Evangelio del 2 de diciembre del 2024 según san Mateo 8, 5-11
Primera lectura
Lectura del libro de Isaías 2, 1-5
Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén.
En los días futuros estará firme
el monte de la casa del Señor,
en la cumbre de las montañas,
más elevado que las colinas.
Hacia él confluirán todas las naciones,
caminarán pueblos numerosos y dirán:
«Venid, subamos al monte del Señor,
a la casa del Dios de Jacob.
Él nos instruirá en sus caminos
y marcharemos por sus sendas;
porque de Sión saldrá la ley,
la palabra del Señor de Jerusalén».
Juzgará entre las naciones,
será árbitro de pueblos numerosos.
De las espadas forjarán arados,
de las lanzas, podaderas.
No alzará la espada pueblo contra pueblo,
no se adiestrarán para la guerra.
Casa de Jacob, venid;
caminemos a la luz del Señor.
Salmo de hoy
Salmo 121, 1-2.4-5.6-7.8-9 R/. Vamos alegres a la casa del Señor.
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R/.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor. R/.
Según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R/.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios». R/.
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo».
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 8, 5-11
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole:
«Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho».
Le contestó:
«Voy yo a curarlo».
Pero el centurión le replicó:
«Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: “Ve”, y va; al otro: “Ven”, y viene; a mi criado: “Haz esto”, y lo hace».
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían:
«En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos».
REFLEXIÓN: Lunes 02 diciembre
En este evangelio, Jesús se encuentra con un centurión que le ruega por la sanación de su siervo. Este hombre, que no pertenece al pueblo de Israel, muestra una fe admirable al reconocer la autoridad de Jesús con una sencillez sorprendente. Su frase, “Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo, pero basta que digas una palabra y mi siervo quedará sano”, se convierte en una declaración de confianza total que sigue resonando en la liturgia de la Iglesia.
El centurión no solo cree en el poder de Jesús, sino que también muestra humildad, al no considerarse digno de recibirlo en su hogar. Este gesto nos invita a reflexionar sobre nuestra propia relación con Dios: ¿Reconocemos con sinceridad nuestras limitaciones y nos acercamos al Señor con la misma fe y humildad?
La respuesta de Jesús destaca la importancia de una fe que trasciende las fronteras culturales y religiosas. Al elogiar la fe del centurión, Jesús deja claro que el reino de los cielos no está limitado a un grupo específico, sino que está abierto a todos aquellos que creen en Él. Esta afirmación también nos invita a examinar nuestros prejuicios y a abrirnos al plan universal de Dios, que acoge a todos sin excepción.
Este pasaje nos impulsa a vivir con una fe auténtica, confiando en el poder y la misericordia de Jesús incluso en medio de nuestras necesidades más profundas. Que las palabras del centurión nos inspiren a acercarnos a Cristo con corazones humildes y llenos de confianza, sabiendo que su autoridad y su amor son capaces de transformar nuestra vida.
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