agosto 7, 2024 in Evangelios

Evangelio del 8 de agosto del 2024 según san Mateo 16, 13-23

Memoria de Santo Domingo, presbítero

Lectionary: 410

Primera lectura

Jer 31, 31-34
“Se acerca el tiempo, dice el Señor,
en que haré con la casa de Israel
y la casa de Judá una alianza nueva.
No será como la alianza que hice con los padres de ustedes,
cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto.
Ellos rompieron mi alianza
y yo tuve que hacer un escarmiento con ellos.

Ésta será la alianza nueva
que voy a hacer con la casa de Israel:
Voy a poner mi ley en lo más profundo de su mente
y voy a grabarla en sus corazones.
Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.
Ya nadie tendrá que instruir a su prójimo ni a su hermano,
diciéndole: ‘Conoce al Señor’,
porque todos me van a conocer,
desde el más pequeño hasta el mayor de todos,
cuando yo les perdone sus culpas
y olvide para siempre sus pecados”.

Salmo Responsorial

Salmo 50, 12-13. 14-15. 18-19

R. (12a) Crea en mí, Señor, un corazón puro.
Crea en mí, Señor, un corazón puro,
un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos.
No me arrojes, Señor, lejos de ti,
ni retires de mí tu santo espíritu.
R. Crea en mí, Señor, un corazón puro.
Devuélveme tu salvación, que regocija,
mantén en mí un alma generosa.
Enseñaré a los descarriados tus caminos
y volverán a ti los pecadores.
R. Crea en mí, Señor, un corazón puro.
Tú, Señor, no te complaces en los sacrificios
y si te ofreciera un holocausto, no te agradaría.
Un corazón contrito te presento,
y un corazón contrito, tú nunca lo desprecias.
R. Crea en mí, Señor, un corazón puro.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 16, 18
R. Aleluya, aleluya.
Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia,
y los poderes del infierno
no prevalecerán sobre ella, dice el Señor.
R. Aleluya.

Evangelio

Mt 16, 13-23
En aquel tiempo, cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?” Ellos le respondieron: “Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas”.

Luego les preguntó: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.

Jesús le dijo entonces: “¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre, que está en los cielos! Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo”. Y les ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.

A partir de entonces, comenzó Jesús a anunciar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén para padecer allí mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que tenía que ser condenado a muerte y resucitar al tercer día.

Pedro se lo llevó aparte y trató de disuadirlo, diciéndole: “No lo permita Dios, Señor. Eso no te puede suceder a ti”. Pero Jesús se volvió a Pedro y le dijo: “¡Apártate de mí, Satanás, y no intentes hacerme tropezar en mi camino, porque tu modo de pensar no es el de Dios, sino el de los hombres!”

Reflexión

El pasaje del Evangelio de Mateo 16, 13-23 es un llamado profundo a reflexionar sobre nuestra identidad y misión como seguidores de Cristo. En este pasaje, Jesús plantea a sus discípulos una pregunta crucial: “¿Quién dicen que soy yo?” La respuesta de Pedro, “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”, es un reconocimiento de la verdadera identidad de Jesús y un acto de fe que trasciende el entendimiento humano.

En nuestra vida diaria, esta pregunta de Jesús nos invita a examinar nuestra relación personal con Él. ¿Quién es Jesús para nosotros en medio de nuestras actividades cotidianas, nuestras luchas y nuestras alegrías? Esta pregunta nos lleva a ir más allá de una comprensión superficial de Jesús y a cultivar una relación íntima y personal con Él. Reconocer a Jesús como el Mesías implica aceptar su amor y su guía en todos los aspectos de nuestra vida.

La respuesta de Pedro también nos recuerda la importancia de la fe comunitaria. Jesús elogia a Pedro y le otorga la responsabilidad de ser la piedra sobre la cual se edificará la Iglesia. Esto nos enseña que nuestra fe no es solo un asunto personal, sino que también tiene una dimensión comunitaria. Estamos llamados a ser pilares de nuestra comunidad, a apoyar y fortalecer la fe de los demás, y a trabajar juntos en la construcción del Reino de Dios. La respuesta de Jesús, “¡Apártate de mí, Satanás! Eres un obstáculo para mí”, nos recuerda que la fe verdadera implica confiar en los caminos de Dios, incluso cuando no los entendemos o cuando son difíciles de aceptar.

Hoy también celebramos la memoria de Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de los Predicadores, conocidos como los dominicos. Santo Domingo dedicó su vida a la predicación del Evangelio, enfrentando herejías con una combinación de amor, verdad y dedicación intelectual.

La vida de Santo Domingo nos inspira a comprometernos con la verdad y a ser valientes en nuestra fe. En nuestra vida cotidiana, esto puede traducirse en una búsqueda constante del conocimiento de la fe, en la defensa de la justicia y en el amor al prójimo. Santo Domingo nos enseña que la evangelización no es solo para los clérigos, sino una misión para todos los cristianos, llevada a cabo en nuestros hogares, trabajos y comunidades.




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