octubre 9, 2024 in Evangelios

Evangelio del 10 de octubre del 2024 según Lucas 11, 5-1

Jueves de la XXVII semana del Tiempo ordinario

Lectionary: 464

Primera lectura

Gal 3, 1-5

¡Insensatos gálatas! ¿Quién los ha ofuscado para que no le hagan caso a la verdad, siendo así que les hemos presentado vivamente a Jesucristo clavado en la cruz?

Sólo quiero preguntarles una cosa: ¿Han recibido el Espíritu Santo por haber hecho lo que manda la ley de Moisés o por haber creído en el Evangelio? ¿Tan insensatos son ustedes, que, habiendo comenzado movidos por el Espíritu, quieren terminar haciendo obras meramente humanas? ¿Han recibido en vano tantos favores? Espero que no.

Vamos a ver: cuando Dios les comunica el Espíritu Santo y obra prodigios en ustedes, ¿lo hace porque ustedes han cumplido lo que manda la ley de Moisés, o porque han creído en el Evangelio?

Salmo Responsorial

Lucas 1, 69-70. 71-71. 73-75

R. (cf. 68) Bendito sea el Señor, Dios de Israel.
El Señor ha hecho surgir en favor nuestro
un poderoso salvador en la casa de David su siervo.
Así lo había anunciado desde antiguo,
por boca de sus santos profetas. R.
R. Bendito sea el Señor, Dios de Israel.
Anunció que nos salvaría de nuestros enemigos
y de las manos de todos los que nos aborrecen,
para mostrar su misericordia a nuestros padres,
y acordarse de su santa alianza. R.
R. Bendito sea el Señor, Dios de Israel.
El Señor juró a nuestro padre Abraham
concedernos que, libres ya de nuestros enemigos,
le sirvamos sin temor, en santidad y justicia,
delante de él, todos los días de nuestra vida. R.
R. Bendito sea el Señor, Dios de Israel.

Aclamación antes del Evangelio

Cfr Hechos 16, 14

R. Aleluya, aleluya.
Abre, Señor, nuestros corazones,
para que comprendamos las palabras de tu Hijo.
R. Aleluya.

Evangelio

Lc 11, 5-13

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Supongan que alguno de ustedes tiene un amigo que viene a medianoche a decirle: ‘Préstame, por favor, tres panes, pues un amigo mío ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle’. Pero él le responde desde dentro: ‘No me molestes. No puedo levantarme a dártelos, porque la puerta ya está cerrada y mis hijos y yo estamos acostados’. Si el otro sigue tocando, yo les aseguro que, aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo, por su molesta insistencia, sí se levantará y le dará cuanto necesite.

Así también les digo a ustedes: Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, toquen y se les abrirá. Porque quien pide, recibe; quien busca, encuentra y al que toca, se le abre. ¿Habrá entre ustedes algún padre que, cuando su hijo le pida pan, le dé una piedra? ¿O cuándo le pida pescado, le dé una víbora? ¿O cuándo le pida huevo, le dé un alacrán?

Pues, si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre celestial les dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan?’’

Reflexión

El evangelio Lucas 11, 5-13 nos presenta a Jesús enseñándonos sobre la importancia de la oración perseverante. A través de la parábola del amigo insistente, se nos muestra que la oración no es un acto pasivo, sino una búsqueda constante y una llamada llena de confianza. Dios, que es nuestro Padre amoroso, siempre está dispuesto a escucharnos y darnos lo que necesitamos, aunque no siempre sea de la forma que esperamos. En este sentido, la perseverancia en la oración fortalece nuestra relación con Él y nos hace más conscientes de nuestra dependencia y de su providencia.

Jesús nos anima a “pedir, buscar y llamar” sin descanso. La sociedad  nos ofrece soluciones rápidas, esta enseñanza es un desafío: no se trata de recibir lo que queremos de inmediato, sino de confiar en los tiempos y los modos de Dios. La oración perseverante, aunque no cambie las circunstancias de manera visible, transforma nuestro corazón, nos llena de paz y nos hace más receptivos a la gracia de Dios, quien siempre sabe lo que es mejor para nosotros.

Es importante notar que Dios no solo responde a nuestras peticiones con dádivas materiales. Nos promete lo más grande: el Espíritu Santo. Esta es la respuesta más generosa y maravillosa que podemos recibir. El Espíritu Santo nos guía, nos consuela y nos capacita para enfrentar cualquier situación, dándonos sabiduría y fortaleza. A veces buscamos respuestas exteriores, pero Dios nos otorga una respuesta interior, su propia presencia en nosotros.

Que la lectura de hoy nos anime a no desanimarnos en la oración. Que podamos acercarnos a Dios con confianza y sinceridad, sabiendo que Él nos escucha, nos cuida y nos concede siempre lo que es mejor, incluso cuando no lo entendemos de inmediato.  Que podamos aprender también a confiar con el amor y la sencillez de un niño, esperando en la bondad del Padre.




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