agosto 31, 2024 in Evangelios

Evangelio del 31 de agosto del 2024 según san Mateo 25, 14-30

Sábado de la XXI semana del Tiempo ordinario

Lectionary: 430

Primera lectura

1 Cor 1, 26-31
Hermanos: Consideren que entre ustedes, los que han sido llamados por Dios, no hay muchos sabios, ni muchos poderosos, ni muchos nobles, según los criterios humanos. Pues Dios ha elegido a los ignorantes de este mundo, para humillar a los sabios; a los débiles del mundo, para avergonzar a los fuertes; a los insignificantes y despreciados del mundo, es decir, a los que no valen nada, para reducir a la nada a los que valen; de manera que nadie pueda presumir delante de Dios.

En efecto, por obra de Dios, ustedes están injertados en Cristo Jesús, a quien Dios hizo nuestra sabiduría, nuestra justicia, nuestra santificación y nuestra redención. Por lo tanto, como dice la Escritura: El que se gloría, que se gloríe en el Señor.

Salmo Responsorial

Salmo 32, 12-13. 18-19. 20-21
R. (cf. 12b) En el Señor está nuestra esperanza.
Feliz la nación cuyo Dios es el Señor,
dichoso el pueblo que escogió por suyo.
Desde el cielo el Señor, atentamente,
mira a todos los hombres.
R. En el Señor está nuestra esperanza.
Cuida el Señor de aquellos que lo temen
y en su bondad confían;
los salva de la muerte
y en épocas de hambre les da vida.
R. En el Señor está nuestra esperanza.
En el Señor está nuestra esperanza,
pues él es nuestra ayuda y nuestro amparo;
en el Señor se alegra el corazón
y en él hemos confiado.
R. En el Señor está nuestra esperanza.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 13, 34
R. Aleluya, aleluya.
Les doy un mandamiento nuevo, dice el Señor,
que se amen los unos a los otros, como yo los he amado.
R. Aleluya.

Evangelio

Mt 25, 14-30
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los cielos se parece también a un hombre que iba a salir de viaje a tierras lejanas; llamó a sus servidores de confianza y les encargó sus bienes. A uno le dio cinco talentos; a otro, dos; y a un tercero, uno, según la capacidad de cada uno, y luego se fue.

El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió un talento hizo un hoyo en la tierra y allí escondió el dinero de su señor.

Después de mucho tiempo regresó aquel hombre y llamó a cuentas a sus servidores.

Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: ‘Señor, cinco talentos me dejaste; aquí tienes otros cinco, que con ellos he ganado’. Su señor le dijo: ‘Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor, te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor’.

Se acercó luego el que había recibido dos talentos y le dijo: ‘Señor, dos talentos me dejaste; aquí tienes otros dos, que con ellos he ganado’. Su señor le dijo: ‘Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor, te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor’.

Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y le dijo: ‘Señor, yo sabía que eres un hombre duro, que quieres cosechar lo que no has plantado y recoger lo que no has sembrado. Por eso tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo’.

El señor le respondió: ‘Siervo malo y perezoso. Sabías que cosecho lo que no he plantado y recojo lo que no he sembrado. ¿Por qué, entonces, no pusiste mi dinero en el banco, para que a mi regreso lo recibiera yo con intereses? Quítenle el talento y dénselo al que tiene diez. Pues al que tiene se le dará y le sobrará; pero al que tiene poco, se le quitará aun eso poco que tiene.

Y a este hombre inútil, échenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación’ “.

Reflexión

En el Evangelio de Mateo 25:14-30, Jesús nos presenta la parábola de los talentos, una narración que, aunque sencilla en apariencia, encierra profundas lecciones aplicables a nuestra realidad actual. En esta historia, un hombre confía a sus siervos distintas cantidades de talentos antes de emprender un largo viaje. A su regreso, el amo demanda cuentas, recompensando a aquellos que multiplicaron lo recibido y reprendiendo severamente al que, por temor, enterró su talento.

Esta parábola nos habla sobre la responsabilidad que tenemos frente a los dones y capacidades que Dios nos otorga. En una sociedad que muchas veces valora la acumulación de bienes materiales y la búsqueda del éxito personal, este pasaje nos recuerda que estamos llamados a ser buenos administradores, no solo de lo que poseemos, sino también de nuestras habilidades, tiempo y oportunidades. No se trata de cuántos talentos recibimos, sino de cómo los utilizamos para el bien común y para la gloria de Dios.

El siervo que enterró su talento lo hizo por miedo, por no querer arriesgarse a perder lo que tenía. Este temor, que paraliza y nos impide actuar, es uno de los mayores obstáculos que enfrentamos en nuestra vida espiritual. Jesús nos insta a no permitir que el miedo gobierne nuestras acciones, sino a confiar en que, al poner en práctica lo que hemos recibido, el fruto será abundante. Este mensaje es particularmente relevante en un mundo donde el miedo al fracaso o al juicio de los demás puede llevarnos a la inacción o a la mediocridad.

Además, la parábola nos invita a reflexionar sobre la justicia de Dios. A primera vista, puede parecer que el castigo al siervo inútil es desproporcionado, pero en realidad, se nos muestra la seriedad con la que Dios considera nuestra misión en la vida. Cada uno de nosotros tiene un papel único que desempeñar en el plan divino, y no podemos desentendernos de ello sin consecuencias.

Finalmente, la enseñanza de Mateo 25-14-30 nos invita a hacer un alto en nuestras vidas y a reflexionar profundamente sobre cómo estamos utilizando los dones que Dios nos ha confiado. En una sociedad que a menudo se pierde en situaciones vanas y superficiales, corremos el riesgo de no ver con claridad lo que Dios nos pone al frente. La parábola nos urge a aprovechar estos talentos sabiamente, a no permitir que el temor nos paralice, y a caminar con rectitud, aunque no siempre resulte fácil. Este camino, aunque desafiante, es el que nos fortalece y nos permite vivir sin miedo, conscientes de que estamos alineando nuestras vidas con el propósito divino, alejándonos de lo efímero para abrazar lo eterno. 




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