Señor, está en medio de ti, no temas mal alguno.

Aquel día se dirá a Jerusalén:
«¡No temas!, ¡Sión, no desfallezcas!»

El Señor, tu Dios, está en medio de ti, valiente y salvador; se alegra y goza contigo, te renueva con su amor;
exulta y se alegra contigo como en día de fiesta.

 

Salmo

Is 12, 2-3. 4bcd. 5-6 R.Gritad jubilosos: «Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.»

 

«Él es mi Dios y Salvador: confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación».
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación. R.

«Dad gracias al Señor, invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas, proclamad que su nombre es excelso». R.

Tañed para el Señor, que hizo proezas, anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
porque es grande en medio de ti el Santo de Israel. R.

 

Segunda lectura

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Filipenses 4, 4-7

 

Hermanos:

Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos.
Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca.
Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y en la súplica, con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios.
Y la paz de Dios, que supera todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

 

Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 3, 10-18

 

En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan:
«¿Entonces, qué debemos hacer?».

Él contestaba:
«El que tenga dos túnicas, que comparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo».

Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron:
«Maestro, ¿qué debemos hacer nosotros?».

Él les contestó:
«No exijáis más de lo establecido».

Unos soldados igualmente le preguntaban:
«Y nosotros ¿qué debemos hacer?».

Él les contestó:
«No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie con falsas denuncias, sino contentaos con la paga».

Como el pueblo estaba expectante, y todos se preguntaban en su interior sobre Juan si no sería el Mesías, Juan les respondió dirigiéndose a todos:
«Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego; en su mano tiene el bieldo para aventar su parva, reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga».

Con estas y otras muchas exhortaciones, anunciaba al pueblo el Evangelio.

Reflexión

En el texto de Lucas 3,10-18, Juan el Bautista no se limita a dar una enseñanza teórica, sino que señala pasos concretos para un cambio de vida auténtico. Él no pretende ser el centro de atención, pues sabe que su misión es allanar el camino para alguien mayor que él: el Mesías que traerá una transformación más profunda y duradera. En medio de un ambiente cargado de expectativas, su mensaje no se reduce a rezar más ni a cumplir ritos, sino a renovar las relaciones humanas: ser justos, compartir con generosidad, no abusar del poder ni aprovecharse de la vulnerabilidad de otros. De esta forma, la preparación del camino del Señor se hace visible en acciones sencillas y honestas.

Hoy en día, la sociedad nos ofrece una multitud de distracciones que, aunque agradables al inicio, se disipan con rapidez, dejando a menudo un vacío interior. Estas experiencias superficiales dan una sensación momentánea de plenitud, pero no generan un crecimiento real ni llenan la vida de sentido. En cambio, el mensaje de Juan el Bautista propone una dirección distinta: una senda que se construye sirviendo, ayudando al necesitado, renunciando a la trampa del egoísmo y trabajando por la equidad.

¿Cómo trasladar esta invitación al presente? En lugar de obsesionarnos con acumular cosas o coleccionar experiencias pasajeras, podemos elegir compartir nuestro tiempo con quienes se sienten solos; podemos visitar a enfermos, apoyar iniciativas solidarias, trabajar por la justicia en los ámbitos en los que nos desenvolvemos, ya sea familia, estudio, trabajo o comunidad. Además, frente a la tentación de evadirnos con entretenimiento vacío, podemos cultivar relaciones más profundas, mejorar el diálogo en el hogar, prestar atención a las necesidades emocionales de quienes están cerca, y así redescubrir la fuerza de la compasión.

Preparar el camino hoy implica cambiar la mirada. En vez de sumergirnos en la distracción continua, podemos aprender a valorar los silencios, a escuchar con atención, a dejar que la palabra de Jesús dé sentido a nuestras jornadas. De este modo, las acciones buenas no son un adorno, sino un testimonio visible de que el Reino de Dios ya comienza en medio de nosotros. Así, con cada gesto de servicio, con cada acto sincero de justicia, allanamos el sendero interior para que la luz de Cristo pueda entrar, encender nuestro espíritu y sostenernos cuando las distracciones se hayan desvanecido.




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