noviembre 13, 2024 in Evangelios

Evangelio del 14 de noviembre del 2024 según Lucas 17, 20-25

Jueves de la XXXII Semana del Tiempo ordinario

Lectionary: 494

Primera lectura

Fmn 7-20

Querido hermano: Recibí gran alegría y consuelo, con motivo de tu caridad con los hermanos, porque gracias a ti se sienten reconfortados.

Por eso, aunque como apóstol de Cristo tengo pleno derecho a ordenarte lo que debes hacer, prefiero pedírtelo en nombre del amor. Yo, Pablo, ya anciano y ahora, además, prisionero por la causa de Cristo Jesús, quiero pedirte algo en favor de Onésimo, mi hijo, a quien he engendrado para Cristo aquí en la cárcel. Él en otro tiempo te fue inútil, pero ahora es muy útil para ti y para mí. Te lo envío. Recíbelo como a mí mismo.

Yo hubiera querido retenerlo conmigo, para que en tu lugar me atendiera, mientras estoy preso por la causa del Evangelio. Pero no he querido hacer nada sin tu consentimiento, para que el favor que me haces no sea como por obligación, sino por tu propia voluntad.

Tal vez él fue apartado de ti por un breve tiempo, a fin de que lo recuperaras para siempre, pero ya no como esclavo, sino como algo mejor que un esclavo, como hermano amadísimo. El ya lo es para mí. ¡Cuánto más habrá de serlo para ti, no sólo por su calidad de hombre, sino de hermano en Cristo! Por lo tanto, si me consideras como compañero tuyo, recíbelo como a mí mismo. Y si en algo te perjudicó o algo te debe, ponlo a mi cuenta. Yo, Pablo, te lo pagaré, y esto lo firmo de mi puño y letra. Y eso para no mencionar que tienes una deuda conmigo, que eres tú mismo. Sí, hermano, hazme este favor por nuestra unión con el Señor, para que confortes mi corazón en Cristo.

Salmo Responsorial

Salmo 145, 7. 8-9a. 9bc-10

R. (5a) El Señor ama al hombre justo.
El Señor siempre es fiel a su palabra
y es quien hace justicia al oprimido;
él proporciona pan a los hambrientos.
y libera al cautivo. R.
R. El Señor ama al hombre justo.
Abre el Señor los ojos de los ciegos
y alivia al agobiado.
Ama el Señor al hombre justo
y toma al forastero a su cuidado. R.
R. El Señor ama al hombre justo.
A la viuda y al huérfano sustenta
y trastorna los planes del inicuo.
Reina el Señor eternamente,
reina tu Dios, oh Sión, reina por siglos. R.
R. El Señor ama al hombre justo.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 15, 5

R. Aleluya, aleluya.
Yo soy la vid y ustedes los sarmientos;
el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante.
R. Aleluya.

Evangelio

Lc 17, 20-25

En aquel tiempo, los fariseos le preguntaron a Jesús: “¿Cuándo llegará el Reino de Dios?” Jesús les respondió: “El Reino de Dios no llega aparatosamente. No se podrá decir: ‘Está aquí’ o ‘Está allá’, porque el Reino de Dios ya está entre ustedes”.

Les dijo entonces a sus discípulos: “Llegará un tiempo en que ustedes desearán disfrutar siquiera un solo día de la presencia del Hijo del hombre y no podrán. Entonces les dirán: ‘Está aquí’ o ‘Está allá’, pero no vayan corriendo a ver, pues así como el fulgor del relámpago brilla de un extremo a otro del cielo, así será la venida del Hijo del hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser rechazado por los hombres de esta generación”.

Reflexión

En el evangelio de Lucas 17, 20-25, Jesús aborda el tema del Reino de Dios en una conversación con los fariseos, quienes le preguntan cuándo llegará. La respuesta de Jesús rompe con las expectativas tradicionales, ya que les dice que el Reino de Dios no es algo que pueda observarse con señales visibles o precisas. En lugar de ello, afirma que “el Reino de Dios ya está entre ustedes”, revelando así que no se trata de un evento futuro que debe ser anticipado, sino de una realidad espiritual presente que trasciende la lógica humana.

En este pasaje, Jesús nos invita a cambiar nuestra perspectiva. A menudo, los seres humanos buscamos signos tangibles, pruebas de que algo grandioso está por suceder. Sin embargo, Jesús nos recuerda que el Reino de Dios no sigue las reglas del mundo material. Está presente cuando vivimos conforme a los valores que Él nos enseña: amor, justicia, misericordia y humildad. El Reino no se impone desde afuera, sino que se manifiesta cuando transformamos nuestras vidas y corazones.

Jesús también advierte sobre los tiempos venideros, señalando que habrá sufrimiento y que los discípulos desearán ver uno de los días del Hijo del Hombre, pero no lo verán. Con esta advertencia, Jesús anticipa que su misión, y la de sus seguidores, no estará libre de dificultades. Habrá momentos en que el camino parecerá oscuro y la espera interminable. Sin embargo, la confianza en que el Reino ya está aquí —aunque no en su plenitud— nos da la fortaleza para perseverar.

La enseñanza para nuestro tiempo es crucial: el Reino de Dios no es una utopía lejana ni una promesa futura de bienestar material. Es una invitación constante a vivir de acuerdo con los valores del Evangelio, a reconocer que la presencia de Dios se manifiesta en lo cotidiano, en lo aparentemente insignificante. El mundo anhela respuestas rápidas y soluciones inmediatas, el mensaje de Jesús nos impulsa a encontrar la verdadera paz y satisfacción en la relación con Dios, en cada pequeño acto de amor y justicia que refleja la presencia del Reino en medio de nosotros.




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