agosto 28, 2024 in Evangelios

Evangelio del 28 de agosto del 2024 según San Mateo 23, 27-32

Memoria de San Agustín, obispo y doctor de la Iglesia

Lectionary: 427

Primera lectura

2 Tes 3, 6-10. 16-18

Hermanos: Les mando, en nombre del Señor Jesucristo, que se aparten de todo hermano que viva ociosamente y no según la enseñanza que de mí recibieron. Ya saben cómo deben vivir para imitar mi ejemplo, puesto que, cuando estuve entre ustedes, supe ganarme la vida y no dependí de nadie para comer; antes bien, de día y de noche trabajé hasta agotarme para no serles gravoso. Y no porque no tuviera yo derecho a pedirles el sustento, sino para darles un ejemplo que imitar. Así, cuando estaba entre ustedes, les decía una y otra vez: “El que no quiera trabajar, que no coma”.

Que el Señor de la paz les conceda su paz siempre y en todo. Que el Señor esté con todos ustedes. Este saludo es de mi puño y letra. Así firmo yo, Pablo, en todas mis cartas; ésta es mi letra. Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con todos ustedes.

Salmo Responsorial

Salmo 127, 1-2. 4-5

R. (cf. 1a) Dichoso el que teme al Señor.
Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos:
comerá del fruto de su trabajo,
será dichoso, le irá bien. R.
R. Dichoso el que teme al Señor.
Esta es la bendición del hombre que teme al Señor:
“Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida”. R.
R. Dichoso el que teme al Señor.

Aclamación antes del Evangelio

1 Jn 2, 5

R. Aleluya, aleluya.
En aquel que cumple la palabra de Cristo
el amor de Dios ha llegado a su plenitud.
R. Aleluya.

Evangelio

Mt 23, 27-32

En aquel tiempo, Jesús dijo a los escribas y fariseos: “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, porque son semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre! Así también ustedes: por fuera parecen justos, pero por dentro están llenos de hipocresía y de maldad.

¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, porque les construyen sepulcros a los profetas y adornan las tumbas de los justos, y dicen: ‘Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, nosotros no habríamos sido cómplices de ellos en el asesinato de los profetas’! Con esto ustedes están reconociendo que son hijos de los asesinos de los profetas. ¡Terminen, pues, de hacer lo que sus padres comenzaron!”

Reflexión

El evangelio de Mateo 23, 27-32 nos presenta una fuerte crítica de Jesús hacia los escribas y fariseos, describiéndolos como “sepulcros blanqueados,” que exteriormente parecen justos, pero interiormente están llenos de hipocresía y maldad. Esta imagen es poderosa y nos invita a reflexionar sobre la coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos, entre nuestras apariencias y la realidad de nuestro corazón.

En este pasaje, Jesús se muestra visiblemente molesto, no solo con las acciones de los líderes religiosos de su tiempo, sino con la actitud que subyace a esas acciones: una actitud de superficialidad y autoengaño. Los escribas y fariseos, al preocuparse más por la apariencia que por la verdad interior, se convierten en ejemplo de cómo no debemos comportarnos.

Hoy en día, este mensaje sigue siendo profundamente relevante. Ya que vivimos en una sociedad donde la violencia, el egoísmo, la vanidad y la indiferencia son comunes. Nos hemos acostumbrado a estas actitudes y, a menudo, las justificamos o las pasamos por alto. Al igual que los fariseos, podemos caer en la tentación de proyectar una imagen de justicia y rectitud, mientras que nuestro interior está lleno de resentimiento, envidia o falta de amor.

La crítica de Jesús no es solo una denuncia, sino una invitación a la conversión. Nos llama  a mirar hacia adentro, a confrontar nuestras propias hipocresías, y a buscar una autenticidad que sea visible tanto en nuestras acciones como en nuestras intenciones. Es un llamado a no ser cristianos de apariencias, sino discípulos verdaderos que reflejan la misericordia, la compasión y el amor de Dios en cada aspecto de su vida.

En este mundo que muchas veces ha perdido la sensibilidad ante el dolor y la necesidad ajena, esta lectura nos desafía a romper con la frialdad y la indiferencia. Nos urge a volver a lo esencial: a la caridad, la justicia y la verdad. Como seguidores de Cristo, debemos ser luz en medio de las tinieblas, viviendo de manera coherente con el Evangelio, no solo de palabra, sino también de obra y de corazón.

Esta reflexión nos lleva a preguntarnos: ¿Estamos realmente viviendo conforme al llamado de Cristo? ¿O nos hemos convertido en sepulcros blanqueados, más preocupados por lo que los demás ven que por lo que realmente somos? Es un buen momento para hacer un examen de conciencia y pedir al Señor la gracia de vivir una vida auténtica y llena de su amor.




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