Evangelio del 16 de noviembre del 2024 según Lucas 18, 1-8
Sábado de la XXXII semana del Tiempo ordinario
Lectionary: 496
Primera lectura
Querido hermano: En todo lo que has hecho por los hermanos, y eso que son forasteros, te has portado como verdadero cristiano. Ellos han elogiado públicamente ante esta comunidad el amor con que los has tratado.
Harás bien en ayudarlos de una manera agradable a Dios con lo que necesitan para su viaje, pues ellos se han puesto en camino por Cristo, sin aceptar nada de los paganos. Debemos, pues, ayudar a esos hermanos nuestros, para que seamos colaboradores en la difusión de la verdad.
Salmo Responsorial
R. (1a) Dichosos los que temen al Señor.
Dichosos los que temen al Señor
y aman de corazón sus mandamientos;
poderosos serán sus descendientes:
Dios bendice a los hijos de los buenos. R.
R. Dichosos los que temen al Señor.
Fortuna y bienestar habrá en su casa;
siempre obrarán conforme a la justicia.
Quien es justo, clemente y compasivo,
como una luz en las tinieblas brilla. R.
R. Dichosos los que temen al Señor.
Quienes, compadecidos, prestan
y llevan su negocio honradamente
jamás se desviarán;
vivirá su recuerdo para siempre. R.
R. Dichosos los que temen al Señor.
Aclamación antes del Evangelio
R. Aleluya, aleluya.
Dios nos ha llamado, por medio del Evangelio,
a participar de la gloria de nuestro Señor Jesucristo.
R. Aleluya.
Evangelio
En aquel tiempo, para enseñar a sus discípulos la necesidad de orar siempre y sin desfallecer, Jesús les propuso esta parábola:
“En cierta ciudad había un juez que no temía a Dios ni respetaba a los hombres. Vivía en aquella misma ciudad una viuda que acudía a él con frecuencia para decirle: ‘Hazme justicia contra mi adversario’.
Por mucho tiempo, el juez no le hizo caso, pero después se dijo: ‘Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, sin embargo, por la insistencia de esta viuda, voy a hacerle justicia para que no me siga molestando’ ”.
Dicho esto, Jesús comentó: “Si así pensaba el juez injusto, ¿creen acaso que Dios no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, y que los hará esperar? Yo les digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿creen que encontrará fe sobre la tierra?”
Reflexión
El pasaje de Lucas 18, 1-8, Jesús cuenta la parábola de la viuda y el juez injusto. Nos encontramos con una mujer que, enfrentada a una situación de injusticia, insiste incansablemente hasta que el juez decide concederle justicia, no porque sea justo, sino para evitar ser molestado. Esta historia está cargada de una enseñanza fundamental: la importancia de la perseverancia y de una fe constante en la oración.
El entorno en el que Jesús relata esta parábola es uno donde la justicia era a menudo esquiva para quienes carecían de poder o influencia. La viuda representaba en ese tiempo la figura más desprotegida de la sociedad, alguien sin recursos ni apoyo. A pesar de ello, esta mujer sigue buscando justicia sin desfallecer, recordándonos que incluso los más vulnerables pueden lograr ser escuchados si no se rinden.
El juez, por otro lado, es descrito como alguien que no teme a Dios ni respeta a los hombres. Esta descripción enfatiza su falta de compasión y su frialdad. Sin embargo, hasta un hombre así cede ante la insistencia. Jesús utiliza este contraste para mostrarnos cuánto más hará Dios, que es justo y amoroso, por aquellos que claman a Él sin descanso. Si un juez sin escrúpulos escucha debido a la persistencia, ¡cuánto más Dios estará atento a quienes se acercan a Él!
La enseñanza de este relato sigue vigente hoy. Se nos invita a no desfallecer en nuestras plegarias, incluso cuando la respuesta no llegue de inmediato. La fe no es una garantía de respuestas rápidas, sino una llamada a confiar, a ser perseverantes y a mantener el corazón abierto a Dios, incluso en los momentos en que parece que no nos escucha. La pregunta final que hace Jesús—si encontrará fe en la tierra cuando regrese—nos desafía a reflexionar sobre nuestra propia actitud: ¿Estamos dispuestos a mantenernos firmes en nuestra confianza, incluso cuando la vida nos pone a prueba?
Esta parábola nos anima a adoptar una actitud de confianza activa, una fe que no se cansa de buscar y pedir. La viuda no se rinde porque sabe que la justicia es su derecho; así también nosotros debemos recordar que somos hijos de un Dios que desea nuestro bien y que nos llama a confiar, sin importar cuánto tarden las respuestas.
En nuestras vidas diarias, enfrentamos a veces situaciones que parecen no tener solución. Esta narración nos recuerda que debemos ser persistentes, pero también pacientes, entendiendo que los tiempos de Dios no son los nuestros. Aunque la respuesta a nuestras oraciones tarde, Él nunca deja de escuchar. La fe auténtica es aquella que permanece, que busca, que espera y, sobre todo, que confía en que, en el momento adecuado, llegará la justicia de Dios.
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