noviembre 18, 2024 in Evangelios

Evangelio del 19 de noviembre del 2024 según Lucas 17, 11-19

Martes de la XXXIII semana del Tiempo ordinario

Lectionary: 498

Primera lectura

Apoc 3, 1-6. 14-22

Yo, Juan, oí que el Señor me decía: “Escribe al encargado de la comunidad cristiana de Sardes: Esto dice el que tiene los siete espíritus de Dios y las siete estrellas:

‘Conozco tus obras. En apariencia estás vivo, pero en realidad estás muerto. Ponte alerta y reaviva lo que queda y está a punto de morir, pues tu conducta delante de mi Dios no ha sido perfecta. Recuerda de qué manera recibiste y escuchaste mi palabra; cúmplela y enmiéndate. Porque si no estás alerta, vendré como un ladrón, sin que sepas la hora en que voy a llegar.

Tienes, sin embargo, en Sardes, algunas pocas personas que no han manchado sus vestiduras; ellos me acompañarán vestidos de blanco, pues lo merecen.

El que venza también se vestirá de blanco. No borraré jamás su nombre del libro de la vida y lo reconoceré ante mi Padre y sus ángeles’.

El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las comunidades cristianas.

Escribe al encargado de la comunidad cristiana de Laodicea: Esto dice el que es el Amén, el testigo fiel y veraz, el origen de todo lo creado por Dios:

‘Conozco tus obras: no eres ni frío ni caliente. Ojalá fueras frío o caliente. Pero porque eres tibio y no eres ni frío ni caliente, estoy a punto de vomitarte de mi boca. Dices que eres rico, que has acumulado riquezas y que ya no tienes necesidad de nada, pero no sabes que eres un desdichado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por eso te aconsejo que vengas a comprarme oro purificado por el fuego, para que te enriquezcas; vestiduras blancas, para que te las pongas y cubras tu vergonzosa desnudez, y colirio, para que te lo pongas en los ojos y puedas ver.

Yo reprendo y corrijo a todos los que amo. Reacciona, pues, y enmiéndate. Mira que estoy aquí, tocando la puerta; si alguno escucha mi voz y me abre, entraré a su casa y cenaremos juntos.

Al que venza lo sentaré conmigo en mi trono; lo mismo que yo, cuando vencí, me senté con mi Padre en su trono’.

El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las comunidades cristianas’’.

Salmo Responsorial

Salmo 14, 2-3ab. 3cd-4ab. 5

R. ¿Quién será grato a tus ojos, Señor?
El hombre que procede honradamente
y obra con justicia;
el que es sincero en todas sus palabras
y con su lengua a nadie desprestigia. R.
R. ¿Quién será grato a tus ojos, Señor?
Quien no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino;
quien no ve con aprecio a los malvados,
pero honra a quienes temen al Altísimo. R.
R. ¿Quién será grato a tus ojos, Señor?
Quien presta sin usura
y quien no acepta soborno en prejuicio de inocentes,
ése será agradable
a los ojos de Dios eternamente. R.
R. ¿Quién será grato a tus ojos, Señor?

Aclamación antes del Evangelio

Cfr 1 Jn 4, 10

R. Aleluya, aleluya.
Dios nos amó y nos envió a su Hijo,
como víctima de expiación por nuestros pecados.
R. Aleluya.

Evangelio

Lc 19, 1-10

En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó, y al ir atravesando la ciudad, sucedió que un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de conocer a Jesús, pero la gente se lo impedía, porque Zaqueo era de baja estatura. Entonces corrió y se subió a un árbol para verlo cuando pasara por ahí. Al llegar a ese lugar, Jesús levantó los ojos y le dijo: “Zaqueo, bájate pronto, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa”

Él bajó enseguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, comenzaron todos a murmurar diciendo: “Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador”.

Zaqueo, poniéndose de pie, dijo a Jesús: “Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si he defraudado a alguien, le restituiré cuatro veces más”. Jesús le dijo: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también él es hijo de Abraham, y el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido”.

Reflexión

El día de hoy en el libro de la Misa de cada día, se celebra las Témporas de Acción de Gracias, pero ¿qué son?

Las Témporas son celebraciones litúrgicas tradicionales de la Iglesia Católica que tienen un origen antiguo y están vinculadas con el ciclo de las estaciones del año, expresando una profunda conexión entre la fe y la vida cotidiana, particularmente en relación con la naturaleza, la actividad humana y la gratitud a Dios.

Las Témporas de Acción de Gracias y de Petición tienen un propósito muy particular. En estas jornadas, la Iglesia invita a los fieles a dedicar un tiempo especial para dar gracias a Dios y hacer peticiones según las necesidades de la comunidad. 

Témporas de Acción de Gracias: Se celebran como una manera de agradecer a Dios por los dones recibidos a lo largo del año, especialmente los frutos de la tierra, el trabajo y cualquier bendición en la vida personal y comunitaria. El día de hoy se hace hincapié en la gratitud hacia Dios por la abundancia y los bienes materiales y espirituales.

En el episodio de Lucas 17, 11-19, los diez leprosos que claman por ayuda mientras Jesús atraviesa Samaria y Galilea, se nos presenta una lección profundamente humana. Este grupo, marginado por su enfermedad y relegado al aislamiento, se une en un grito común: “¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!”. En sus palabras no hay duda, solo esperanza de ser escuchados.

Jesús responde de manera sorprendente: no los sana al instante, sino que les pide ir y mostrarse a los sacerdotes. Este mandato implica un acto de confianza. Ellos no ven la sanidad inmediata, pero caminan obedeciendo, y es en ese recorrido donde el milagro ocurre. Este detalle nos recuerda que, a menudo, los cambios profundos en nuestra vida no suceden de forma instantánea, sino mientras avanzamos en fe, aunque aún no veamos los resultados.

Sin embargo, el relato no termina con la sanación. Uno de ellos, un extranjero, regresa glorificando a Dios y dando gracias a Jesús. Este acto de volver no solo refleja gratitud, sino también reconocimiento de quién es la fuente del don recibido. Su agradecimiento trasciende lo superficial, reconociendo que lo que ha ocurrido en él no es solo físico, sino también espiritual. Es significativo que este hombre, un samaritano, sea quien regrese, mostrando que el agradecimiento verdadero no entiende de fronteras ni etiquetas.

En nuestra vida cotidiana, este relato nos invita a meditar: ¿cuántas veces hemos recibido sin detenernos a agradecer? A menudo, nos enfocamos en nuestras necesidades y clamamos por ayuda, pero olvidamos el gesto simple y poderoso de volver con un corazón agradecido. La gratitud no solo honra al dador, sino que transforma al receptor, pues nos permite ver con claridad todo lo bueno que ya tenemos.

Este pasaje nos desafía a vivir con un espíritu más consciente, reconociendo lo que recibimos cada día y volviendo a Dios no solo con palabras, sino con una vida que refleje gratitud. Solo entonces podremos experimentar, como aquel hombre, una sanidad más profunda, que toca no solo el cuerpo, sino también el alma.




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