noviembre 6, 2024 in Evangelios

Evangelio del 6 de noviembre del 2024 según Lucas 14, 25-33

Miércoles de le XXXI Semana del Tiempo ordinario

Lectionary: 487

Primera lectura

Flp 2, 12-18

Queridos hermanos míos: Así como siempre me han obedecido cuando he estado presente entre ustedes, con mayor razón obedézcanme ahora que estoy ausente. Sigan trabajando por su salvación con humildad y temor de Dios, pues él es quien les da energía interior para que puedan querer y actuar conforme a su voluntad.

Háganlo todo sin quejas ni discusiones, para que sean ustedes hijos de Dios, irreprochables, sencillos y sin mancha, en medio de los hombres malos y perversos de este tiempo. Entre ellos brillarán como antorchas en el mundo, al presentarles las palabras de la vida. Así, el día de la venida de Cristo, yo me sentiré orgulloso al comprobar que mis esfuerzos y trabajos no han sido inútiles. Y aunque yo tuviera que derramar mi sangre para que ustedes siguieran ofreciendo a Dios la ofrenda sagrada de su vida de fe, me sentiría feliz y me regocijaría con todos ustedes. Y ustedes, por su parte, alégrense y regocíjense conmigo.

Salmo Responsorial

Salmo 26, 1. 4. 13-14

R. (1a) El Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién voy a tenerle miedo?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién podrá hacerme temblar? R.
R. El Señor es mi luz y mi salvación.
Lo único que pido, lo único que busco
es vivir en la casa del Señor toda mi vida,
para disfrutar las bondades del Señor,
y estar continuamente en su presencia. R.
R. El Señor es mi luz y mi salvación.
La bondad del Señor espero ver
en esta misma vida.
Armate de valor y fortaleza
y en el Señor confía. R.
R. El Señor es mi luz y mi salvación.

Aclamación antes del Evangelio

1 Pedro 4, 14

R. Aleluya, aleluya.
Dichosos ustedes, si los injurian por ser cristianos,
porque el Espíritu de Dios descansa en ustedes.
R. Aleluya.

Evangelio

Lc 14, 25-33

En aquel tiempo, caminaba con Jesús una gran muchedumbre y él, volviéndose a sus discípulos, les dijo:

“Si alguno quiere seguirme y no me prefiere a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, más aún, a sí mismo, no puede ser mi discípulo. Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.

Porque, ¿quién de ustedes, si quiere construir una torre, no se pone primero a calcular el costo, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que, después de haber echado los cimientos, no pueda acabarla y todos los que se enteren comiencen a burlarse de él, diciendo: ‘Este hombre comenzó a construir y no pudo terminar’.

¿O qué rey que va a combatir a otro rey, no se pone primero a considerar si será capaz de salir con diez mil soldados al encuentro del que viene contra él con veinte mil? Porque si no, cuando el otro esté aún lejos, le enviará una embajada para proponerle las condiciones de paz.

Así pues, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo”.

Reflexión

El evangelio de Lucas 14, 25-33 nos muestra a Jesús hablando con una multitud sobre lo que implica ser su discípulo. Utiliza un lenguaje directo y exigente para dejar en claro que seguirle no es un camino fácil ni cómodo. Jesús dice que quien quiera ser su discípulo debe estar dispuesto a ponerlo a Él por encima de cualquier otra cosa, incluso de los lazos familiares, y estar preparado para cargar su cruz. Esta declaración confronta cualquier idea superficial de lo que significa ser cristiano, llevándonos a entender que el verdadero discipulado requiere sacrificio, compromiso y una entrega total.

En nuestra vida diaria, Jesús nos está pidiendo que evaluemos nuestras prioridades. ¿Realmente estamos dispuestos a poner a Dios en primer lugar, aun cuando eso signifique renunciar a lo que consideramos valioso o a nuestra comodidad? En muchas ocasiones, nos resulta fácil comprometernos con las cosas del mundo: carreras, relaciones, entretenimiento, mientras que las exigencias del Reino quedan relegadas. Jesús nos pide que tomemos una decisión firme, que no sigamos su camino a medias, sino que estemos dispuestos a entregar todo aquello que nos ata y nos impide seguirle.

El ejemplo de calcular el costo antes de construir una torre o de evaluar la fuerza antes de ir a la guerra nos invita a pensar con seriedad en el compromiso que estamos asumiendo. No se trata de tomar el discipulado a la ligera; debemos ser conscientes de que seguir a Cristo implica renunciar a nuestras seguridades y comodidades, y abrazar una vida de entrega y servicio, pero Jesús no está pidiendo un servicio que está fuera de nuestro alcance,  a lo que se refiere Jesús es a poder darnos en nuestra vida cotidiana, dar al que necesita, escuchar al que necesita, hablar con el que necesita, tolerar al que lo necesita eso es lo que nos pide Jesús,  no busca discípulos que se conformen con un compromiso a medias, sino aquellos que están dispuestos a ir más allá, a tomar decisiones radicales que demuestren que Él es el centro de sus vidas.

El llamado de Jesús es exigente, pero también  lleno de promesas. Si bien el camino es cuesta arriba, cargado de renuncias y retos, es un camino que nos lleva a una vida plena y auténtica. No se trata de una vida de sufrimiento sin sentido, sino de una vida en la que cada sacrificio encuentra su propósito en el amor a Dios y al prójimo. Hoy, estamos invitados a evaluar nuestras vidas y a preguntarnos si realmente estamos dispuestos a cargar nuestra cruz y seguirle. Que nuestra respuesta sea una decisión sincera, con la certeza de que el seguimiento de Cristo nos llevará a la verdadera libertad y a la plenitud del Reino de Dios.

 




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