Evangelio del 7 de setimebre del 2024 según san Lucas 6, 1-5
Sábado de la XXII semana del Tiempo ordinario
Lectionary: 436
Primera lectura
Hermanos: Si he hablado de Apolo y de mí, ha sido para que aprendieran con este ejemplo a no enorgullecerse de uno despreciando al otro, como ya se lo he escrito a ustedes. Pues, ¿quién te ha hecho superior a los demás? ¿Qué tienes, que no lo hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿por qué presumes como si no lo hubieras recibido?
Conque ya están ustedes satisfechos, ya son ricos, ya han obtenido el Reino sin nuestra ayuda… Ojalá fuera esto verdad, para que también nosotros reináramos con ustedes. Porque me parece que a nosotros, los apóstoles, Dios nos trata como a los últimos de todos, como a gente condenada a las fieras, pues nos hemos convertido en todo un espectáculo para el mundo, tanto para los ángeles como para los hombres.
En efecto, nosotros somos los locos a causa de Cristo y ustedes los sensatos en las cosas de Cristo; nosotros los débiles y ustedes los fuertes; nosotros los despreciados y ustedes los dignos de respeto. Hasta el presente pasamos hambre y sed, vamos pobremente vestidos y recibimos golpes; andamos errantes y nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos. Nos maldicen y nosotros les deseamos el bien; nos persiguen y los soportamos; nos calumnian y correspondemos con bondad. Nos tienen, incluso hasta el día de hoy, como la basura del mundo y el desecho de la humanidad.
Les escribo esto, no para avergonzarlos, sino para llamarles la atención como a hijos queridos. Pues aunque como cristianos tuvieran ustedes diez mil maestros, no tienen muchos padres, porque solamente soy yo quien los ha engendrado en Cristo Jesús, por medio del Evangelio.
Salmo Responsorial
R. (18a) El Señor cuida de quienes lo aman.
Siempre es justo el Señor en sus designios
y están llenas de amor todas sus obras.
No está lejos de aquellos que lo buscan;
Muy cerca está el Señor, de quien lo invoca. R.
R. El Señor cuida de quienes lo aman.
Satisface los deseos de sus fieles,
escucha sus gritos de auxilio y los salva;
el Señor cuida de los que lo aman,
pero destruye a los malvados. R.
R. El Señor cuida de quienes lo aman.
Que mis labios alaben al Señor,
que todos los seres lo bendigan
ahora y para siempre. R.
R. El Señor cuida de quienes lo aman.
Aclamación antes del Evangelio
R. Aleluya, aleluya.
Yo soy el camino, la verdad y la vida;
nadie va al Padre, si no es por mí, dice el Señor.
R. Aleluya.
Evangelio
Un sábado, Jesús iba atravesando unos sembrados y sus discípulos arrancaban espigas al pasar, las restregaban entre las manos y se comían los granos. Entonces unos fariseos les dijeron: “¿Por qué hacen lo que está prohibido hacer en sábado?”
Jesús les respondió: “¿Acaso no han leído lo que hizo David una vez que tenían hambre él y sus hombres? Entró en el templo y tomando los panes sagrados, que sólo los sacerdotes podían comer, comió de ellos y les dio también a sus hombres”.
Y añadió: “El Hijo del hombre también es dueño del sábado”.
Reflexión
En el evangelio de Lucas 6, 1-5, encontramos un relato donde Jesús y sus discípulos caminan por los campos de trigo un día de sábado. Los discípulos, hambrientos, arrancan espigas y las frotan para comer los granos, lo que provoca una reacción de los fariseos, quienes les reprochan por hacer algo que según ellos estaba prohibido en el día de reposo. Jesús responde recordándoles el ejemplo de David, quien, cuando tuvo hambre, entró en la casa de Dios y comió los panes consagrados, algo permitido solo a los sacerdotes. Finalmente, Jesús afirma su autoridad: “El Hijo del Hombre es Señor también del sábado”.
Este pasaje marca un principio esencial: la ley, en su propósito original, está diseñada para servir al bien de las personas, no para oprimirlas. Jesús destaca que la verdadera adoración a Dios no se encuentra únicamente en la observancia rígida de normas exteriores, sino en un corazón que busca la compasión, la justicia y el bienestar de los demás. La ley del sábado, concebida para el descanso y el encuentro con Dios, no debe convertirse en una trampa que impida satisfacer necesidades humanas esenciales, como el hambre.
El sábado, o Shabat, era y sigue siendo una de las observancias más importantes del judaísmo. Había una serie de regulaciones muy estrictas acerca de lo que se podía o no se podía hacer en este día de reposo. Esto era particularmente relevante para los fariseos, quienes creían que el cumplimiento exacto de la ley mosaica era fundamental para la fidelidad a Dios.
Al citar el caso de David, Jesús introduce una interpretación que no elimina la ley, pero la coloca en su contexto más humano. En tiempos antiguos, el Shabat era visto como una forma de distinguir al pueblo judío de otras naciones, pero Jesús les invita a comprender que el descanso sabático no es más importante que las necesidades fundamentales del ser humano, como el hambre o la salud.
En la vida moderna, muchas veces nos encontramos atrapados en las expectativas, reglas y normas de la sociedad. Tal como los fariseos criticaron a los discípulos por violar una norma religiosa, hoy en día podemos caer en la trampa de seguir “reglas” sociales que no siempre tienen en cuenta el bienestar humano. En nuestra vida diaria, podemos ser tentados a priorizar el cumplimiento de nuestras obligaciones laborales, el éxito material o la apariencia externa sobre lo que realmente es esencial: nuestras relaciones, nuestra salud, y nuestro crecimiento espiritual.
Así como el sábado debía ser un día para el descanso y la renovación espiritual, debemos recordar que el trabajo, el dinero, o las responsabilidades, no deben cegarnos ante las verdaderas necesidades de nuestra alma y de las personas a nuestro alrededor. El Señor nos invita a encontrar equilibrio, a poner primero lo que da vida y nutre al espíritu.
En conclusión , este pasaje nos insta a ser más conscientes de cómo usamos nuestras vidas, asegurándonos de que nuestras acciones estén alineadas con el amor y la compasión, más allá de la simple obediencia a normas exteriores.
Deja una respuesta