diciembre 2, 2024 in Evangelios

Evangelio del 3 de diciembre del 2024 según san Lucas 10, 21-24

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías 11, 1-10

 

Aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé,
y de su raíz florecerá un vástago.
Sobre él se posará el espíritu del Señor:
espíritu de sabiduría y entendimiento,
espíritu de consejo y fortaleza,
espíritu de ciencia y temor del Señor.
Le inspirará el temor del Señor.
No juzgará por apariencias
ni sentenciará de oídas;
juzgará a los pobres con justicia,
sentenciará con rectitud a los sencillos de la tierra;
pero golpeará al violento con la vara de su boca,
y con el soplo de sus labios hará morir al malvado.
La justicia será ceñidor de su cintura,
y la lealtad, cinturón de sus caderas.
Habitará el lobo con el cordero,
el leopardo se tumbará con el cabrito,
el ternero y el león pacerán juntos:
un muchacho será su pastor.
La vaca pastará con el oso,
sus crías se tumbarán juntas;
el león como el buey, comerá paja.
El niño de pecho retozará junto al escondrijo de la serpiente,
y el recién destetado extiende la mano
hacia la madriguera del áspid.
Nadie causará daño ni estrago
por todo mi monte santo:
porque está lleno el país del conocimiento del Señor,
como las aguas colman el mar.
Aquel día, la raíz de Jesé
será elevada como enseña de los pueblos:
se volverán hacia ella las naciones
y será gloriosa su morada.

Salmo de hoy

Salmo 71, 1-2.7-8.12-13.17 R/. Que en sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente

 

Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R/.

En sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. R/.

Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R/.

Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol;
él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 10, 21-24

En aquella hora Jesús se llenó de la alegría en el Espíritu Santo y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien.

Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar».

Y, volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte:
«¡Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron».

Reflexión

Hoy celebramos la memoria de San Francisco Javier, uno de los primeros compañeros de San Ignacio de Loyola y cofundador de la Compañía de Jesús. Este misionero incansable dedicó su vida a llevar el evangelio a tierras lejanas, recorriendo India, Japón y otras regiones de Asia. Su ardor misionero y su deseo de anunciar a Cristo lo convirtieron en un ejemplo de entrega total. Su testimonio nos inspira a vivir con pasión nuestra fe y a llevar el mensaje de salvación a todos los rincones donde el Señor nos llame.

En este pasaje, Jesús eleva una oración de alabanza al Padre, expresando su alegría porque las verdades del reino han sido reveladas a los sencillos, mientras permanecen ocultas a los sabios y entendidos. Esta afirmación nos muestra el corazón de Dios: un Padre que se complace en manifestar su amor a quienes se acercan con humildad y confianza.

La expresión de gratitud de Jesús nos invita a valorar la sencillez como una virtud esencial para comprender los misterios de la fe. No se trata de renunciar al conocimiento, sino de reconocer que la verdadera sabiduría proviene de Dios y se revela a quienes están dispuestos a recibirla con un corazón abierto.

Jesús también destaca la bendición de aquellos que han recibido el privilegio de conocerlo. “Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis”, dice, recordando que su presencia es un don extraordinario que supera las expectativas de los profetas y reyes del pasado. Este reconocimiento nos impulsa a vivir con gratitud por el regalo de la fe y a compartir con otros la alegría de haber encontrado a Cristo.

En el contexto de la memoria de San Francisco Javier, este evangelio adquiere una dimensión misionera. Así como el santo llevó con entusiasmo el mensaje de Jesús a quienes no lo conocían, también somos llamados a ser testigos de la Buena Nueva en nuestra vida cotidiana. Que esta celebración nos motive a vivir con humildad, gratitud y el deseo de anunciar el amor de Dios con nuestras palabras y acciones.

 




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