Evangelio del 26 de julio del 2024 según Mateo 13, 16-17
Memoria de San Joaquín y Santa Ana, padres de la Virgen María
Lectionary: 606
Primera Lectura
Hagamos el elogio de aquellos hombres ilustres,
que fueron nuestros padres.
Ellos fueron misericordiosos
y sus obras no se han olvidado.
Se perpetúan en sus descendientes
y éstos son la rica herencia que han dejado.
Sus hijos siguen fieles a la alianza
y sus nietos también, gracias a ellos.
Su gloria jamás se extinguirá.
Sus cuerpos fueron sepultados en paz
y su nombre durará eternamente.
Que proclamen los pueblos su sabiduría
y los alabe dignamente la asamblea.
Salmo Responsorial
R. Dios le dará el trono de David, su padre.
El Señor, que jamás va a retractarse,
le ha jurado a David esta promesa:
“Pondré sobre tu trono,
a uno de tu propia descendencia”.
R. Dios le dará el trono de David, su padre.
Esto es así, porque el Señor
ha preferido a Sión como morada:
“Aquí está mi reposo para siempre;
porque así me agradó, será mi casa”.
R. Dios le dará el trono de David, su padre.
“Haré que brote un vástago a David
y encenderé una lámpara a mi ungido;
pondré sobre su frente mi diadema;
de afrentas llenaré a sus enemigos”.
R. Dios le dará el trono de David, su padre.
Aclamación antes del Evangelio
R. Aleluya, aleluya.
Aguardaban el consuelo de Israel
y el Espíritu Santo moraba en ellos.
R. Aleluya.
Evangelio
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Dichosos ustedes, porque sus ojos ven y sus oídos oyen. Yo les aseguro que muchos profetas y muchos justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron”.
Reflexión
En el evangelio de Mateo 13, 16-17, Jesús dice: “¡Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven! Porque les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven, y no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron”. Este pasaje nos invita a reflexionar sobre la bendición y el privilegio de ser testigos de la obra de Dios en nuestras vidas.
La felicidad de los discípulos reside en su capacidad de contemplar y escuchar las maravillas que Jesús revela. Nosotros también somos llamados a abrir nuestros ojos y oídos a la presencia divina en nuestro entorno. Vivimos en una época donde la revelación de Dios es accesible a través de las Escrituras, los sacramentos y las experiencias cotidianas. Es esencial que valoremos y agradezcamos esta oportunidad, reconociendo que somos privilegiados al poder experimentar la cercanía de Dios.
En el contexto de la memoria de San Joaquín y Santa Ana, padres de la Virgen María, se nos presenta un ejemplo perfecto de fe y devoción. Aunque poco se menciona de ellos en los textos bíblicos, la tradición nos enseña que fueron personas de profunda piedad y rectitud. Su vida de oración y esperanza en Dios preparó el camino para la llegada de María, la madre de nuestro Salvador.
San Joaquín y Santa Ana vivieron con la esperanza de ver el cumplimiento de las promesas divinas. Su fidelidad y paciencia son un modelo para nosotros, recordándonos que, incluso en los momentos de espera y silencio, Dios está obrando en nuestras vidas. Su ejemplo nos anima a confiar plenamente en los planes de Dios, sabiendo que su tiempo y sus caminos son perfectos.
Al reflexionar sobre este evangelio y la memoria de estos santos, estamos llamados a vivir con gratitud y esperanza. Que nuestros ojos estén siempre abiertos para ver las bendiciones que nos rodean y nuestros oídos atentos para escuchar la voz de Dios. Sigamos el ejemplo de San Joaquín y Santa Ana, viviendo con fe y confianza en la divina providencia, sabiendo que somos verdaderamente dichosos por ser parte del plan amoroso de Dios.
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