Evangelio del 1 de diciembre del 2024 según San Lucas 21, 25-28. 34-36
Evangelio de hoy y lecturas
Primera lectura
Lectura del profeta Jeremías 33, 14-16
Ya llegan días —oráculo del Señor— en que cumpliré la promesa que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá.
En aquellos días y en aquella hora, suscitaré a David un vástago legítimo que hará justicia y derecho en la tierra.
En aquellos días se salvará Judá, y en Jerusalén vivirán tranquilos, y la llamarán así: “El Señor es nuestra justicia”.
Salmo
Sal. 24 R. A ti, Señor, levanto mi alma
Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R/.
El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R/.
Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
El Señor se confía a los que lo temen,
y les da a conocer su alianza. R/.
Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a los Tesalonicenses 3, 12 — 4, 2
Hermanos:
Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos a vosotros; y que afiance así vuestros corazones, de modo que os presentéis ante Dios, nuestro Padre, santos e irreprochables en la venida de nuestro Señor Jesús con todos sus santos.
Por lo demás, hermanos os rogamos y os exhortamos en el Señor Jesús: ya habéis aprendido de nosotros cómo comportarse para agradar a Dios; pues comportaos así y seguid adelante. Pues ya conocéis las instrucciones que os dimos, en nombre del Señor Jesús.
Evangelio del día
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 21, 25-28. 34-36
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán sacudidas.
Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria.
Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.
Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.
Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».
Reflexión
El evangelio nos presenta imágenes impactantes relacionadas con los últimos tiempos. Jesús habla de señales en el cielo y la tierra que provocarán temor y confusión entre las naciones. Sin embargo, en medio de este panorama desolador, se levanta un mensaje de esperanza: la llegada del Hijo del Hombre en gloria. Estas palabras invitan a una actitud de vigilancia activa, no desde el miedo, sino desde la confianza en que el Señor cumple sus promesas.
La advertencia de Jesús sobre no dejarse llevar por el desenfreno, la embriaguez y las preocupaciones excesivas de la vida diaria tiene una resonancia especial. Nos recuerda la importancia de mantenernos centrados en lo esencial, sin permitir que las distracciones nos alejen de lo verdaderamente importante: vivir en comunión con Dios y estar preparados para su llegada.
El llamado a “estar despiertos” no se refiere solo a un estado de alerta físico, sino a una vigilancia espiritual que nos permita discernir los signos de la presencia de Dios en nuestra vida cotidiana. La oración, que Jesús menciona como clave, es el medio por el cual fortalecemos nuestra relación con Él y nos mantenemos firmes ante las adversidades.
En este evangelio se percibe un mensaje de aliento para quienes confían en el Señor. Levantar la cabeza cuando todo parece derrumbarse es un gesto de fe en que Dios tiene el control y que su plan no falla. Que estas palabras nos impulsen a vivir con una actitud más consciente, valorando cada día como una oportunidad para acercarnos más a Él y para responder con fidelidad a su llamado.
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