octubre 17, 2024 in Evangelios

Evangelio del 18 de octubre del 2024 según san Lucas 10, 1-9

Fiesta de San Lucas, evangelista

Lectionary: 661

Primera lectura

2 Tm 4, 9-17
Querido hermano: Haz lo posible por venir a verme cuanto antes, pues Dimas, prefiriendo las cosas de este mundo, me ha abandonado y ha partido a Tesalónica. Crescencio se fue a Galacia, y Tito, a Dalmacia. El único que me acompaña es Lucas. Trae a Marcos contigo, porque me será muy útil en mis tareas. A Tíquico lo envié a Éfeso.

Cuando vengas, tráeme el abrigo que dejé en Tróade, en la casa de Carpo. Tráeme también los libros y especialmente los pergaminos.

Alejandro, el herrero, me ha hecho mucho daño. El Señor le dará su merecido. Cuídate de él, pues se ha opuesto tenazmente a nuestra predicación.

La primera vez que me defendí ante el tribunal, nadie me ayudó. Todos me abandonaron. Que no se les tome en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que, por mi medio, se proclamara claramente el mensaje de salvación y lo oyeran todos los paganos.

Salmo Responsorial

Salmo 144, 10-11. 12-13. 17-18

R. (12a) Señor, que todos tus fieles te bendigan. 
Que te alaben, Señor, todas tus obras
y que todos tus fieles te bendigan.
Que proclamen la gloria de tu reino
y den a conocer tus maravillas.
R. Señor, que todos tus fieles te bendigan.
Que muestren a los hombres tus proezas,
el esplendor y la gloria de tu reino.
Tu reino, Señor, es para siempre
y tu imperio, por todas las generaciones.
R. Señor, que todos tus fieles te bendigan.
Siempre es justo el Señor en sus designios
y están llenos de amor todas sus obras.
No está lejos de aquellos que lo buscan;
muy cerca está el Señor, de quien lo invoca.
R. Señor, que todos tus fieles te bendigan.

Aclamación antes del Evangelio

Cfr Jn 15, 16
R. Aleluya, aleluya.
Yo los he elegido del mundo, dice el Señor,
para que vayan y den fruto y su fruto permanezca.
R. Aleluya.

Evangelio

Lc 10, 1-9
En aquel tiempo, Jesús designó a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir, y les dijo: “La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos. Pónganse en camino; yo los envío como corderos en medio de lobos. No lleven ni dinero ni morral ni sandalias y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren en una casa digan: ‘Que la paz reine en esta casa’. Y si allí hay gente amante de la paz, el deseo de paz de ustedes se cumplirá; si no, no se cumplirá. Quédense en esa casa. Coman y beban de lo que tengan, porque el trabajador tiene derecho a su salario. No anden de casa en casa. En cualquier ciudad donde entren y los reciban, coman lo que les den. Curen a los enfermos que haya y díganles: ‘Ya se acerca a ustedes el Reino de Dios’ “.

Reflexión

En el evangelio de Lucas 10, 1-9, Jesús envía a setenta y dos discípulos en misión, enviándolos de dos en dos a cada lugar donde Él mismo iba a ir. Les instruye sobre cómo actuar, pidiéndoles que lleven consigo sólo lo esencial y que dependan completamente de la providencia de Dios y de la hospitalidad de aquellos que los reciban. Esta misión tiene un propósito claro: preparar el terreno para la llegada de Jesús, llevando la paz y proclamando que el Reino de Dios está cerca.

Jesús comienza diciendo: “La cosecha es mucha, pero los trabajadores son pocos”. Esta frase resuena hoy más que nunca. La necesidad de difundir el mensaje de Dios es inmensa, pero muchas veces mostramos  falta de compromiso. Nos acostumbramos a lo fácil, a lo cómodo, y dejamos la misión para otros. Jesús nos está pidiendo que despertemos de nuestra pasividad. La cosecha es mucha: hay tantas personas que necesitan escuchar un mensaje de esperanza, que necesitan consuelo, y nosotros, como seguidores de Cristo, no podemos quedarnos de brazos cruzados. Cada uno de nosotros está llamado a ser un trabajador en esta cosecha, a ser un instrumento de Dios en medio de un mundo que se ahoga en superficialidades y promesas vacías. La cosecha exige valentía y sacrificio, porque el trabajo de llevar la palabra de Dios no siempre es bien recibido, y muchas veces implica renunciar a nuestras propias comodidades.

Jesús también advierte a sus discípulos: “Yo los envío como corderos en medio de lobos”. Esta afirmación no es suave ni reconfortante, sino un llamado a enfrentar la realidad tal como es. La misión no es sencilla, y Jesús no nos engaña al respecto. Nos envía con plena consciencia de que el mundo puede ser hostil, de que nos encontraremos con rechazo, con incomprensión y con persecución. Sin embargo, eso no nos exime de nuestra responsabilidad. Ser corderos en medio de lobos implica tener la fortaleza de actuar con la mansedumbre de Cristo incluso cuando todo parece ir en nuestra contra. No se trata de responder con violencia ni con odio, sino de ser ejemplo de amor y coherencia. Hoy, en medio de una sociedad que muchas veces rechaza los valores del Evangelio, estamos llamados a ser luz, a ser diferentes, a mantenernos firmes en nuestra fe y en nuestros principios, sin dejar que la presión o el temor nos desvíen del camino.

Celebramos la fiesta de San Lucas, evangelista y autor del tercer evangelio y del libro de los Hechos de los Apóstoles. San Lucas, conocido como el “médico amado” y compañero de san Pablo, nos dejó un testimonio valioso de la vida de Jesús y del crecimiento de la Iglesia primitiva. Su evangelio se distingue por su atención a los marginados, su énfasis en la misericordia de Dios y su profunda compasión por los pobres y los excluidos. Al reflexionar sobre la misión de los setenta y dos discípulos, es imposible no pensar en el ejemplo de San Lucas, quien dedicó su vida a llevar el mensaje de Cristo a todas las naciones, escribiendo con detalle y con amor la historia de salvación que nos inspira hasta hoy.




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