Evangelio del 5 de diciembre del 2024 según san Mateo 7, 21. 24-27
Primera lectura
Lectura del libro de Isaías 26, 1-6
Aquel día, se cantará este canto en la tierra de Judá:
«Tenemos una ciudad fuerte,
ha puesto para salvarla murallas y baluartes.
Abrid las puertas para que entre un pueblo justo,
que observa la lealtad;
su ánimo está firme y mantiene la paz,
porque confía en ti.
Confiad siempre en el Señor,
porque el Señor es la Roca perpetua.
Doblegó a los habitantes de la altura,
a la ciudad elevada;
la abatirá, la abatirá
hasta el suelo, hasta tocar el polvo.
La pisarán los pies, los pies del oprimido,
los pasos de los pobres».
Salmo de hoy
Salmo 117, 1 y 8-9. 19-21. 25-27a R/. Bendito el que viene en nombre del Señor
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los jefes. R/.
Abridme las puertas de la salvación,
y entraré para dar gracias al Señor.
Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mí salvación. R/.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 7, 21. 24-27
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande».
Reflexión
Este pasaje cierra el Sermón de la Montaña con una enseñanza clara y directa sobre la importancia de la coherencia entre lo que se dice y lo que se vive. Jesús explica que no basta con proclamar “Señor, Señor” para entrar en el reino de los cielos, sino que es necesario hacer la voluntad del Padre. Estas palabras nos llevan a examinar la autenticidad de nuestra fe y a cuestionarnos si nuestras acciones reflejan verdaderamente nuestra relación con Dios.
La comparación entre la casa construida sobre roca y la edificada sobre arena nos ofrece una imagen poderosa de cómo las decisiones que tomamos en nuestra vida espiritual tienen consecuencias duraderas. Construir sobre roca implica escuchar la palabra de Dios y ponerla en práctica, mientras que edificar sobre arena representa una fe superficial que no se traduce en hechos concretos.
Las tormentas que se mencionan simbolizan las pruebas y dificultades que enfrentamos. Quienes fundamentan su vida en Cristo y en su enseñanza pueden resistir con firmeza, porque cuentan con una base sólida. En cambio, aquellos que carecen de esa profundidad espiritual quedan vulnerables y son fácilmente arrastrados por las adversidades. Este mensaje nos recuerda que la verdadera seguridad no proviene de nuestras propias fuerzas, sino de nuestra unión con el Señor.
Esta lectura nos motiva a reflexionar sobre cómo estamos construyendo nuestra vida. ¿Estamos basándonos en los valores del evangelio o permitimos que las corrientes del mundo determinen nuestras prioridades? El Señor nos invita a cimentar nuestra existencia en su palabra, sabiendo que esa es la única manera de permanecer firmes y encontrar plenitud en medio de cualquier circunstancia. Que estas palabras nos animen a vivir con mayor compromiso, buscando siempre hacer la voluntad de Dios en cada aspecto de nuestra vida.
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